(Publicado en República de las ideas-Reggio´s, aquí)
Ayer el Gobierno y los poderes fácticos, financieros y empresariales, de este país se desayunaron con un editorial del diario Financial Times –el enemigo público de la vicepresidenta Elena Salgado– donde recomendaba a España solicitar una línea de crédito al Fondo Monetario Internacional para prevenir el riesgo de un rescate financiero por parte de la UE ante el acoso de los mercados a la deuda pública y privada de nuestro país. Un riesgo que podría aumentar a medida que la presión crece sobre nuestro vecino de Portugal.
Un jarro de agua fría del prestigioso rotativo de la City londinense que sin duda habrá alimentado nuevas sospechas anti españolas de los analistas y agencias de calificación internacionales, y que ayer enturbió la jornada con la que el presidente Zapatero iniciaba un contraataque o campaña oficial del Gobierno –que prolongará con una gira internacional- frente al temido ataque de los mercados a la deuda española.
En campo o mar abierto ya está planteada la batalla de España contra el impetuoso oleaje de los mercados que ya golpean las costas de Portugal y amenazan con alcanzar las orillas españolas sumiéndonos en el riesgo y el desprestigio del rescate financiero español por parte de la Unión Europea y del FMI. Porque, de producirse el naufragio financiero hispano, harían falta muchos mas fondos de los que actualmente dispone la UE, porque España, por su tamaño e impacto internacional, no es Grecia, ni Irlanda ni Portugal, sino un posible problema mayor que pondría en peligro al “euro” y a otros países de la UE (empezando por Italia).
Se trata de una batalla crucial que afecta a la credibilidad de España y a la recuperación del crecimiento de nuestro país, de ahí que el presidente y su gobierno se hayan apresurado a transmitir en este inicio de 2011 mensajes de firmeza sobre las reformas en curso de pensiones, convenios colectivos y la transparencia y solvencia de los bancos y las cajas de ahorro. Como lo hizo ayer Zapatero en Moncloa, ante los altos representantes de la banca, las grandes empresas, los sindicatos y la patronal, advirtiendo el presidente que no le temblará la mano para llevar a cabo los ajustes por más que ello tenga un coste político y social para él y para su partido.
Finalmente, y a la fuerza por el riesgo de una intervención exterior de las cuentas del Estado, Zapatero ha decidido hacer en pocos meses –desde el pasado mes de mayo- lo que debió haber iniciado en 2008 cuando ya había estallado la crisis financiera internacional, que el mismo negaba por interés electoral y manifiesta incompetencia de su gobierno y altas instituciones del Estado como el Banco de España. Los que dejaron mal pasar el tiempo hasta perder ¡dos años y medio! –de finales de 2007 a mayo de 2010- sin dar la voz de alarma y ni tomar las decisiones oportunas, mientras Zapatero se mecía en su discurso –ahora aparcado- de “la respuesta social a la crisis” con la pretensión de “meter en cintura” a los mercados que, finalmente, son los que han impuesto su “dura lex” y han metido en cintura al Gobierno y al déficit español, que Zapatero asegura que quedará reducido en un 6 por 100 a finales del presente año.
Naturalmente si el contraataque del Gobierno fuera acompañado de un gran pacto político de estabilidad y cohesión nacional, con el PP incluido, todas estas iniciativas del Gobierno tendrían más fuerza y credibilidad pero ya es demasiado tarde para construir ese escenario y menos aún en año electoral. Sobre todo cuando todos saben que la propia presencia de Zapatero en la presidencia del Gobierno es uno de los obstáculos para la recuperación de la confianza en España por cuanto este presidente ha desdeñado la crisis y ha cometido gravísimos errores que ahora, por las bravas, intenta rectificar con ajustes y reformas estructurales que decidió implementar de urgencia (algunas de ellas por decreto), en un intento desesperado por frenar la sed insaciable de los especuladores que han visto en nuestro país la caza mayor con la que esperan completar sus correrías por Grecia, Irlanda y Portugal.
Ni que decir tiene que la opinión pública y los medios de comunicación están jugando un papel importante en todo ello, de ahí la escenificación de ayer en el palacio de la Moncloa y la ronda de viajes al extranjero de varios ministros que se anuncia para los próximos días. Lo que parece necesario por más que ofrezca una penosa imagen de debilidad, porque cuando un país se ve obligado a dar más explicaciones que órdenes eso ya es de por sí una mala señal. Si añadimos la debilidad parlamentario del Gobierno y los riesgos de enfrentamientos con los sindicatos o los desafíos nacionalistas veremos que el problema no es menor.
Y aunque deseamos al Gobierno todo el éxito del mundo en su iniciativa y contraataque frente a los duros mercados –en el que debería participar el PP, abandonando aunque sea temporalmente su actitud electoralista-, mucho nos tememos que el peligro del rescate español no será tan fácil de conjurar de manera definitiva y frontal. Entre otras cosas porque se van a conocer muy pronto las cuentas de 2010 de bancos y empresas en las que, amén de la nueva “transparencia” sobre el lastre inmobiliario, saldrán a flote datos que evidencian la debilidad de la economía nacional.
como leí en Padre Rico Padre Pobre, la mayoría de nosotros trabajamos para el gobierno, para los bancos y para que nuestros jefes se hagan más ricos. ¡No quiero esto!