De la depresión absoluta a la euforia desmedida. Hay algo, en todo este tema de la deuda pública y privada de las naciones, del juego que se traen los gobiernos de la Comunidad Europea y del valor y la importancia que, de una amanera aleatoria, según soplen los vientos de la política o de la economía o, si queremos ser más maliciosos, de acuerdo con los intereses de determinados grupos de presión, de ciertos lobbies de gran influencia en los sectores financieros y de ciertas multinacionales con intereses en los grandes productores del petróleo; van oscilando al compás de unos vientos especulativos tan cambiantes que es imposible, para cualquier ciudadano de a pie, hacerse una idea de, si todo está a punto de desmoronarse sobre él o si, por el contrario, sólo está presenciando una gran representación en la que una serie de manos anónimas manejan los monigotes que penden de los hilos que los hacen actuar según les convenga. No tiene explicación o, sí la tiene, todo depende del grado de credulidad del espectador, el hecho de que, ayer, Portugal estaba a punto de tener que ser rescatada con urgencia y, hoy, el señor Sócrates, esté sacando pecho por haber colocado, con facilidad, los 1200 millones de euros de los que dependía la estabilidad de su país. Como España estaba en la cola, en el puesto inmediato a Portugal, aquí, como si de pronto todas las señales de alarma hubieran desaparecido, la situación de nuestras empresas hubiera mejorado, el PIB hubiera sufrido una milagrosa recuperación, la deuda hubiera quedado reducida a los niveles más bajos y nuestro déficit hubiera caído vertiginosamente por debajo del tan deseado e inalcanzable 3% que fija el Plan de Estabilidad de la UE; la Bolsas, estás que han estado, machaconamente, llevando a todos los valores al sector rojo que señala las pérdidas; como si le hubieran inyectado un potente afrodisíaco, han rebotado con la elasticidad de una pelota de ping-pong para elevarse, en sólo dos sesiones, a las grandes alturas donde predomina el verde de la esperanza que señala las ganancias.
Y uno, asombrado y confundido, se pregunta si en toda esta movida habrá algo que explique estos cambios súbitos, esta volatilidad de las Bolsas y estos volubles cambios de tendencias; que tenga algo que ver con la lógica y el sentido común. Pues, si quieren que les diga lo que pienso, sólo me cabe una explicación y es que los pobres ciudadanos de a pie de toda Europa estamos en la más completa inopia, sólo comparable a aquella en la que están permanentemente instalados el señor Rodríguez Zapatero, su ministra, la vicepresidenta señora Elena Salgado; aunque pretendan convencernos de que ya hemos salido de la recesión y que en un corto espacio de tiempo empezaremos a generar empleo, aún reconociendo que hasta que el PIB ronde el 2% o lo supero, ello va a ser imposible. Pero volvamos al tema principal. El hecho es que, la deuda de nuestro vecino Portugal ha sido comprada masivamente (se habla de mil millones de euros) por el BCE. ¿Dónde, señor Sócrates, halla usted el motivo de jolgorio en ello? Analicemos la situación: en Bruselas ya se han puesto en marcha los mecanismos de rescate para sacar a Portugal de lo que se considera inminente, entendiendo por ello un plazo relativamente reducido (se habla de una ayuda de 50.000 millones de euros); porque ya dan por sentado que dicha nación no va a poder sobrevivir a futuros vencimientos como, por otra parte, es la teoría que comparte, en el mismo país, el Banco de Portugal, que ha reconocido que el rescate es “inevitable”. El hecho es que, este mismo banco, ha pronosticado que la austeridad financiera y la contracción crediticia causarán una nueva recesión en el 2011 y un crecimiento débil en 2012. ¿Hay algo en España que demuestre que no vamos a estar en una situación similar, para que no nos ocurra algo parecido? Lo cierto es que, mientras el Estado pretende poner orden en el sector bancario y financiero, mientras se ve obligado a abocar miles de millones en intentar rescatar de sus dificultades a las cajas de ahorros, incentivando sus fusiones y despidiendo plantilla ( por cierto que en unas condiciones incomprensibles que les permiten retirarse a partir de los 55 años con casi todo su salario, cuando al resto de pensionistas se les ha escatimado un aumento que les permita subsistir decentemente); contribuyendo a que, el número de desocupados, en lugar de reducirse, siga aumentando; las empresas siguen sin conseguir créditos, no existe financiación para actualizarse y hacerse competitivas; la reforma laboral ha quedado en reformita y nada parece que haya cambiado en el país para que, los inversores, vean en nosotros a un país capaz de inspirar confianza a largo plazo. Eso sí, los especuladores, los buscadores de gangas se aprovecharán de los buenos intereses que pagamos para enriquecerse a costa de nuestras desgracias. El hecho cierto es que Bruselas continúa vigilante, sin bajar la guardia, convencida de que, si España cae, tanto el Euro como el resto de países de la UE van a sufrir las consecuencias; por lo que es imprescindible evitar que caigamos en quiebra soberana. Lo que ya no queda tan claro es la forma en que se puede lograr evitar que esto suceda y el dinero que se precisará aportar para que, en el caso de que las medidas del Gobierno no sean suficientes o el ahorro en gasto público no sea importante, se deberá afrontar el sistema del rescate y las cantidades a aportar por el resto de países europeos, para conseguir impedir que nos hundamos y con ello, los arrastremos detrás de nosotros.
Y aquí entramos en lo que pudiéramos comparar con la pescadilla que se muerde la cola. Parece que la UE pretende incrementar la cantidad dedicada al rescate de países en situación de pre–quiebra soberana. Ya tenemos a Grecia e Irlanda que han sido rescatadas. A las puertas del rescate está Portugal, que la mayoría de especialistas ya la dan como candidata siguiente a ser rescatada, lo que requerirá unos 50.000 millones de euros para poder cumplir con sus compromisos. Lan cantidad que se dotó al BCE fue la de 750.000 millones de euros, de los cuales no todos han sido aportados por los países comprometidos. Ya se han gastado las ayudas de Grecia e Irlanda y están a punto de caer la correspondiente a Portugal. Lo que sucede es que estas ayudas sólo se pueden dar a tres países de la UE, por lo tanto España, la siguiente en la cola, no tendría posibilidad de ser ayudada. Aún superando este escollo, que es de suponer que se conseguiría obviar de alguna forma; existe otro problema de más difícil solución y es que, contando con las ayudas ya dadas y teniendo en cuenta que el agujero español se calcula en 460.000 millones de euros, contando con que, la cantidad de efectivo que tiene el Fondo de Rescate en la actualidad es de 450.000 millones de euros, debido a que: hay ya tres países que han dejado de hacer su correspondiente aportación ya que precisan la ayuda del Fondo, a las que deberíamos a España, en el supuesto de que necesitara ser rescatada; en segundo lugar, porque parece que ni Francia ni Alemania ni los países nórdicos podrán completar la cantidad por medio de emisión de deuda, porque podría complicar su propia estabilidad económica. En definitiva, que quedaría para el rescate una cantidad de, aproximadamente, 320.000 millones de euros, lo que supone que faltarían 126.000 millones para poder rescatar a España. Si se ha de aumentar el Fondo de Rescate, como propone Olli Rehn, aparte de las posiciones remisas de algunos países a aportar más dinero; va a resultar que, en definitiva vamos a ser, como ocurre siempre, los mismos ciudadanos europeos quienes, con nuestro sacrificio y los impuestos, nos rescatemos a nosotros mismos. Pero seamos fatalistas y admitamos la Ley de Murphy que dice: “no puedes ganar; no puedes perder, ni tan siquiera puedes abandonar la partida” ¡Estamos listos!
Miguel Massanet Bosch