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La desconfianza, interna y externa, nos hunde (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el enero 2, 2011 por admin6567
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Será por el efecto de las fiestas o por el cansancio que nos llega a producir este cúmulo de noticias que vamos recibiendo, respecto a lo que nos espera para el próximo 2011; pero, el caso es, que sentimos una cierta pereza mental para enfrentarnos a estos pocos días que todavía restan de este infumable año 2010. Una de las famosas leyes de Murphy hace mención a “la primera ley de la publicidad: evitar la promesa concreta… y cultivar lo deliciosamente vago”. Es muy posible que nuestro Presidente que, durante el tiempo que ha estado al frente del Gobierno, ha cumplido escrupulosamente con esta ley murphiniana, haya decidido cambiar de táctica o, también lo es que, cansado de recibir críticas, harto de que desde Europa le vayan fijando el camino por el que debe transitar o, incluso, viéndose al extremo de su etapa de dirigente político, dándose cuenta de que se ha visto obligado, forzado por las circunstancias, a renunciar a sus sueños progresistas, a olvidarse de sus alucinaciones –donde veía una España, cortada a su medida, donde los gays y las lesbianas lo levantaban sobre el palio, rindiéndole honores, mientras los nacionalistas le entonaban el ¡hosanna César del relativismo!, y la oposición, sojuzgada, era echada a los leones del olvido, para ser devorada por ellos; al tiempo que las nereidas del socialismo, encarnadas por Leire Pajín, Bibiana Aído, Elena Valenciano y la cascabelera Trinidad Jiménez, iban arrojando claveles reventones a su paso, pisoteando, con sus leves pisadas, los últimos restos del catolicismo, aplastado por el laicismo galopante y los efectos apabullantes de la asignatura doctrinaria, EpC; con lo que dejaba vía libre para el descoyuntamiento de España y la victoria definitiva del más retrógrado socialismo; al modo de aquel gobierno que esperaban implantar en el año 1934 -cuando el PSOE se levanto en armas contra la II República–, Rodríguez Zapatero, ya no es aquel famoso mago capaz de convencer, a sus adeptos y encandilados votantes, de que la culpa de todo lo malo que le pudiera ocurrir al pueblo español venía de la odiada “derechona” y de los curas, “empeñados”, ambos, en conseguir que la pobreza se extendiera sobre las clases humildes para que los “ricos” se convirtieran en más ricos, “sojuzgando” a los más humildes. Ahora, la implacable realidad, ha abierto los ojos a aquellos que los tenían cerrados, dejándose guiar por quien esperaban que los librara de todos sus problemas. Muchos se han apercibido y han sufrido en sus propias carnes, de los efectos de desarbolar el sistema económico de la nación, de olvidarse de las empresas para seguir desarrollando una política de subvenciones a los amiguetes, regalos a los colegas y apoyo a bancos y cajas con miles de millones de euros; de despilfarrar miles de millones en ayudar a países de extrema izquierda, en crear organismos perfectamente obviables, como la famosa  Alianza de Civilizaciones, donde tantos millones de euros se han enterrado y se siguen dilapidando, en una empresa condenada al más irremediable fracaso. No, señores, Zapatero está acabado, física y moralmente, y ya sólo es una reliquia que, los socialistas, continúan manteniendo, como momia embalsamada; esperando conseguir capear el temporal que los está diezmando, en espera de que, el tiempo y la suerte, les permita recuperarse del descalabro que les viene causando su mala política, su errónea y tardía reacción ante la crisis; su soberbia al no aceptar los consejos de quienes, desde las instituciones, el Banco de España, los sectores bancarios; la apropia oposición; las entidades financieras del resto de Europa y el BCE y el FMI; que intentaron hacerle comprender a nuestro Gobierno que, sólo con unas reformas estructurales drásticas, una modificación del mercado laboral y una política de extrema austeridad, se podría conseguir salir a flote del pantano económico, social y financiero en el que nos estábamos debatiendo.

Ahora, cuando ya la suerte está echada, ha salido a predicarnos un nuevo señor ZP, una persona a la que no reconocemos, un recauchutado Presidente que, no sabemos si, como preludio a su suicidio político o como marioneta movida por los hilos de quienes mandan en Ferraz, se le quiere inmolar, al modo bonzo. Ahora nos promete lo que, en su día, Wiston Churchill prometió a los ingleses: ¡Sangre, sudor y lágrimas! Y ¡a fe, que se cumplieron sus promesas! ZP  se muestra tajante en el tema de las pensiones: jubilación a los 67 años y periodo de cálculo de la base ampliado a 20 años. Según informaciones, estas medidas van a reducir las pensiones entre un 12% y un 15% por la primera medida y un 10% adicional por el aumento del período de cálculo o sea, un perjuicio de  entre un 22% a un 25%, respecto al sistema actual. Se muestra, también, dispuesto a una reforma radical del mercado de trabajo y de imponer una severa cuarentena a las que han sido causantes, en parte, del estropicio económico que estamos padeciendo, las autonomías, que han sido incapaces, unas por falta de control de sus dispendios y otras, como Catalunya y el País Vasco, que han desplumado al Tesoro a base de sacar provecho de sus chantaje al señor ZP y a su Ejecutivo. En realidad, las anunciadas subidas de la electricidad y del gas, que han venido precedidas del aumento de los combustibles, nos dan la medida del grado de descapitalización de las arcas del Estado, que son incapaces de abonar a las compañías eléctricas la parte de la tarifa que les llevan adeudando desde hace años y que asciende a 20.000 millones de euros.

Pero no quiere dimitir ni quiere convocar elecciones anticipadas, Hay algunos ilusos que creen que unas elecciones anticipadas serían malas para España, sin embargo, convendría recordarles que el problema actual de nuestra nación es nuestro excesivo endeudamiento (en total, entre público y privado, superamos los 900.000 millones de euros) que, a medida que crece la desconfianza de los inversores foráneos respecto a la figura de ZP, más nos cuesta renegociarla y más se tiene que pagar por el interés ( vamos por 150 puntos básicos en intereses respecto al bono alemán) que supera ya el 5% y por el seguro de garantía ( que está por los 200 puntos básicos). Se trata de que España, una nación que todavía posee una potente industria, recobre la confianza que ZP nos ha hecho perder y, no cabe duda, de que unas elecciones anticipadas ( creo que, incluso, quizá se pudieran solapar con las autonómicas) con la constitución de un nuevo gobierno ( todas las posibilidades apuntan a un gobierno de derechas) qué duda cabe que cambiaría la imagen de nuestros país en el exterior y, con toda probabilidad, compensaría el esfuerzo que una convocatoria de elecciones, con su interinidad, le costaría al  pueblo español. En todo caso, según todos los auspicios,  parece que en los próximos meses, si siguen las cosas como parece que van a seguir, con el vencimiento de la deuda y los posibles ataques especulativos que vamos a tener que soportar; la actitud que pueden verse obligados a adoptar los sindicatos presionados, por sus bases, (incluida una huelga general) y los efectos de la supresión de los 426 euros, para aquellos desempleados que ya no tienen derecho al subsidio de desempleo y los aumentos de las tarifas eléctricas y del gas, junto a la posibilidad de un nuevo aumento de impuestos; es posible que acabe con la tranquilidad social y empiecen a producirse reacciones por parte de los más desfavorecidos. ¿Están o no justificadas una elecciones? El tiempo se encargará de darle la razón a quien la tenga, lo malo es que, cada día que pasa es uno que se pierde para evitar que España se vea en una situación límite, en la que acabemos como Irlanda o Grecia y tengamos que sufrir la humillación de ser intervenidos por la UE; en cuyo caso, nuestras posibilidades de decidir por nosotros mismos se eclipsan y tendríamos que pasar por las Horcas Caudinas de vernos dirigidos desde fuera de nuestras fronteras. La obcecación de un sectario, incapaz de gobernar adecuadamente, no puede llevar a la patria hacia su autodestrucción. Procede evitarlo.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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