Para el ciudadano de la calle, para el españolito de a pie, todo lo que ocurre detrás de las puertas de la sede de la soberanía nacional, nos está empezando a parecer algo esotérico
Es posible que sus señorías, los honorables miembros del Parlamento español, se hayan creído o hayan fingido creerse lo que el señor Rodríguez Zapatero, entre aplausos de su bancada y algunos silbidos de la contraria, ha expuesto, a través de soporíferas sesiones maratonianas, respecto a lo que, a través de su óptica de dirigente socialista, entiende que ha sido su gobernanza de más de siete años y lo que considera que han sido los resultados para la nación, de las decisiones de todo tipo que ha tomado durante el tiempo que viene ostentando el poder. Seguramente habrá algún lelo en política, desconocedor de lo que, realmente, queda de España después de siete años de locura, desvarío y despilfarro, bajo la égida de las hordas del PSOE; que no se haya enterado de la situación crítica en la que nos encontramos ahora y de la diferencia existente entre nosotros, los españoles, y el resto de ciudadanos de Europa, excluyendo los PIIGS –que conforman, junto a nosotros, el conjunto de naciones “cigarras” de la UE – que, partiendo de situaciones similares o incluso peores a la nuestra, supieron tomar las medidas adecuadas, hacer las reformas precisas e iniciar la recuperación de sus economías, sin caer en falsas complacencias ni utopías; de tal manera que, en estos momentos, ya están recogiendo los frutos de sus esfuerzos para superar la crisis.
Sin embargo, para el ciudadano de la calle, para el españolito de a pie, todo lo que ocurre detrás de las puertas de la sede de la soberanía nacional, nos está empezando a parecer algo esotérico, un mundo aparte, un lugar donde unos cientos de personajes, sentados ante sus pupitres, hacen esfuerzos para hacernos creer que están administrando con cordura los poderes que nosotros, los españoles, les otorgamos a través de las urnas. Vano intento. El pueblo español ha alcanzado ya un grado tal de desencanto, de desconfianza y de resignación ante lo que considera dar golpes en el vacío que, todo lo que se cuece en la Cámara baja, se le antoja una simple escenificación de cara a la galería, destinada a hacernos creer que se ocupan de nosotros, los ciudadanos, en lugar de limitarse a velar por sus propios intereses y conservar las prebendas, sinecuras, momios y ventajas varias, que les vienen proporcionando las poltronas en las que están instalados.
Es pues, inútil, que ZP se esfuerce en anunciarnos una recuperación de aquí a medio año o que siga simulando pintar algo en su propio partido o que el señor Rubalcaba procure escurrir el bulto, pasando desapercibido en su asiento del Parlamento; porque la inexorable realidad; el evidente deterioro de la economía de los ciudadanos; la interminable lista de los parados; la retahíla de empresas que gestionan ERE’s para sus empleados y la de aquellas que se ven obligadas a cerrar las puertas; los continuos sobresaltos a los que estamos sometidos a causa de la fragilidad de nuestras finanzas y la, cada vez, mayor dependencia de nuestra deuda externa; la inquietud de los pensionistas por los mangoneos del gobierno con el Fondo de Garantía de las Pensiones, al que viene utilizando a modo de comodín para ir tapando agujeros, como ha ocurrido, recientemente, cuando no ha dudado en prometer a CIU comprar los “bonos patrióticos” catalanes para conseguir su apoyo en el Parlamento, poniendo en peligro la posibilidad de lograr liquidez si fuera preciso venderlos para garantizar el pago a los beneficiarios.
Porque, los acontecimientos que ha seguido al famoso debate no dejan de ser preocupantes si los sumamos a los recortes que ya lleva poniendo en práctica el Gobierno, como ha ocurrido con el famoso recorte del 5% del salario de los funcionarios o la congelación de las pensiones a cargo de la Seguridad Social o la supresión de los 2.500 euros por nacimiento de hijo o los famosos 400 euros a descontar del Impuesto de la Renta. Hemos sabido que la tarifa de la luz va a incrementarse en un 1’5%, la del Gas Natural va a aumentar en un 4´61%( consumidores de menos de 5.000kWh) y en un 5’95% los que sobrepasen aquella cifra. Les recuerdo que el ministro de Industria, señor Sebastián, hace unas pocas fechas, quiso tranquilizar a los españoles diciendo que no entraba en los planes del Gobierno aumentar, el precio de la luz ya que, el alza del mes de Enero, fue muy cuantiosa, ¿qué tendrá que decirnos ahora este señor que, como todos su compañeros del Ejecutivo, no abren la boca para decir una verdad? De estas cosas no dijo nada en su discurso ZP, acaso porque no le favorecían y, por ello, prefirió, como es su costumbre de siempre, obviarlas para que nos las encontráramos los ciudadanos cuando ya no son más que hechos consumados.
La tan cacareada “gran reforma laboral” se ha quedado a medio camino y sólo han servido para contentar a los sindicatos mayoritarios, CC.OO y UGT, con lo cual no se ha conseguido incentivar la contratación ni se ha dotado a las empresas de la necesaria flexibilidad de su plantilla para usarla según las necesidades productivas de cada momento. Si hablamos de la negociación colectiva, lo que se ha legislado es, sin duda, lo peor que se podía hacer al primar los convenios autonómicos sobre los nacionales, lo cual dificulta, si es que era posible hacerlo más, la unidad de mercado tan precisa para la competitividad. Sólo las personas que no saben el funcionamiento de una industria, lo que son las complicadas relaciones laborales debidas a una legislación laboral absolutamente obsoleta, basada en la lucha de clases propia del pasado siglo XIX; pueden aceptar que esta seudo reforma, puesta en marcha por el Ejecutivo, sirva para algo más que para venderle a Europa que se han cumplido sus instrucciones.
Pero, si nos queremos fijar en el aspecto político, en las cuestiones relacionadas, tanto con el terrorismo como con el orden público y la seguridad en las calles; deberemos admitir que hemos retrocedido a los tiempos en los que Herri Batasuna se había hecho dueña de Euskadi y la Kale Borroka se había convertido en el terror de los que circulaban por las calles de sus grandes ciudades. Entre el Gobierno del señor ZP, emperrado en conseguir una medalla al intentar negociar con ETA, vayan ustedes a saber qué clase de paz y el TC que, curiosamente, parece que se ha empeñado en tomar decisiones que a muchos nos parecen inconstitucionales; se ha conseguido que, un partido creado a la imagen y semejanza de Batasuna se haya hecho con el poder en Euskadi y haya vuelto a imponer costumbres que ya se daban por desaparecidas, como la exhibición de fotos de etarras o las presiones a los ciudadanos o los actos de apología a los terroristas, equiparando a víctimas del terrorismo con los familiares de los etarra detenidos.
¿Vamos hacia un estado federal? O ¿nos dirigimos a un tipo de nación plurinacional, con distintos gobiernos? ¿Alguien se acuerda de los casi 900 asesinados por ETA, o de sus familiares: hijos, padres, esposas? No, parece que, cuando ETA estaba casi derrotada, a determinados partidos, como al mismo PNV, no les conviene que deje de existir; quizá para parecer ellos los más sensatos o para conseguir aglutinar a los vascos nacionalistas más moderados quedando el resto para Bildu. No lo sabemos, pero para los ciudadanos de a pie el estado de la Nación difiere diametralmente de este Estado ideal en el que parece que se cree estar el señor Presidente y toda su pléyade de seguidores incondicionales, para los cuales, evidentemente, no existe crisis ni paro ni desempleo ni otra preocupación que el seguir manteniéndose subidos al machito. Ahora se trata de descabalgarlos de él cuanto antes. O esta es mi modesta opinión.
Miguel Massanet Bosch