Es muy difícil poder entender lo que está ocurriendo en España con la resaca de las elecciones del 22 de mayo pasado. Uno pensaría que, el mensaje de la ciudadanía española, había sido nítido y sin posible interpretaciones que pudieran hacer entender que la población española, apostara masivamente por la continuidad de la política socialista y que los votos apoyaban al PSOE, para que siguiese manteniendo la política fiscal, económico, financiera y social que ha venido aplicando desde su entrada en el gobierno y, en especial, desde finales del 2007,cuando los primeros síntomas de la crisis que se fraguaba en los EE.UU. con las hipotecas sub-prime, que tanto nos han llegado a afectar a pesar de que, el señor ZP, se apresuró a negar que existiera peligro de que nos llegaran a afectar y cuando comenzó a afectarnos (con el derrumbe de la burbuja inmobiliaria), minimizando sus verdaderas dimensiones. Al contrario, el apoyo masivo al PP del señor Rajoy, guste o no, no se puede negar y esto implica un deseo del pueblo español de un cambio inmediato de políticas.
Es por eso que nos cuesta asimilar esta campaña feroz desatada por el PSOE que, en lugar de celebrar un congreso, tal y como pedía el señor Patxi López, –donde se hubieran podido poner sobre el tapete de la mesa de deliberaciones las opiniones de los distintos miembros del partido, sobre cuáles habían sido las causas de tan espectacular derrota; cuáles las medidas a adoptar para enderezar el camino de la formación; cuáles las personas responsables de la derrota; cuáles las que debían cesar en sus cargos y cuáles las que debieran sustituir al actual equipo directivo del PSOE; que se ha mostrado incompetente para gobernar a los españoles, arrastrando a la nación a una de las situaciones más delicadas de toda la historia de su democracia –; se ha adoptado por nombrar a dedo al señor Rubalcaba, dejando la celebración de primarias como una simple broma y un ejercicio de auto sacrificio para aquellos insensatos que se atrevan a concurrir a ellas. La bicefalia, por mucho que Rubalcaba se empeñe en declararse un amigo fiel del señor ZP, conociendo la tendencia absolutista del segundo y su facilidad para meter la pata hasta el corvejón, no puede durar mucho.
El hecho es que suponemos que, en un intento baldío de disimular la derrota, en un pataleo consecuente con el berrinche que han cogido al verse humillados por su rival, el PP; se están rompiendo los cuernos intentando conseguir hurtarle al partido vencedor los pocos municipios en los que no ha conseguido la mayoría absoluta, aunque sí haya sido más votado. Para ello no han dudado en emplear todas las malas artes, en las que son verdaderas eminencias, para, aún en aquellos municipios donde les es imposible gobernar, favorecer a otros partidos, aunque estos sean el propio BILDU, para evitar que gobiernen los populares. Esta práctica ya la usaron en Cataluña, en las anteriores elecciones del 2007, cuando constituyeron el Tripartito para evitar que Convergencia, la más votada, pudiera gobernar; la utilizaron en Baleares, donde el partido del señor Rajoy se quedó a un punto de la mayoría absoluta, mediante una coalición contra natura de seis partidos, entre los cuales había uno, el de la señora Munar, que ha gobernado con el único propósito de sacar beneficio para sus componentes, lo que les ha llevado a tener que comparecer ante los juzgados para dar cuenta de sus delitos. No les es ajeno al PSOE, este tipo de combinaciones, aplicando aquel antiguo dicho tan conocido del perro del hortelano que “ni come ni deja comer”.
No obstante, debemos reconocer que, a pesar de la extraordinaria gestión que el gobierno del señor Aznar llevó a cabo durante su mandato, en el que situó a España a una altura que hacía muchas generaciones de españoles que no se había conocido, logrando una recuperación económica espectacular, una creación de millones de puestos de trabajo y el reconocimiento del resto de naciones de Europa, en muchas de las cuales se nos tomaba como ejemplo y se nos imitaba; lo cierto es que, en nuestra nación, existe una opinión muy extendida, propagada, incitada y aceptada de que la derecha no tiene otro objetivo que ganar dinero y aprovecharse de la clase obrera, explotándola, para que se enriquezcan unos pocos. Seguramente se debe, en gran parte, a los rencores que se generaron durante la guerra civil, como consecuencia de viejas y, al parecer, inextinguibles rencillas, piques y desavenencias entre españoles; que, de padres a hijos, se han ido transmitiendo hasta nuestros días; de tal modo que, a pesar del tiempo transcurrido, siguen vivas en los corazones de muchos españoles.
Así nos encontramos que, la misma UPyD, de Rosa Diez, se encuentra dudando, en Getafe, sobre si apoyar al PP, la lista más votada y, por consiguiente, la que expresa el deseo de la mayoría de los getafeños. Lo curioso del caso es que, la fundadora de UPyD, tuvo que abandonar el PSOE, debido a las diferencias de criterio que surgieron con motivo de la forma de enfocar, de sus antiguos correligionarios, el tema del terrorismo en Euskadi. Una señora que goza de mis simpatías y que ha tenido unos excelentes resultados, sobre todo en la comunidad madrileña. No obstante, parece que también está afectada de este síndrome de miedo a pactar con el PP como si, con ello, sintiera que se traiciona a si misma y a sus antiguos compañeros socialistas. Y es que, a mi modesto criterio, la política en España está demasiado basada en las fidelidades a los partidos y casi nada a la forma de gobernar de quienes ostentan el poder.
En cualquier país del resto de Europa o de América, donde existan verdaderas democracias, sería impensable que señores, como los de nuestro Ejecutivo, que han sido capaces de engañar, repetidamente, a sus ciudadanos; que han llevado a un país próspero a una pre-quiebra y un desempleo de 5 millones de parados (muchos de ellos, ya no tienen subvención alguna); un país donde la incuria de sus gobernantes está empezando a poner en peligro la estabilidad social y donde ya germinan en determinados colectivos, que ponen de manifiesto su disgusto con el sistema; sería impensable que su gobierno pretendiera perpetuarse en el poder y ya haría tiempo que hubieran tenido que dimitir y convocar nuevas elecciones; porque el pueblo no les hubiera permitido continuar. En España, gracias los nacionalismos, que siempre andan a la caza de más prerrogativas, donde señores como Durán y Lleida y Urkullu tienen vara alta para seguir extorsionando al Gobierno central –para conseguir más subvenciones o traspasos –; políticos que protestan contra determinados actos del Ejecutivo pero que, a la hora de la verdad, siempre lo apoyan con sus votos; está gobernando un gobierno inepto, sectario, preocupado sólo de mantenerse en el poder e incapaz de preocuparse por el pueblo español; y todo ello porque hay partidos políticos que le están proporcionado oxígeno en el Parlamento y ahora, cuando tendrían la oportunidad de acabar con estos que nos han traído a la ruina, parece que, en un acto de masoquismo político, prefieren apoyarlos antes de permitir que el PP gobierne.
Sería conveniente que, por una vez, en interés de España y de los españoles, alguien dejara de mirarse el obligo, se olvidara de egoísmos y de viejos reproches; dejara de lado reclamar lo imposible en estos momentos y tuviera la generosidad de apoyar el cambio que todos los españoles esperamos, cuando los que siguen gobernando no hacen más que ofrecernos más de lo mismo, sólo que adornado de diferentes collares. O eso es lo que pienso al respecto.
Miguel Massanet Bosch