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¿Se trata de alargar la agonía de España? (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el julio 28, 2011 por admin6567
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No dudamos de que, Zapatero, todavía siga pensando que puede conseguir recobrar el aprecio de sus seguidores

 

Es posible que, al señor Rodríguez Zapatero y a su delfín señor Pérez Rubalcaba, les interese prorrogar esta legislatura en espera de un milagro que pudiera hacer que las perspectivas de voto que tan  negras parece que se les presentan pudieran dar un vuelco espectacular. Se habla de que están esperando, como agua de mayo, que ETA emita uno de sus comunicados trampa por el que pudiera anunciar su disolución; parece evidente que, a pesar de negarlo repetidamente se sigue negociando bajo mano con los etarras para, vayan ustedes a saber a cambio de que compensaciones o renuncias de soberanía, ETA se avenga a hacer un gesto lo suficientemente significativo para que ZP se pueda atribuir el haber acabado con la banda terrorista. No dudamos de que, Zapatero, todavía siga pensando que puede conseguir recobrar el aprecio de sus seguidores y entregar a su heredero una España en franca recuperación y también, sin duda, es posible, que algún día el hombre pueda colonizar Marte, porque se ha demostrado que para el hombre, salvo vencer sus vicios y maldades, no hay nada que con ayuda de la ciencia no sea capaz de conseguir. ¿Cuándo? ¡Ah, señores, esto ya es harina de otro costal!

Pero, si nos fijamos en el actual panorama de nuestra nación, en la situación de millones de nuestros ciudadanos;  en el comportamiento de nuestros gobernantes; en la forma con la que se imparte la justicia en España; en la impunidad con la que se despilfarran nuestros dineros; en la pasividad con la que se contempla la conculcación de los derechos fundamentales de los ciudadanos; en la corrupción generalizada de nuestras administraciones y en la falta de una política económica y financiera coherente; que permitiera que, los ciudadanos españoles o los eventuales inversores extranjeros, adquirieran confianza en nuestras posibilidades y,  eso sí, bajo la batuta firme de un nuevo gobierno, salido de las urnas, que tuviera la voluntad férrea de tomar las medidas precisas para superar la actual atonía de nuestros mercados, recobrar la autoridad, que nunca debió de haberse cedido, en las autonomías y acabar, de una vez, con todo el despilfarro del gasto público que tanto mal viene haciendo a España.

Puede que a algunos les guste que nuestras calles se hayan convertido en el paraíso de los antisistema; puede, también, que alguien crea que la democracia es que, en Catalunya, no se enseñe el castellano y que, en el país vasco, no se cuelgue la bandera nacional y se homenajee a los etarras, responsables de los más inicuos asesinatos; puede, también, que los haya que se crean a Zapatero cuando repite, como un loro, que no va a ceder en cuanto a sus utópicas mejoras sociales, sin darse cuenta de que, precisamente bajo sus gobiernos, ha sido cuando se ha vulnerado con más intensidad el mayor derecho de todo trabajador, ¡el derecho a un trabajo y a una retribución digna! Contrariamente a sus promesas de hace unos años, a sus repetitivas y nunca cumplidas proclamas de que erradicaría el desempleo y los trabajadores mejorarían sus condiciones de vida; acusando a la derecha de ser la culpable de todas las desgracias de España; ha quedado evidenciado que, como ya ha sucedido en otros países gobernados por comunistas y socialistas( Grecia, Portugal), los proyectos que ha intentado impulsar el señor ZP y sus correligionarios, han acabado en rotundos fracasos cuyos efectos han llevado a que, España, esté tascando el freno de la sumisión a Bruselas y se vea obligada a depender de la inversión extranjera, para conseguir renegociar la deuda, cada vez con mayores dificultades y cada vez resultando más onerosa su colocación.

Sin duda no es una buena noticia que, la señora Salgado, en momentos de tormentas financieras se haya visto obligada a tener que intentar colocar nuestra deuda tres veces en un solo mes y, todo ello, a un coste cada vez más elevado para nuestro Tesoro. Los inversores no tienen confianza en nosotros, no se fían del gobiernote Zapatero ni de sus supuestas reformas. Sólo un cambio de gobierno sería capaz de acabar con tales prejuicios.

Resulta patético e indignante que, los señores del Tribunal de Cuentas, que tienen la función fiscalizadora del control externo de la actividad económico-financiera del sector público, fiscal y jurisdiccional, lo que supone el sometimiento de la actividad económico-financiera del sector público a los principios de legalidad, eficiencia y economía en función de los presupuestos de ingresos y gastos, en relación con los presupuestos de ingresos y gastos; de todo lo cual deben enviar informes, mociones y notas a las Cortes Generales a través de una Comisión Mixta, se muestren irritados ante las auditorías privadas, reclamando para si tal función fiscalizadora. Así ha resultado que, cuando desde las CC.AA, como la de Castilla-La Mancha, se destapan agujeros, déficit o endeudamientos que sobrepasan los límites autorizados o dispersión de fondos de sus destinos finalistas; estos señores, en lugar de callarse, entonar el mea culpa y presentar sus dimisiones, montan en cólera y recriminan que se haya acudido  a externalizar tales investigaciones por medio de auditorías privadas. A los ciudadanos de a pie, poco duchos en estas cuestiones, se nos ocurre que quizá lo que hubiera sido correcto, ya que le corresponde al Tribunal de Cuentas vigilar las actividades relacionadas con los presupuestos de las autonomías, que hubieran sido ellos los primeros e denunciar tales anomalías y sancionarlas, si hubiere lugar a hacerlo.

Cuando la máxima preocupación de los inversores ya no sólo se refiere a la deuda estatal sino que se ha hecha extensiva al endeudamiento de las CC.AA, muchas de las cuales parece que no se han atenido a los límites del déficit permitido por el Gobierno y han tirado del recurso a endeudarse sin autolimitarse, en una verdadera orgía del gasto público; cuando, lo que se requería por parte del Ejecutivo era, como ya se nos había recomendado desde el ECOFIN y las demás autoridades comunitarias, que se fijase un techo máximo de endeudamiento ( como, por cierto, ya hizo el señor Aznar cuando gobernó), no se sabe si por la evidente indecisión de nuestra super ministra, la señora Salgado, por su falta de seguridad en sí misma o por no atreverse a enfrentarse con determinados gobiernos comunitarios; lo cierto es que parece que la solución que le ha encontrado al techo de endeudamiento ha sido, según parece que informa la prensa, en fijar un tope de endeudamiento para ciclos de 4 años ( curiosamente coincidiendo con las legislaturas). Lo que no dice el inventor de tal ocurrencia es ¿qué podrán hacer los organismos encargados de vigilar el cumplimiento de esta norma si, en los cuatro años, se sobrepasan los límites de tal manera que, cuando llegue el momento de rendir cuentas, el montante acumulado ya sea de tal cuantía que sea imposible remediarlo? Pero se trata de salir del paso como se pueda sin medir las consecuencias.

Improvisaciones, faltas de control, inventos y gobernantes incompetentes, ha venido siendo la tónica de lo que han sido los siete años más catastróficos España. No parece que, en estos meses que quedan hasta las próximas legislativas, vaya a variar mucho el comportamiento de estos señores que dicen que no se pueden marchar hasta que hayan llevado a cabo las reformas que dicen les quedan por hacer. Lo que han hecho hasta ahora ha sido poco menos que nada y poco vamos a esperar que hagan, salvo una política de tierra quemada, en el tiempo que les resta de gobernanza. O eso es señores lo que opino al respecto.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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