Una buena noticia sin duda. Una buena noticia la de la convocatoria de elecciones para el 20 de Noviembre. Por fin, un poco de sensatez en nuestros políticos, si es que se puede definir como sensatez el verle las orejas al lobo y guarecerse antes de que aparezca el resto de su cuerpo. Pero, como al señor Rubalcaba siempre se le ha de temer cuando toma una decisión ( nadie, en su sano juicio, puede pensar que la decisión haya sido del propio Rodríguez Zapatero), conviene que intentemos encontrar una explicación razonable para que, lo que tantas veces se nos confirmo como una decisión “irrevocable” de mantener la legislatura hasta su final ahora, cuando el señor ZP se cansó de hablarnos de “responsabilidad para seguir en el poder hasta que se hubiesen puesto en marcha todas sus reformas, necesarias para España”,ahora resulte que, de pronto, ya no es necesario llevarlas a cabo con la urgencia que se nos decía y puedan esperar, como ocurre con los Presupuestos Generales del Estado, hasta que los nuevos inquilinos de la Moncloa ocupen sus puestos y asuman la responsabilidad del gobierno de la nación.
Parece que se nos anuncia una campaña a cara de perro y que, el señor Rubalcaba, ha conseguido fichar al asesor del señor Obama y, por ello, un señor que siempre se nos había mostrado lejano, adusto, un poco cadavérico y revestido de una capa de misterio, siniestro pero misterio; por indicaciones de su nuevo asesor de imagen parece que se propone realizar una campaña “a la americana”, no se sabe si siguiendo el ejemplo de los tradicionales “caucus” o primarias, al estilo americano, con toda su parafernalia, banderitas, refrescos y globitos o, si le van a obligar ,a don Alfredo, para dar una sensación de multirracista o defensor del multiculturalismo, a teñirse el rostro de negro para que sus mítines resulten más creíbles. Claro que, los que llevamos años conociendo a este personaje, viejo lobo de la política y con más conchas que un galápago a sus espaldas, nos extraña que ahora, a su vejez, se nos quiera presentar como un jovenzuelo, al estilo de los “indignados”, un recién llegado a la política, pretendiendo vender sus novedosas ideas. Con todo el respeto que me merecen sus canas, tengo que decir que me parece, simplemente, ridículo.
He leído que alguien del partido socialista, una mujer, calificaba a Rajoy de candidato “anticuado”, ¿ qué pensará esta señora del señor Rubalcaba, que lleva más de 30 años en la política y veinte en el gobierno sin que, en ninguna ocasión, haya demostrado tener estas “brillantes ideas” que ahora, suponemos que, por ciencia infusa, le han iluminado su mente? Veamos: si es que el asesor de Obama se las ha inspirado puede que no conozca demasiado al pueblo español y menos a un pueblo español sumamente irritado con el Gobierno por haber llevado a España a la situación en la que estamos. Porque, el que el señor Obama triunfara gracias al voto de hispanos y negros; en España este truco no vale y, tampoco, nos vale que se nos venda al presidente de los EE.UU como un gran estadista; a la vista de los continuos fracasos en sus políticas nacionales, y en su gestión económica, que ha puesto a su nación al borde de la quiebra. No, no nos valen estos viejos trucos que pueden ser útiles en un país acostumbrado a ellos pero no a la vieja España. Y es que, puede que Rubalcaba piense, como parece que ha dicho, que la dirección de los vientos ha cambiado, pero, yo que él no confiaría demasiado en esta rosa de los vientos que maneja, porque las elecciones del 22 de mayo fueron tan concluyentes y aplastantes que, el hecho de que unos pocos indecisos le hayan apoyado y que tenga a un CIS que sigue sus instrucciones; no le permite pensar que, por su cara bonita, van a cambiar los españoles o, al menos, una gran mayoría de ellos van a comulgar otra vez con ruedas de molino. La percepción del desastre al que el PSOE ha conducido a España y a los españoles, no es fácil de olvidar.
Contrariamente a lo que quiere que nos creamos, no es cierto que España haya pasado lo peor de la crisis y esto no es una suposición, porque lo estamos viendo cada día en los mercados internacionales, en lo que cuesta colocar nuestra deuda, en la situación de agobio de nuestras comunidades autónomas, en la persistencia del desempleo que, en otoño, volverá a mostrarse en toda su cruda realidad. Estoy convencido de que, el escarmiento que ha provocado, en muchos españoles que votaron socialista en las últimas generales, el resultado de los siete años de gobierno del PSOE, no va a quedar compensado porque el señor Rubalcaba se nos presente como si nada hubiera tenido que ver en todo este maremoto económico, un desastre que, precisamente, se ha producido bajo su mandato.
En todo caso, no creo que los españoles, en su gran mayoría –descontando a los fanáticos de siempre que, por no dar su brazo a torcer, estarían dispuestos a que España se hundiera en ruinas –; en estos próximos comicios que se nos anuncian, para el 20 de noviembre (¡vaya fecha!), no creo que se dejen volver a dejar engañar por fórmulas milagrosas, por las habituales generalidades en las que se refugian los candidatos para no concretar lo que se proponen poner en práctica para gobernar ni, por supuesto, se vuelvan a tragar promesas que se sabe de sobra que nunca se van a poder cumplir y que sólo son señuelos para alegrar los oídos de incautos, que son los únicos, junto a los ignorantes, que pudieran dar pábulo a semejantes cantos de sirena. Es posible y yo diría que no me equivoco en mucho, que el candidato que hable con el corazón en la mano, que sepa expresar su programa sin adornarlo de guirnaldas superfluas o flecos imposibles sea, si habla con honradez a los ciudadanos, si les expone sin ambages las realidades, los sacrificios que se precisa hacer, los esfuerzos que son imprescindibles para sacar al país del marasmo actual, será el que va a convencer al electorado de que lo vote.
No obstante, no va a bastar el exponer el problema en toda su complejidad para conseguir el apoyo ciudadano porque, los esfuerzos y privaciones no se van a aceptar si, los ciudadanos de a pie, no vemos que, el que comienza por dar ejemplo, a encogerse, ajustarse los machos y reducir drásticamente sueldos, plantillas, funcionarios prescindibles, paniaguados, entidades públicas y dobles administraciones, es el Gobierno y el propio Estado. Ya no cuelan las palabras ininteligibles, las promesas sin fundamento, las apelaciones a una determinada ideología o hablarnos de “indignados” que no tienen más que planteamientos trasnochados y obsoletos que se ha demostrado, en otros países, que sólo han servido para llevarlos a la ruina; una experiencia que no puede imponerse en una España al borde de tener que ser rescatada por Europa.
Se necesitan soluciones inteligibles, que los ciudadanos puedan comprender y aceptarlas; es preciso que se expliquen, detalladamente, cada una de las medidas, por impopulares que pudieran ser, que el Ejecutivo se propone impulsar y, justificarlas debidamente, para que el pueblo no vote utopías, ni cuentos de la lechera o, no se nos arrastre, una vez más, a planteamientos políticos que supongan divisiones entre ciudadanos, autonomías privilegiadas y, sobre todo, que se nos hable con la verdad en la boca para que nos sintamos atendidos, comprendidos y se nos trate como lo que somos, los verdaderos protagonistas de la democracia, en la que los políticos sólo están para servirnos. O esto es, señores, lo que yo pienso que debiera ser.
Miguel Massanet Bosch