EDITORIALES: Una humillación a las víctimas que debería tener consecuencias
(Publicado en e-pesimo Auxiliar 1, aquí)
BATASUNA y otros grupos afines sacaron ayer a la calle en Bilbao a decenas de miles de personas en una manifestación que tenía como objetivo pedir el acercamiento de los presos pero que se convirtió en acto de enaltecimiento de sus móviles criminales.
Y ello es así porque el comunicado leído al final del acto hacía referencia a «las prisiones de exterminio», calificaba de «presos políticos» a los asesinos de la banda y exigía «vaciar las cárceles» para que los etarras puedan sumarse al «proceso» que quieren impulsar y que pasa por la legalización de Batasuna.
Ni una sola palabra hacia las 800 personas asesinadas por ETA, que para los manifestantes de ayer no existen. EL MUNDO publica hoy que cerca de 200 crímenes de la banda siguen sin ser esclarecidos por la Justicia y que casi la mitad de ellos ha prescrito con total impunidad para los verdugos. Pero la izquierda aberztale sigue con el mismo rasero de siempre: prestigio y apoyo para quienes han empuñado las armas y desprecio y silencio hacia las víctimas, que tienen motivos para sentirse afrentadas por el siniestro espectáculo de ayer.
Lo que presenciamos en el centro de Bilbao fue -menos burdo que en otras ocasiones pero no por ello admisible- un acto de enaltecimiento del terrorismo, del cual son responsables los promotores, los portavoces que leyeron el comunicado y los dirigentes de Batasuna, cuya plana mayor asistió a esta farsa en la que unos manifestantes portaban un retrato del preso más veterano de ETA. A la vista de lo sucedido, el juez debería haber prohibido esta manifestación. Pero, como ello ya no tiene remedio, la Fiscalía debería haber iniciado acciones penales contra sus organizadores.
Lo que ayer quedó claro es que Batasuna y su entorno carecen de la más mínima voluntad de repudiar a ETA, a la que siguen glorificando en privado y en público. Los dirigentes de Batasuna dicen que quieren participar en el juego democrático a través de un partido que pueda concurrir a las próximas elecciones, pero ello es imposible mientras no corten el cordón umbilical que les une con la banda, que ayer quedó de nuevo patente.
Algunos gestos del Gobierno han permitido que Batasuna haya recuperado en los últimos meses el protagonismo político que había perdido. Pero en realidad es la izquierda abertzale la que necesita oxígeno y no el Estado de Derecho, que ha demostrado que es factible acabar con ETA por medios policiales y democráticos.
El Estado de Derecho no debe bajar la guardia ni disminuir la presión contra la banda y su entorno, que no pueden imponer ninguna condición y menos exigir la salida de unos presos que tienen que cumplir íntegramente sus penas por unos delitos que nunca dejaran de producir una extraordinaria repugnancia moral.
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