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Otro Presidente es posible. Crónica de las llamadas personales de David Cameron a directivos españoles (por S. McCoy)

Publicada el noviembre 26, 2010 por admin6567
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(Publicado en El Confidencial-Reggio´s, aquí)

La cosa no pasaría de ser una anécdota en un entorno distinto del actual, una conversación más entre muchas que honran al que las realiza y sirve para contar a los nietos el día de mañana a quien las recibe. Sin embargo, cobra en las presentes circunstancias especial significación al ser signo del distinto talante con el que, gobernantes que aprovechan las cumbres del G-20 para hacer carrera continua juntos -con desigual estilo, dicho sea de paso-, entienden el papel y la trascendencia de las inversiones foráneas en su país en momentos de crisis. De ahí que el chascarrillo haya corrido como la pólvora por el todo Madrid. Y de ahí que, para muchos de los empresarios que mañana acuden al llamado de Moncloa, ¿se encontrará entre ellos el protagonista de este suceso?, la comparación de Zapatero con dirigentes como David Cameron resulte hasta odiosa: tres años de ninguneo y sólo cuando ha trascendido el cabreo en forma de Manifiesto, convocatoria de cara a la galería. ¿Será posible?

En las oficinas de X reina la calma. Ha sido un año especialmente duro, lleno de incertidumbre operativa, financiera y hasta regulatoria. Las cosas en España han ido más bien regular, con la Administración hemos topado, y ha habido que poner la mirada fuera con especial énfasis en los mercados emergentes. Como casi todos. Sin embargo, dadas las particularidades del negocio, Reino Unido se ha convertido en la plataforma idónea para el desarrollo de un nuevo mercado en el que poner en valor la franquicia tecnológica. Se ha decidido empezar con una inversión modesta, de unas pocas decenas de millones de euros. Cualquier cosa con tal de ir minorando, en la medida de lo posible, la dependencia de la arbitrariedad doméstica.

Suena el teléfono en el despacho del Consejero Delegado; al otro lado la voz de su secretaria:

- Sí dígame.

- Le llaman de la Embajada de Reino Unido, el Sr. Embajador- responde rápidamente.

- Ok, páseme.

Segundos musicales.

- ¿El señor Y?- truena una voz grave en inglés.

- Sí, soy yo.

- Buenas tardes, encantado de hablar con usted. Mire, he recibido una llamada del Primer Ministro, Mr. Cameron, y me ha comentado que le

gustaría que conversaran unos minutos, si no tiene inconveniente. ¿Sería posible que le contactara en cinco minutos?

–Por supuesto.

- Si no le importa le llamará a su teléfono móvil.

–OK.

Cuelgan los dos. En el aire, la pregunta del millón: “¿qué querrá?” Llamada de urgencia al responsable de la filial local por si hay alguna novedad o alguna acción o declaración que sea susceptible de reproche; repaso rápido a las últimas actuaciones en el país. Nada por aquí, nada por allá.

Sin apenas tiempo para respirar, suena con puntualidad británica el teléfono del ejecutivo. Tras los pertinentes prolegómenos por razón de cortesía, en los que no hace sino aumentar el nerviosismo del español, llega a bocajarro la razón última de la llamada.

–Simplemente quería agradecerle, como máximo dirigente político de mi país, la confianza que ha depositado en nuestra economía, su voluntad decrear empleo y apoyar el desarrollo de la industria en la que opera, en la que hemos depositado enormes esperanzas. Tenga por seguro que recibirá un trato equiparable al de las firmas nacionales y que cuenta con mi apoyo personal y el de todo mi equipo. No dude en plantearme cualquier cuestión que nos permita mejorar de su mano.

Estupefacción, estupefacción, estupefacción…

Obviamente se trata de una recreación. Pero no debe alejarse mucho de lo que aconteció en realidad. ¿Una iniciativa propia? Seguro que no. Pone de manifiesto la importancia de contar con un equipo que es capaz de percibir el mundo en la globalidad que ya le caracteriza, que valora en su dimensión justa la importancia de los fondos productivos procedentes del extranjero en coyunturas complicadas y que sabe de los beneficios que se derivan de la corresponsabilidad y la cooperación mutua, de la seguridad jurídica y del apoyo explícito cuando las inversiones ayudan a situar el país donde quieren sus gobernantes. Todos suman, nadie resta.

Ese es el David Cameron al que Rajoy debe imitar y esos son los colaboradores de los que se ha de rodear, sean del signo político que sean. Resulta llamativo que el que fuera Ministro de Comercio de los laboristas, hoy Presidente del Consejo Asesor Internacional de HSBC, el independiente Lord Digby Jones, estuviera el día 18 de este mes en la Embajada Británica promoviendo la economía británica y la posibilidad de joint ventures con firmas nacionales, para concurrir conjuntamente al universo emergente, ante un nutrido grupo de empresarios y directivos españoles. Un miembro del gabinete de la oposición arrimando su ascua a la sardina del interés nacional. ¿Ves, González Pons? No es tan difícil…

Hay quien dice que igual que fue el ruido de sables el que puso a Adolfo Suárez en la calle, será el estruendo de los mercados financieros el que saque a José Luís Rodríguez Zapatero de la poltrona monclovita. Que los empresarios se han hartado y que la idea que subyace a ese Transformar España promovido por Eduardo Serra -hombre del Rey que difícilmente habría impulsado una iniciativa de este calado sin su aquiescencia a espaldas del Ejecutivo- y la Fundación Everis es el hartazgo y la voluntad de meter presión adicional a la caldera para que, mejor ayer que mañana, el peor activo de España, su Presidente, ninguneado por los que mandan sobre la economía y las finanzas nacionales, deje el cargo. ¿Quién sabe? Final novelesco para la Crónica de… ¿una Muerte Anunciada?

Más en http://twitter.com/albertoartero y en la cuenta de Alberto Artero en Facebook.

 

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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