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¿Por qué no la moción de censura? Ahora o nunca (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el julio 17, 2011 por admin6567
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no parece que el actual Ejecutivo lleve traza de cambiar la inercia de lo que ha sido un gobierno lleno de errores, desconcierto y medidas absurdas,

Malos tiempos corren para la UE, malos tiempos corren para las llamadas PIIGS y malos tiempos corren, deberemos reconocerlo paladinamente, para España; precisamente en unas circunstancias en las que, el partido en el Gobierno, ha decidido, forzado por la débil situación en la que se halla, anticipar el nombramiento del  futuro aspirante al gobierno de la nación. Y todo ello sucede cuando, en Europa, se vuelven a reavivar los conflictos derivados de la falta de disciplina de algunos gobiernos europeos, cuando se ha tratado de enfocar con esfuerzo, sacrificios e inteligencia los retos derivados de la crisis mundial, provocada por la llamada crisis de las sub prime americanas. Al desbarajuste de Grecia se ha sumado el problema de Portugal y, ahora, el de Italia en la que, la era Berlusconi, parece que está tocando su fin, con la agravante de que no se aprecia con claridad la existencia de un candidato que sea capaz de sucederle sin que la frágil estructura de su parlamento empiece a bambolearse.

Como no podía ocurrir de otro modo, los mercados, sin necesidad de que las agencias de rating Moody’s, Standard&Poor o Fitch tuvieran que dar la voz de alarma, han tomado posiciones y han demostrado su desconfianza y volatilidad respecto al futuro de las naciones periféricas que, debemos reconocerlo, vienen demostrando su debilidad y su incapacidad para superar la crisis desde que, los primeros coletazos, empezaron a sacudir a las economías más dependientes del factor construcción y más necesitadas de financiarse a través de emisiones de deuda pública que precisan de inversores extranjeros. Nuestro Gobierno, quizá fue uno de los que más temerario se mostró a la hora de aceptar que existía una recesión y que, esta recesión, nos iba a afectar de una manera lo suficientemente dañina como para hacer explotar por los aires toda nuestra economía, dependiente en gran parte del sector constructor.

Las consecuencias no es necesario glosarlas por ser evidentes. La situación de España ya no depende, exclusivamente, de las medidas de orden interior que se tomen por nuestro desvencijado gobierno, sino que se ha llegado a un punto en el que, todo lo que les ocurre a las naciones marcadas por su incapacidad para reaccionar, de forma positiva, al reto de estrecharse el cinturón, tomar medidas poco populares respecto al mercado laboral, el ahorro en el gasto público, el control de las finanzas o el apoyo a las medianas y pequeñas empresas, mediante políticas fiscales y laborales adecuadas; viene interfiriendo en casa. En España, los efectos nefastos que el crack en la construcción han tenido, en los créditos bancarios especulativos que, en forma de hipotecas o participaciones en entidades constructoras e inmobiliarias, ha tenido en la banca en cuanto a la morosidad de pagos y la devaluación de sus balances, ha puesto en duda su fiabilidad y eso ha trascendido fuera del país, mermando la confianza de los inversores.

Estamos llegando a la recta final de esta legislatura y no parece que el actual Ejecutivo lleve traza de cambiar la inercia de lo que ha sido un gobierno lleno de errores, desconcierto y medidas absurdas, que no han conseguido otra cosa que irnos enfangando, cada vez más, en lo que se está convirtiendo en un camino sin retorno, cuya única salida no es más que quedar atrapados en un estancamiento de nuestra economía, un incremento incontrolable de nuestra deuda y un aumento de nuestro déficit público si no se consigue luchar, adecuadamente, contra la lacra del desempleo que, en estos momentos, se ha convertido en el más grave problema al que debemos enfrentarnos. Es inútil que el señor Rubalcaba se saque comodines de la manga y hable de restarles beneficios a unos bancos, muchos de los cuales se van a tener que conformar con no tener que tirar la toalla, Un gobierno bicéfalo, dos sistemas antagónicos de gobernar, ya que ZP se verá obligado a seguir las consignas que se le marcaron desde Bruselas y Rubalcaba parece que quiere sacar votos de sus utopías comunistoides; no es algo que pueda aguantarse durante mucho tiempo y queda mucho tiempo todavía de esta legislatura, a no ser, que se decidan a convocar las elecciones anticipadas, que se les están pidiendo desde la mayoría de partidos del arco parlamentario.

Y en esta tesitura, un ciudadano de a pie se hace la siguiente pregunta: ¿no debería el PP del señor Rajoy, para obligar al PSOE  a poner en claro cuál va a ser su política hasta el final del ciclo, si la del señor ZP o la del señor Rubalcaba, utilizar el procedimiento de la moción de censura? Estamos de acuerdo en que, hasta ahora, y teniendo en cuenta que este sistema sólo se puede usar una vez en cada legislatura, el señor Rajoy haya sido reacio a plantearlo, teniendo en cuenta de que no tendría otro apoyo que el de su propio partido y, quizá, el de Rosa Diez; era arriesgado presentar una moción de censura, lo que supondría exponer un plan de gobierno y presentar un candidato que, con toda probabilidad, no merecería el consenso necesario (a pesar de la debilidad del Gobierno), para desbancarlo; si se tiene presente que los partidos nacionalistas no quieren un PP fuerte en el gobierno y, por ello, no votarían a favor de la censura.

No obstante, parece que, al menos en cuanto a la oportunidad de ponerlo en práctica, el momento de utilizar el procedimiento de la moción de censura pudiera haberse presentado, debido a que ya no se trata de ejercerla para ganarla y derrocar al gobierno de turno, sino que, el objetivo sería otro, se trataría de poner al Ejecutivo en el brete de tener que explicar sus planes hasta las próximas elecciones, de mojarse y demostrar que los proyectos que dicen tener existen en realidad y si, en verdad, existen y si  son viables y están en condiciones de llevarlos a cabo. Una moción de censura quitaría argumentos a aquellos que no paran de censurar al PP, achacándole no tener un programa propio (aunque sepamos que esto no es cierto y sólo lo usan para desacreditar al partido de la oposición) y decir que, sin el PSOE, España estaría gobernada por la derecha y  se abandonarían todas las políticas sociales, un argumento que repiten hasta la saciedad y que es preciso desmontar si se quieren ganar los próximos comicios. El PP ha demostrado, con sus 15 puntos, que tiene una base sólida para gobernar, que el simple cambio de gobierno ya significaría, para Europa, una garantía de solvencia y una inyección de confianza. Estoy convencido de que, aún perdiendo, esta moción de censura obligaría a estos partidos que vienen pasteleando, para sacar provecho de su apoyo al Gobierno, a mostrar su juego, a delatarse como meras sanguijuelas a las que les importa un bledo lo que pueda suceder con España mientras ellos vayan sacando ventajas de la debilidad del gobierno central.

Ahora ya no importa el agotar los cartuchos, porque la caza ya está acorralada contra la red. El PP debe contraatacar porque el PSOE nunca había estado en una posición más favorable para ser derrotado; ZP ha quedado reducido a un mero figurón que ya parece que ha aceptado el puesto de segundón pendiente de lo que le dicte Rubalcaba. Si intenta seguir con la misma política que viene desarrollando va a interferir gravemente la campaña del candidato, puesto que se demostrará que sus propuestas no se llevan a cabo, lo que lo va a desacreditar; si, por el contrario, se pliega a las utopías de Rubalcaba y se dedica a practicar una política contra la banca, todavía peor, debido a que algo así no sería acogido bien en Europa y mucho menos en las bolsas. En uno y otro caso, parece evidente que si hay un momento oportuno para la moción de censura, éste ha llegado. O esto es lo que a mi se me ocurre opinar.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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