Con las peores encuestas sobre la mesa, lanza un ataque frontal contra Rajoy
MARTÍN BIANCHI / MADRID
(Publicado en ABC, aquí)

Ignacio Gil
Mariano Rajoy, en su despacho en una imagen de archivo
No hay secretos en la remendada estrategia propagandística del PSOE. Como buen pedagogo, Zapatero la explicó a su Ejecutivo en el primer Comité Federal realizado tras la remodelación del Gobierno. La hoja de ruta dice que durante el año y medio que queda para las elecciones se venderá la promesa de «austeridad, reformas y cohesión social». Por eso, la «agenda social» es el tópico que domina todas las apariciones mediáticas de los nuevos ministros. Y es que saben que sin consenso no habrá reglamento de la reforma laboral o cambios en el sistema de pensiones.
Tras el 29-S, Fernández de la Vega lo adelantó: «Hay espacio para el diálogo». Pero ahora se descubre lo que el Gobierno está dispuesto a publicitar para llegar a un pacto con los sindicatos. «Una nueva agenda social para atender a los más afectados por la crisis: los jóvenes y los parados de larga duración», dice Zapatero, «proyectos de formación» y «políticas de familia» para favorecer el empleo (aunque no especifica de dónde saldrá el dinero). El domingo, en su primer acto político desde que fue nombrado vicepresidente del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba repitió el discurso sin cambiar una coma: «Una nueva agenda social para salir de la crisis con justicia para todos, empezando por aquellos que más la han sufrido sin comérselo ni bebérselo».
La otra cara de la propaganda zapaterista consiste en denostar a la oposición con la esperanza de que las encuestas den un vuelco. El incidente «sexista» del alcalde de Valladolid fue la excusa para iniciar la ofensiva. «Hay algo en la genética del PP que rechina», reprochó el portavoz del Gobierno. A él le siguió la ministra de Cultura, que durante un acto oficial se dio el gusto de no saludar a De la Riva para dejar a la vista que en tiempos de guerra no hay sonrisas. Mientras tanto, el ministro de Fomento, José Blanco, resucitó eso de que los populares son «patriotillas de hojalata» y se lució con frases como «ellos siempre la tienen más grande… quiero decir la bandera». Menos oportuno fue cuando dijo que «a Mariano Rajoy se le ve el plumero», luego aclarando que se refería a que tiene una «agenda oculta».
Otra vez el felipismo
Por su parte, Rubalcaba no aporta mucho ingenio al libreto. Habló de que «la izquierda innova» mientras «la derecha se opone pero luego asiente» a medidas como «la universalización de la educación, el aborto y el matrimonio homosexual». Pero con esas palabras, el ministro del Interior y presidente del Ejecutivo en la sombra revive la liturgia socialista, esa que puso cara de un perro dóberman ladrando a Francisco Álvarez Cascos cuando era secretario general del PP. Pareciera que ese viejo «felipismo» quiere volver a sacar «el dóberman» a la calle.