Se mascaba, eso sí, una cierta sensación subliminal respecto a la posibilidad de un adelanto de las elecciones para finales de otoño o noviembre.
Un Debate sobre el Estado de la Nación perfectamente prescindible. Un debate en el que quedó certificado que la legislatura está en su momento final y que el señor Rodríguez Zapatero ha agotado toda iniciativa política, limitándose a intentar sacar el debate adelante, apelando a lo que siempre ha sido su talón de Aquiles, la economía y las finanzas, recurriendo al truco barriobajero de afirmar que el señor Rajoy mentía respecto a los datos que aportaba sobre la situación económica de la nación; cuando era perfectamente consciente de que, quien los falseaba era él mismo. Como siempre, ha intentado aprovecharse de la ignorancia de una gran parte de los ciudadanos en estas materias, para hacerles creer que, lo que él proclamaba, era lo cierto. Si no hubiera tenido el empaque que se le ha querido dar a este debate, hubiera podido pasar como una más de las sesiones parlamentarias en la que, como estaba previsto que sucediera, todo quedó reducido a un rifirrafe entre el Presidente y el Jefe de la oposición. Un intercambio de golpes en el que se fueron largando, el uno al otro, “finezas”, “recados” y mutuas invitaciones a que se convocaran elecciones y a que se arrimara el hombro. Nada nuevo bajo el sol, salvo un pesado y somnoliento letargo que fue invadiendo a la audiencia, hasta que llegó la despedida de ZP y el último cumplido que, in extremis, le dedicó el señor Rajoy. Hubo ilustres personajes que se permitieron entregarse, por unos instantes, a los brazos de Morfeo, para aliviar el sopor del ambiente.
Quien salió vencedor y quien derrotado del enfrentamiento dialéctico, como siempre, va a gustos y, en cuanto a salidas de tono de ambas bancadas, podríamos decir que hubo un honroso empate técnico. Un espectador imparcial, si es que este tipo de personajes se pudieran encontrar en un país de gente tan temperamental como es el nuestro, hubiera sacado la conclusión de que se trataba de un trámite obligado y que ninguno de los dos partidos nacionales estaba muy interesados en mostrar sus cartas, no sólo en cuanto a decisiones de orden económico y financiero, sino en cuanto a sus proyectos políticos de futuro. Se mascaba, eso sí, una cierta sensación subliminal respecto a la posibilidad de un adelanto de las elecciones para finales de otoño o noviembre.
Pero mentiría si dijese que, todo el debate que se celebró ayer en la cámara baja, careció de interés y que todas las intervenciones de sus señorías se limitaron a repetir los tópicos habituales. Hubo también momentos en los que el interés se avivó, en que los ciudadanos pudimos escuchar hablar de temas que nos interesaban y que tenían mucho que ver con los problemas que nos vienen acuciando y que forman parte de nuestras inquietudes cotidianas. Como parece que ya se está convirtiendo en costumbre, la señora Rosa Diez de UPyD, supo aprovechar los breves minutos que se le concedieron para su exposición, en la que supo poner el dedo sobre la llaga al afear, al señor Zapatero, su gestión en el gobierno con palabras tan duras como: “Tras siete años nos deja un país donde todo está peor que hace un año” o andanadas del siguiente calibre: “Gracias a unos magistrados del Tribunal Constitucional tutelados por ustedes tenemos a los testaferros de ETA en las instituciones” La parlamentaria vasca acusó a Zapatero de que a causa de Bildu y de la presión que esta formación está ejerciendo en el país vasco, “ hay concejales que han dimitido” y “se vuelve a jalear a los terroristas en las calles”. Pero donde dio en el blanco fue cuando reclamó la separación de poderes, “una separación efectiva” de poderes y la restauración de la autonomía del poder judicial. Unas propuestas valientes, de una actualidad innegable y que, sin duda, constituyen la piedra angular para que España pueda recobrar la dignidad que los socialistas nos han arrebatado. Como casi todos, pidió la celebración de elecciones anticipadas.
Las dramática palabras de ZP “Yo le acuso” dirigidas al líder de la oposición, acusándole de falsear los datos oficiales, seguramente constituyeron la máxima muestra de la hipocresía de un gobernante cuando intenta agarrarse al clavo ardiente de la mentira, la tergiversación y el engaño, para pretender minar la credibilidad de un señor Rajoy que se limitaba a repetir, en voz alta, lo que todos los españoles podríamos suscribir a ojos cerrados. Por ejemplo, si es que queremos hablar de la “riqueza de los españoles” o “la renta per capita”, podemos constatar que, según los datos oficiales, el PIB por habitante en España se situó en los 101% en el 2010; lejos del registro del año 2007 en el que, según EUROESTAT (oficina de Estadística de Bruselas), el registro del 2007 fue del 105%. El Instituto Nacional de Estadística elabora de forma periódica un cuadro del PIB per capita en términos de paridad de compra ( descontando la distorsión que genera la inflación). En este caso, los datos no tienen réplica posible si tenemos en cuenta que la renta per capita media alcanzó los 23.063 euros en 2010, según los últimos datos disponibles; cuando, en el 2007, fue de 23.478. Pero es que, si acudimos al Banco de España y hablamos de “riqueza neta” una vez deducidas las deudas de los españoles, resulta que cayó un 0’8% en el 2010 hasta situarse en 815.000 millones de euros, una cifra que supone un 21’5% menos que la riqueza acumulada en el 2007. ¿Dónde saca, pues, el señor ZP, que los españoles somos más ricos?
Y siguen produciéndose datos desalentadores, como es el caso del superávit de la Seguridad Social: en mayo del corriente año que ha descendido un 13% respecto al mismo periodo del año anterior y, aunque resulten cifras poco representativas en la economía nacional, hay casos significativos en los que se demuestra la falta de rigor en las medidas adoptadas por nuestro Gobierno, como por ejemplo, en el caso de la disminución de la velocidad máxima en autovías y autopistas a 110k/h., lo que generó un gasto de colocación de pegatinas valorado en cerca de 250.000 euros y ahora, unos pocos meses más tarde, el señor Rubalcaba, rectifica y permite que se circule, de nuevo, a 120k/h alegando que el precio del combustible ha bajado, lo que significa que serán precisos otros 230.000 euros para volver a restablecer, con otras pegatinas, las señales que se modificaron. Para consolarnos, afirma el señor vicepresidente, contradiciendo todos los estudios técnicos que se han efectuado sobre esta boutade o improvisación de la Administración Central, que, con esta medida, se han ahorrado 450 millones de euros en consumo de gasolina. ¿No será que lo que viene ocurriendo es que, la crisis, está incidiendo sobre los españoles de manera que, cada vez, usan menos el coche a causa del precio de los carburantes? O ¿acaso no se deberá a que las autopistas han reducido el tráfico que anteriormente se registraba, por las mismas motivaciones?
Pero, donde el PP ha actuado con suma astucia ha sido al no replicar el señor Rajoy, en el Debate del Estado de la Nación, al señor ZP cuando le acusó de no tener ideas y de “no aportar soluciones sino que solamente poner palos en las ruedas del Ejecutivo” y hoy mismo, la señora Sáez de Santamaría, ha anunciado la forma de “recuperar la confianza y el crecimiento económico”, a “través de la creación de empleo”. Algo que se ha concretado en 15 propuestas que forman todo un proyecto de regeneración nacional. Si, señores, ¡en todas las narices de Zapatero! quien, seguramente, se debe estar arrepintiendo de haber cometido tal imprudencia. No siempre se pude acertar, señor ZP, lástima que esta haya sido su última baza. O esto es, señores, lo que yo opino.
Miguel Massanet Bosch