Montaigne decía “Nadie está libre de decir sandeces, lo grave es decirlas enfáticamente” y no hay duda de que, nuestros políticos, han sabido darle la razón al gran humanista y literato francés, siendo unos verdaderos maestros en este arte de la petulancia necia o de la necedad petulante., que tanto monta, monta tanto. Lo que ocurre en nuestro país es que, por si no tuviéramos suficiente con soportar una grave crisis económica, de valores, de ética y moralidad, de desculturización y de chabacanismo mental; debemos aguantar y sobrellevar a una serie de sectarios, que llevan confundiendo lo que son unos ideales políticos con un medio de imponer, a toda una nación, sus particulares ocurrencias, sin que, en ningún caso, se tomen la molestia de reflexionar antes de exponerlas en público; calibrar sus posibles efectos, comprobar su viabilidad y su coste, certificar su legalidad y, por supuesto, verificar su necesidad y oportunidad valorando el posible beneficio que ello reportará a los ciudadanos.
Es evidente que, en España, tenemos problemas de envergadura; es obvio que, el tener a más de 4’5 millones de personas en el paro es preocupante y, el hecho cierto de que estemos dentro de las cuatro o cinco naciones europeas que presentan más síntomas de crisis económica y que tienen en vilo a toda la Unión Europea, no es algo que contribuya a que nos sintamos tranquilos. Tampoco lo es el que seamos la novena de las naciones que, según los expertos en economía, tenemos más posibilidades de que acabemos en quiebra soberana y que, desde Bruselas y el FNI, ya se hayan puesto en marcha previsiones, por si fuera necesario aumentar la dotación del fondo para la ayuda a naciones de la CE en problemas, algo que se inició con 750.000 millones de euros (precisamente para el caso concreto de que las cantidades previstas no fueran suficientes para el supuesto de que tuvieran que acudir al rescate de nuestro país). Pero lo peor de todo es que, según parece, nuestra rémora, lo que influye con más fuerza en la desconfianza del resto de naciones hacia nosotros y lo que hace que nuestras Bolsas se hayan convertido en el pim, pam, pum de especuladores y no especuladores y que, nuestro diferencial de deuda pública y privada, suba y baje como un yo-yo; por mucho que nos duela admitirlo, es nada más y nada menos que nuestro presidente, el señor Rodríguez Zapatero; del que, por si fuera poco, debemos de aguantar que nos de lecciones de patriotismo.
Y dentro de este maremagno de incertidumbres; de esta vorágine de actuaciones deslavazadas por parte del Gobierno; de este desconcierto de todas nuestras instituciones y del festival de sandeces, improperios, traiciones, chantajes y amenazas que hemos tenido que soportar por parte de los jerifaltes de los partidos catalanes, renegando de España y de los españoles, reclamando más ayudas económicas ( el gran Concierto económico a la medida del País Vasco) y más cotas de autogobierno, cuando no de independencia; aparece, señores, la inefable señora Leire Pajín, acompañada de la señora Aído ( que parece como si su ministerio no hubiera desaparecido y hasta se dice que continúa ocupando su antigua residencia) para demostrar a los españoles que su feminismo trasnochado sigue vigente y, para ello, no ha dudado en comparecer ante los medios para, de una manera categórica y enfática, al modo de gran experta en leyes, anunciarnos que: han decidido que, a los hombres, supuestamente maltratadores, como primera providencia y antes de que se les haya juzgado por las imputaciones de supuestos malos tratos, se les retire la patria potestad. Atentos, no nos dejemos engañar por apriorismos o por prejuicios, aquí no se trata de que se suspenda cautelarmente, durante el proceso en trámite, la convivencia con el progenitor acusado, con lo que pondríamos estar de acuerdo ( y de hecho se practica en virtud de las disposiciones preventivas vigentes), sino que aquí, señores, se establece un peligroso precedente que atenta contra el principio “in dubio pro reo” y el de la presunción de inocencia; lo que significa darle un vuelco a la seguridad jurídica de nuestro sistema judicial.
Resulta patético que una señora que, lo único que ha hecho en su vida, ha sido estar metida en política y militar en distintos puestos del PSOE, intente llamar la atención, quizá siguiendo consignas de su superior, señor ZP, y se nos constituya en jurista; olvidándose de los derechos que pudiera infringir con su propuesta, convirtiéndose en protagonista de algo tan peregrino como es pretender promocionar una ley que sancione, con la privación de la patria potestad (algo que en el derecho de familia es básico en esta institución) , antes de que haya sentencia penal firme, a aquella persona que, con razón o sin ella haya sido encausado por el delito de violencia de género. No es raro que, ante tamaña pretensión, los jueces tanto los de la Asociación P. Victoria como los de la Jueces para la Democracia, hayan expuesto sus quejas y objeciones indicando, con rotundidad, que el sistema jurídico español ya dispone de medidas de salvaguarda para atender a la defensa de los menores que se encuentran en tal situación.
Sin embargo, hay que hacer mención a la intervención del señor Rubalcaba, que se ve que tanto está para un barrido que para un fregado. Debo confesar que este señor me ha decepcionado, Pensaba que, aparte de sus habilidades intrigantes y sus actuaciones solapadas en la búsqueda de presuntos delitos que achacar a los miembros del PP, tenía unas cualidades ocultas que le hacían merecedor de un respeto. Me he engañado, porque ha resultado que, en cuanto lo han puesto al descubierto, cuando ha perdido su halo misterioso y ha empezado a intervenir públicamente, cuando ha pretendido argumentar sus posiciones o las de sus partido, debemos reconocer que no ha demostrado ser aquel Rasputín, inteligente y enrevesado, que nos habían hecho creer que era. Al contrario, su intento de describir lo que era eutanasia y separarla de cuidados paliativos, careció de argumentaciones satisfactorias y sus explicaciones resultaron pueriles y superficiales. Pero es que ahora, nuevamente, su intento de echarle un cable a la señora Pajín, todavía ha resultado más decepcionante. Porque, vamos a ver si nos entendemos, ¿qué quiere don Alfredo, dar a entender cuando dice que: “piensa en los niños antes que en la presunción de inocencia”?, qué tendrá ver una cosa con la otra. No se trata, señor mío, de un experimento de química en el que mezclando dos moléculas de H con una de O, obtengamos agua; aquí estamos en un Estado de Derecho que se rige por normas, leyes y reglamentos, que defiende la vigencia del ordenamiento jurídico que, bajo ningún concepto puede permitir que los derechos de los ciudadanos puedan ser descuidados, aunque sean los más aborrecibles criminales. Acuérdese, señor Rubalcaba, cuando defendía los permisos penitenciarios de los presos etarras; por ejemplo: el del señor De Juana Chaos; o, usted debiera recordarlo porque participaba en aquel gobierno de Felipe González, cuando lo del GAL, causante de la caída de aquel gobierno, un caso de terrorismo de Estado en el que se utilizaron medios ilegales contra los etarras.
Proteger a los niños de malos tratos y malas influencias, sí; tomar medidas preventivas provisionales para proteger su integridad física o psíquica, sí; prejuzgar a una persona que está imputada para privarla de sus derechos civiles; taxativamente, no; anticipar una posible sentencia condenatoria; taxativamente no. No hay nada, absolutamente nada que pueda privar a un ciudadano de los derechos que le confiere la ley a ser juzgado, a su defensa y a utilizar y conservar todos sus derechos civiles y personales, hasta que el correspondiente tribunal haya dictado la sentencia pertinente y esta sea firme.
Miguel Massanet Bosch