Un alma en pena deambula por la cumbre de la OTAN, en busca de un lugar donde colocarse. Era el momento de la foto de los asistentes, aquella foto con la que venía soñando desde que inició su viaje para asistir a tal encuentro del que, por supuesto, no esperaba alcanzar nada, ni tan siquiera se esforzaba en disimularlo, pero era urgente encontrar su puesto en aquel puzzle de personalidades, que ya estaban ocupando sus respectivos lugares, departiendo animadamente los unos con los otros esperando, con la impaciencia de aquel que tiene que cumplir con un trámite obligado, pero intranscendente; que sólo hacía que retrasar su ocupada agenda. ZP tiene que consultar y, con su sonrisa de bobalicón despistado, interrumpe a Zarkozy, que conversaba con Obama, para que le indique cuál es su ubicación; el francés, un poco molesto, le señala hacia uno de los extremos, al que se dirige, ni corto ni perezoso, nuestro presidente que, con un gesto de alivio, se ubica en un lugar señalado con las iniciales “ES”, convencido de que, por fin, ha salido dado con su sitio. Pero, hete aquí que aparece el propietario de aquel hueco y, como fiera desalojada de su madriguera, le da un ligero empujón y le recuerda, al despistado ZP, que ES correspondía a Estonia y que España, por si no lo sabía, en ingles es Spain, cuyas iniciales son “SP”. Y es que, señores, nuestro ZP, además de no saber inglés, (un grave y lamentable inconveniente para un presidente de una nación del prestigio cultural de España), es que no tiene el más elemental interés en conocer una cosa tan elemental como es que, España, es conocida en todo el mundo como Spain; algo que, en casa, pocos serán los ciudadanos que no lo sepan.
Pero es que, no puedo evitar que este suceso tan vergonzoso, me impulse a trazar un paralelismo con las actuaciones del señor Rodríguez Zapatero, como presidente de nuestra nación y de los subsiguientes efectos sobre l os ciudadanos españoles. Si hace unos días nos estaba repitiendo, en el Parlamento, que la oposición exagerada la situación económica de España, reñía al señor Rajoy por ser tan pesimista y “asustar” con sus declaraciones “alarmistas” a los inversores, manteniendo, junto a la inefable señora Salgado, que España no era Irlanda y que nuestro país no tenía por qué sufrir los efectos contagiantes del default irlandés, insistiendo en que nuestra economía era muy sólida y nuestras entidades financieras estaban superando sus problemas con gran solvencia; pronto ha tenido que recoger velas, al verse obligado a enfrentarse a otro ataque frontal de desconfianza de los inversores en nuestra deuda y en la escasa credibilidad de un gobierno, el socialista, que no se atreve a enfocar, en serio, las reformas que precisa España; de modo que, lo que hace, es postergar las medidas que en la Unión Europea se le impusieron para poder beneficiarse del apoyo del BCE y del FMI (a cargo de los 750.000 millones de euros que se crearon para ayudar a las naciones en crisis). Los datos que se barajan son de infarto. Mientras JP Morgan pone en cuarentena al euro, dudando de sus posibilidades de supervivencia; Irlanda va de mal en peor y Portugal ya está dando boqueadas, a la espera de ocupar el segundo lugar, detrás de Irlanda, para echar su SOS en demanda de ayuda; España no les va a la zaga cuando su coste de emisión de deuda pública se duplica; el diferencial con el bono alemán alcanza la cota de los 232 puntos básicos y sigue subiendo, y el diferencial entre los bonos a tres años alcanzaba los 241 puntos básicos.
Pero es que, las malas noticias se acumulan. El déficit comercial hasta el pasado mes de septiembre, ha aumentado un 5’3% con lo que ya hemos alcanzado los 39.337 millones de euros; el paro no remite como era de prever; los inversores internacionales huyen de nuestros valores ante el peligro del contagio irlandés y las cotizaciones en bolsa de nuestras principales entidades financieras están cayendo a causa de la desconfianza creada, en todo el mundo, por los bancos irlandeses –los causantes principales de los problemas de Irlanda, ya que su volumen de endeudamiento se dice que supera en siete veces el PIB de dicha nación –. Lo que no nos dicen desde el Gobierno es que, nuestra participación en el rescate irlandés, nos va a suponer, a los españoles, avalar más de 3.000 millones de euros y, es preciso recordar que, España, desde el mayo pasado, está controlada desde Bruselas para que el BCE compre deuda española como medio para evitar que caigamos en el abismo que se abre a nuestros pies, aunque se nos quiera ocultar. En este contexto, las martingalas pueriles de ZP siguen como si no ocurriera nada y, algo tan importante como es la reforma de pensiones, por miedo a que influyan en las elecciones catalanas, se ha postergado hasta el marzo o abril del próximo año. Desde Bruselas ya se nos ha advertido de estos retrasos en las reformas y se ha dejado claro que no será suficiente con un enmascaramiento de la reforma laboral que, para ellos, ha de ser profunda, eliminando los aumentos salariales según el IPC, moderando mucho más los costes de los despidos y eliminando todo tipo de contratos de trabajo que no sea el contrato de personal fijo (salvo los de campaña o temporada).
Resulta insultante que, el señor Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España, venga a resacar a los jubilados que se pueden dar con un canto en los dientes con el hecho de que “sólo” dejen de percibir aumentos ya que, seguramente, “debieran de haber contribuido a la erradicación de la crisis con la disminución de las pensiones que vienen percibiendo”. Es imposible que, siendo una persona que conoce las maquinaciones del Ejecutivo, que sabe los despilfarros que se han llevado a cabo con los impuestos de los españoles para “salvar” a los bancos (250.000 millones de euros), los principales culpables de la crisis de la “burbuja inmobiliaria” o para subvencionar a feministas o a actorzuelos mediocres o al cine español o a Catalunya, que ha sido la beneficiada de este Estatuto (que parece que nadie se acuerde de que ha sido declarado inconstitucional en parte); o las millonarias aportaciones ala Alianza de Civilizaciones o los despilfarros de nuestros ministros, especialmente ministras; o… podríamos llenar varios folios si quisiéramos enumerar los gastos inútiles de este Gobierno, que podrían haberse reducido o suprimido como, por ejemplo, el número ingente de nuevos seudo-funcionarios contratados a dedo en Andalucía, Catalunya o Baleares, por citar alguna de las autonomías que lo han hecho; con cuyo coste se podrían mejorar varios puntos las pensiones de aquellos jubilados y enfermos crónicos, que parece que se han convertido en el botín más fácil de apropiarse por todos aquellos que han sido los culpables directos de que nos encontremos en una situación tan crítica.
Lo que no sabemos es si la señora Salgado, esta ministra que parece que todo lo tiene “previsto” y que “ya estaba en los cálculos del Gobierno que sucediera”, también entraba en sus cálculos, lo que está sucediendo estos días y, si en verdad, lo estaba, ¿por qué no ha tomado medidas para evitarlo? Quizá sería bueno que le recordáramos algo que puede que no tenga en cuenta y es, la postura de la señora Merkel y de su ministro de finanzas, señor Schaeuble, que llevan tiempo anunciando que “es preciso que aquellas naciones que no han hecho sus “deberes” y que constituyen un lastre para la moneda única, el euro, sean apartadas, temporal o definitivamente, de la zona euro” con el propósito de que no se ponga en peligro la supervivencia de la moneda europea; una divisa que, por cierto, no está pasando por sus momentos más felices. Si se ha de cortar por lo sano, si es preciso hacer sacrificios, para salvar a España, empiecen por dar ejemplo los que más tienen y que viven mejor, antes de ensañarse con los pensionistas.
Miguel Massanet Bosch