El presente autonómico, una realidad preocupante en números rojos
JOSÉ LUIS POYAL (Publicado en La Nueva España, aquí)
Hace seis años, Angela Merkel logró que conservadores y socialdemócratas se unieran para hacer las reformas constitucionales precisas, que evitasen el descontrol que se estaba produciendo en los lánder, similares a nuestras comunidades autónomas. Se redujo su capacidad legislativa y la posibilidad de veto a las leyes federales.
Aquí, como gran noticia, se daba cuenta de la sentencia del Tribunal Constitucional, fallando que el Estado puede imponer límites al gasto autonómico. Respondía, de esta forma, a un recurso planteado por la Generalitat en 2002 contra la Ley General Presupuestaria, que había sido aprobada en 2001 por el Gobierno Aznar y posteriormente modificada por Zapatero.
Es como para pedir la baja en el país. El TC tarda 9 años en resolver, cuando en pocos días legalizó a Bildu que se burla de la Constitución, del Tribunal Constitucional y del propio Estado. Un ejemplo más de la incoherencia generalizada que arrastramos y que nos aproxima al estado de shock.
Los padres de la Constitución se quedaron cortos en la definición de las competencias exclusivas del Estado, en la falta de concreción y en la previsión de instrumentos de control. Con estas mimbres se puede entender mejor la pasada reunión del Consejo de Política Fiscal en la que 17 comunidades autónomas discuten con el Gobierno como pagar 24.000 millones de euros, en concepto de deuda que el propio Gobierno se ha apresurado a demandar escaldado por los resultados adversos del 22M.
Rosa Diez, política que cada día gana más puntos, recordaba que mientras España es el país de la UE con mayor porcentaje de descentralización del gasto público a favor de entes territoriales, alrededor del 54 por ciento, es, al mismo tiempo, el que menos instrumentos de control y corrección coloca en manos del Estado.
Según F. Castaño, el presente autonómico es preocupante, con cifras de vértigo. El presupuesto es de 175.000 millones de euros, la deuda de 115.000 millones, entorno al 10 por ciento del PIB, y 1.800.000 asalariados con una nómina de 60.000 millones de euros. La deuda municipal es de 35.000 millones de euros, motivada tanto por despilfarros injustificables como por haber asumido competencias sin la debida cobertura financiera. Se entiende mal que haya concejales de sanidad y educación cuando la competencia es de la respectiva comunidad.
Después del 22M se han puesto encima de la mesa, cuestiones que estaban tapadas por el «bienestar oficial» proclamado desde los órganos del poder. Ahora la falta de recursos ha puesto de relieve los defectos del sistema y que si no se aborda un proceso serio de reformas estructurales, más allá de simples ajustes superficiales -chiringuitos, coches, móviles, consejerías, enchufados, etc.- el rechazo a un modelo de Estado, que desborda duplicidades o que rompe la solidaridad territorial, puede ser clamoroso.
La indignación colectiva está dando paso al pesimismo generalizado y la gran duda de si la actual clase política, de todas las ideologías, está capacitada para encauzar realmente al país.
M. Martin Ferrand titulaba «Tenemos miedo» en un reciente artículo y lo explicaba con cifras. No es para menos. Rubalcaba, maestro de la manipulación y el maquiavelismo, no da el perfil del político serio que el país ahora necesita, incluso puede repetir los errores de su mentor, al que ha venido empujando hasta que ha tirado la toalla convocando elecciones para el 20 de Noviembre. En cuanto a Rajoy, sus habilidades siguen teniendo demasiadas sombras.
Hace 35 años y siguientes , los españoles solos y con Aznar y Felipe González, salimos adelante en lo político y desarrollo económico. Sería desastroso empezar a pensar que nos tiene que poner orden desde Bruselas.