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El lado oscuro de los conservadores nacionalistas (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el enero 17, 2011 por admin6567
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Nadie se lleve a engaño y nadie piense que, en Catalunya, con el nuevo gobierno presidido por don Artur Mas, las relaciones de la comunidad con España van a mejorar un ápice o que, las continuas reivindicaciones que el Tripartit formulaba vayan a desaparecer o a disminuir un ápice, con el cambio de papeles consistente en el traspaso de poderes de los socialistas del señor Montilla  a favor del nuevo gobierno de CIU. Uno sería de izquierdas pero los recién llegados al poder no son, en realidad, de derechas, al menos como la mayoría de los ciudadanos entendemos por ello porque, en Catalunya, la derecha queda reducida a la defensa a ultranza de un conservadurismo basado en mantener vigentes los privilegios de casta, el poder de las oligarquías catalanas y el alimentar la hoguera del más intransigente nacionalismo, hasta que consigan su meta soñada: la independencia de Catalunya de España. Cualquiera que viva en Catalunya sabe que, en esta tierra, hay dos clases de nacionalistas, aquellos que siguen aferrados a sus privilegios locales, de ideas izquierdistas y de ideas fijas respecto a sus tradiciones, entre las cuales se ha venido cultivando, a través de los años, una animadversión visceral hacia el centro de España, Madrid, y otro sector que corresponde a los que han hecho de este sentimiento catalanista un medio para acceder al poder, para mezclar política con ambiciones personales y para, valiéndose de la demagogia, del recurso a presentarse como victimas del centralismo Estatal y de apelar a la defensa de la lengua catalana y su imposición( inmersión lingüística), sobre la nacional; han conseguido ¬– por la torpeza de los últimos gobiernos centrales – que el grado de catalanismo e independentismo haya pasado de un escaso 17% de hace unos años a más del 50% actual.

Puede que algunos ilusos pudieran pensar que el señor Mas era la antítesis del Tripartit; es de esperar que, incluso en las cúpulas del socialismo y de los populares, albergaran alguna esperanza de que las reivindicaciones catalanistas disminuirían, o al menos, se reducirían para enfocarse más en solucionar los problemas económicos de España. Nada de eso, el señor Mas y su equipo de técnicos van a intentar a toda costa reparar las grietas que, el señor Montilla y el hatajo de secuaces que le acompañaron en su etapa de President, dejaron en las cuentas de la Generalitat; pero no nos llamemos a engaño, el actual President, no va a levantar un dedo para ayudar a España o al resto de las 16 autonomías. Lo ha dejado claro cuando ha elevado el tono de su desafío a España, diciendo que le importaba un bledo lo que pasara con el resto de autonomías, si el Gobierno de ZP quería reducirles las aportaciones estatales, con motivo de la crisis y la necesidad ineludible de ahorrar en gastos público; pero que, en lo referente a Catalunya, no iba a consentir el más mínimo recorte de lo que se les concedió en el famoso Estatut catalán. Hoy mismo ha lanzado un aviso, al PSOE y al PP, contra un posible recorte autonómico y no se ha andado con chiquitas, porque ha manifestado con énfasis que “Catalunya no se toca” y para evitar cualquier mal entendido ha añadido con rotundidad que el catalán es, sic. “un pueblo dispuesto a defenderse”.

Llegado a este punto vale la pena que recordemos algunos de los antecedentes que han dado lugar a que, un problema de poca monta, como era el nacionalismo catalán hace unos años, se haya convertido en un peligroso torpedo para la línea de flotación del Estado español y su unidad territorial. El señor Aznar, en su primera legislatura, lo hizo casi todo bien, puso en orden el PP, dio un vuelco a la crisis económica, aumentó el empleo y llevó a España con calificación de notable a integrarse en la UE. Pero tuvo dos fallos, uno, el último, implicarse demasiado directamente en el conflicto de Irak y otro, al principio de la legislatura, caer en la tentación de negociar con el señor Jordi Pujol para conseguir el apoyo catalán que le permitiera gobernar con una mayoría sólida. Tuvo que pagar demasiado por ello y aquella fue la primera piedra para la edificación de esta peligrosa frontera de sentimientos y rivalidades entre Catalunya y España. El señor Zapatero todavía a ahondado más en el tema y, fue tan servil e inocente, que se creyó capaz de jugar con dos barajas con los nacionalismos catalán y vasco y, como no podía ser menos en ambos casos su flaqueza, su incompetencia, su ingenuidad y su evidente rendición al nacionalismo, no han tenido otro resultado que el reforzar a los nacionalistas, proporcionarles instrumentos para progresar hacia su meta, el autogobierno, y, de paso, debilitar al Gobierno central, agotar su tesorería y dejarlo huero de competencias; de forma que, temas tan fundamentales para España como es el mercado único, la Seguridad Social, la enseñanza y los impuestos, han pasado a manos de las comunidades dejando al  gobierno en una situación tal que depende de que, las respectivas autonomías, quieran colaborar con él para poder tomar decisiones que afecten a todo el ámbito nacional.

Si hubiera alguna duda sobre las intenciones de CIU, no faltaba más que volver a escuchar al señor Mas el eterno discurso victimista al que tanto les gusta apelar a los políticos catalanes. Para Mas los grandes partidos buscan “debilitar a Catalunya”, o es que, ¿acaso, no es cierto que, si analizamos la poca solidaridad demostrada por los nacionalistas catalanes y su egoísmo desmesurado, no se podría decir, con más razón, que lo mismo es lo que buscan los políticos catalanes? Siempre me he preguntado ¿a que viene que una supuesta “nación” que pretende poder valerse por si misma y saca pecho de ser una de las partes más industrializada de España; se pase todo el tiempo quejándose de la falta de financiamiento por parte de España, reclamando que se le devuelvan los tributos que, empresas españolas y multinacionales extranjeras, han ingresado en Hacienda por sus actividades comerciales? Lo curioso es que, mientras presumen de auto valerse, se da la circunstancia de que el goteo de grandes empresas que se marcha de Catalunya no cesa; los ERES siguen produciéndose y el número de desempleados sigue siendo, con Andalucía, uno de los más altos de España. Habría que ver el peso que hoy en día tienen en la economía catalana aquellos antiguos empresarios, dueños y amos de sus empresas, de los que tanto habló en sus magníficos libros el escritor Ignacio Agustí, lo que pintan, en el conjunto de la economía catalana, en estos momentos. La realidad es que, cada día son más las multinacionales que se han hecho cargo de antiguas empresas catalanas y, precisamente, son estas misma sociedades las que no ven con buenos ojos determinadas medidas locales, imposiciones fiscales y trabas laborales que no tienen que soportar en otras partes de España o en países con mano de obra más barata y que les ofrecen más libertad y mejores condiciones.

El nombramiento por CDC del hijo de J.Pujol, Oriol Pujol, para el cargo de secretario general adjunto y número dos del partido, es una señal evidente de cual va a ser la deriva futura del partido y de que su padre, el honorable Pujol, va a seguir de cerca la marcha del partido, lo que no puede significar otra cosa que, la parte económica, puede que siga por las líneas de la ortodoxia capitalista pero, sin duda, en lo que se refiera a la marcha por la independencia va a estar asegurada y reafirmada por la vieja guardia del partido. En definitiva seguirán “los mismos perros pero con diferentes collares”. ¡Atentos a los meses que vienen! El cóctel de nacionalismo y crisis puede resultar verdaderamente indigesto.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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