Cuando uno escucha al señor Rodríguez Zapatero prometer un millón de empleos verdes, en los próximos 10 años, no puede menos de sentir un raro estremecimiento recordando cuando hace unos años, desde la euforia de unas urnas favorables, prometía a los españoles pleno empleo en sólo un año. Lo que no sabemos que va a decir cuando se le pregunte por el coste que van a tener para la nación, estos empleos que nos ofrece y cuál va a ser el número de parados en las otras energías que se van a producir. Resulta algo inexplicable que, por una parte, nos esté llevando hacia las energías renovables, aquellas que, en teoría, no van a contribuirá al tan traído y llevado “calentamiento global” y por otro, está obligando a empresas, que ya se reestructuraron para no utilizar el pobre carbón español, a que lo vuelvan a utilizar. Pero no nos extrañemos, porque nuestro señor ZP, cuando se trata de contradecirse a sí mismo, es un verdadero experto. Lo que no nos ha explicado, nuestro Presidente, es qué beneficios ha logrado para España en la reunión de países del G20 y si, el dinero que se han gastado él y su séquito, ha tenido otra utilidad que no sea el que lo hayamos visto, embutido en un maillot, corriendo despendolado por las calles de Seúl o, si ha logrado convencer al resto de países de la necesidad de afrontar unidos el problema del desempleo. Mucho me temo que la presencia de nuestro señor Zapatero haya pasado desapercibida, como un hectoplasma atrapado en el “bajo astral”, especialmente, si tenemos en cuenta que, en el foro de Corea, lo que se estaba ventilando era poner coto a la guerra de divisas que tiene lugar entre las grandes potencias, en especial EE.UU. y China; algo que, evidentemente, no se ha logrado. Así las cosas, lo lógico será que cada nación se las componga como pueda, incluso tomando medidas proteccionistas que sean útiles para intentar salvar sus propias finanzas. He leído, recientemente que, desde que se desató la crisis, los países ricos aprueban una medida proteccionista cada dos días, mientras, curiosamente, sus líderes se ufanan en advertir de que, lo peor que le podría ocurrir a la economía mundial, sería volver al proteccionismo. O sea, para entendernos, “haz lo que te digo pero no hagas lo que yo hago”.
Ni que decir tiene que, el equipo económico de nuestro Gobierno, encabezado por la señora Salgado (una señora que uno no sabe si nos asusta más cuando nos da las malas noticias con cara de vinagre o cuando pretende mostrarse alegre y eufórica, para intentar vendernos, como buena, alguna de las ocurrencias de nuestro Gobierno) sigue en su línea de esconder la cabeza debajo del ala de la impotencia, mientras el país, al que el señor Zapatero ya daba por salvado de la crisis cuando dijo aquello de que: “España está a punto de salir de la crisis si no lo ha hecho ya”, sigue cayendo en barrena. Toda la prensa salmón del país, incluida la que siempre se ha mostrado más condescendiente con el Gobierno, no se anda con chiquitas cuando se trata de definir el “abismo” al que se asoma nuestra nación. Puede que ustedes pudieran pensar que, el problema de bancos y cajas, en España, ya estaba superado, y puede que esto sea lo que le interesa a nuestro Ejecutivo que se piense, en un momento en el que se ve enfrentado a la tesitura de someterse al veredicto de las urnas, especialmente en la díscola y complicada Catalunya. En realidad, lo que está sucediendo con los bancos y cajas es que, tanto unos como otros, se están lanzando a canjear deuda para evitar un colapso en el 2012. Les explico, el año que viene las entidades crediticias españolas se verán obligadas a hacer frente a la devolución de más de 94.000 millones de euros a los inversores; a cuya cantidad se deberán añadir los 126.000 millones de euros más, que se tienen que abonar en el 2012. Es decir que, como no dispondrán de tal cantidad, será necesario que intenten refinanciar la friolera de 220.000 millones de euros; lo que supone que habrá que negociar con los acreedores justo en el momento en que, de nuevo, la desconfianza en la deuda española se ha apoderado de ellos. Como es natural, una situación semejante supone que se deberá hacer frente al pago de un seguro de riesgo más elevado y a unos intereses más gravosos. Añadámosle el elevado índice de morosidad, especialmente procedente del desmoronado sector de la construcción, la desvalorización de los activos inmobiliarios que les ha obligado a aumentar sus provisiones de reservas y, por si faltara algo para ponerle la guinda a este pastel de desgracias; ocurre que, si bien es cierto que la banca alemana, francesa y la británica son las que más amenazadas están por la problemática deuda irlandesa y la, no menos peligrosa ,deuda portuguesa; en nuestro caso ( según se desprende de un documentado artículo de LD) el peligro que se cierne sobre nuestros bancos, está directamente relacionado con la deuda portuguesa, en la que nuestro sector financiero está más comprometido, puesto que posee una participación de 56.200 millones de euros..
Lo peor, para Rodríguez Zapatero, es que su remodelación de Gobierno, salvo una moderada reacción inicial, lógica, por otra parte, si es que queremos considerar el alto grado de rechazo que se había suscitado entre la ciudadanía en contra de personajes como la Bibiana Aído o los ineptos Moratinos y Corbacho; no parece que haya empezado su andadura con buen pie, si es que nos queremos atener a las primeras actuaciones de la ministra de Exteriores, señora Trinidad Jiménez que, si en su anterior cargo como ministra de Sanidad, tuvo una actuación discreta; no parece que se sienta tan a gusto en su nuevo empleo donde, en el caso concreto de los preocupantes sucesos del antiguo Sahara español, parece que la ha pillado a contrapié, inmersa en un misterioso viaje a la Bolivia del señor Evo Morales que, por lo visto, le ha impedido enterarse de lo que está ocurriendo y se ha negado a opinar y, aún menos, a condenar la actuación de Marruecos. Por si faltaba algo para aderezar el desconcierto de la ministra, resulta que el señor ZP la ha ninguneado, resucitando al señor Moratinos del Limbo político, para enviarlo a negociar con su viejo conocido, el ministro de Exteriores marroquí, señor Farsi Fhiri; con quien, según se desprende de la buena relación y las sonrisas que se han dedicado mutuamente, no parece que hayan tenido muchos puntos de desencuentro, más bien, da la sensación de que el inefable Moratinos ha vuelto a inclinar la cerviz ante Marruecos, disculpándose por el hecho de que nuestra prensa se haya mostrada tan dura y exigente con el genocidio perpetrado en el campamento saharauí y El Aaiún. ¡Qué lejos aquellos tiempos en que doña Trinidad (2003) se manifestaba, junto a los saharauis, con la pegatina en la solapa, en contra de Marruecos!
Y no sólo se ha producido el caso del Sahara, sino que, una de las leyes estrellas del socialismo, la de Libertad Religiosa, ha sido enviada al ostracismo; quizá por las presiones de sus socios el PNV y CC; tampoco el nuevo ministro de trabajo, Valeriano Gómez, entró en su cargo sin tropiezos ya que su primer anuncio, el de la prórroga de los 426 euros para los parados sin subsidio, fue desautorizado, al día siguiente, por la señora Salgado. Si el señor Eguiguren, el presidente del PSV, dijo que: para Navidad habrá acuerdo con ETA; sale el omnipresente y omnipotente, señor Rubalcaba, para decir que “de eso, nada de nada”. En fin, que la munición que pensó que se traía ZP con la remodelación de su Gobierno, parece que se le ha mojado y que, cuando pretende dispararla, falla el cartucho. Y es que, señores, por mucho que nos empeñemos, por muy optimistas que queramos ser y por muy verdes que queramos aparecer, no hay manera de ver, en este erial en el que se ha convertido España, los brotes verdes de la esperanza que nos anunciaba la señora Salgado. Lo que nos prometía ZP, diciendo que estábamos en “la Champions Ligue de la economía”, se ha quedado reducido a Tercera regional.
Miguel Massanet Bosch