aquellas casas de terror que fueron las checas madrileñas, como la conocida “checa de Fomento” que alimentaban de víctimas las célebres Escuadrillas del Amanecer.
Hay quienes sueñan en volver a tiempos pasados, los hay que no se conforman con su pasado siniestro de depredador e intentan, a la vejez viruelas, volver a practicar lo que “con tanto acierto” pusieran en práctica en su juventud, cuando se dedicaban a dirigir las famosas juventudes socialistas, las de octubre del año 1934. El mismo que protagonizó, en su turbulento paso por Madrid, como jefe de policía y controlador de checas, directamente responsable de las sacas de presos de las cárceles madrileñas aquellas que culminaron con los alevosos asesinatos de derechistas, republicanos y católicos en los, tristemente famosos, episodios de Paracuellos del Jarama. El señor Santiago Carrillo pretende volver a sus orígenes y, por ello, se apunta a todo indicio de movimiento de carácter revolucionario como si, en su ancianidad, alguien pensara en volverlo a rehabilitar como coronel del Ejército rojo ( no se le había admitido como combatiente por su precaria salud) y volverle a dar ocasión de practicar sus habilidades en aquellas casas de terror que fueron las checas madrileñas, como la conocida “checa de Fomento” que alimentaban de víctimas las célebres Escuadrillas del Amanecer.
En unos momentos en los que España está pasando por unas difíciles circunstancias económicas, que el paro ha hecho mella en nuestra población trabajadora y la ineficacia del Ejecutivo ha desembocado en una convocatoria de elecciones generales; mientras, desde el extranjero, se nos vigila atentamente ante la posibilidad de que nuestro país entre en una situación que requiriera la intervención de la Comunidad Europea para impedir que llegáramos a la imposibilidad de atender nuestros compromisos de pago de la deuda; los de siempre, los que siguen moviendo los hilos desde la clandestinidad para intentar regresar al poder, si no es por medio de las urnas al menos por el sistema tantas veces utilizado por masones y antisistema, de valerse de grupos minoritarios, de activistas dirigidos y de fanáticos antisistema, dispuestos a apuntarse a cualquier intento de alteración del orden, de perturbar la legalidad y de crear una atmósfera de miedo y desconcierto; fuere mediante manifestaciones multitudinarias contra el orden establecido o fuere utilizando la violencia, cuando no, el crimen y el chantaje; se aprestan, como hienas hambrientas a intentar hincar el diente en nuestra débil democracia para intentar hacernos regresar a los tiempos fatídicos del Frente Popular y su cadena represiva sobre todos aquellos que se oponían a sus intentos absolutistas, totalitarios y depredadores de las libertades y derechos de los ciudadanos,
El señor Santiago Carrillo se ha mostrado, una vez más, tal y como es en realidad. Ha dado la razón a todos aquellos que seguimos pensando que, el señor Suárez, se equivocó, gravemente, al no haberlo encerrado en la cárcel a perpetuidad, para purgar todos los crímenes y maldades que cometió durante la llamada Guerra Civil. Por el contrario, sigue en libertad y diarios, como EL País, le ceden sus páginas para que continúe descargando su rencor de perdedor sobre lo que él considera su enemigo endémico, que es el sistema democrático. Así, se le permite usar su periódico para lanzar soflamas hablando de “el enfrentamiento entre los pueblos y los poderes públicos será inevitable” o “en unos cuantos países europeos la batalla se planteará en las calles” ¿Acaso piensa, el señor Carrillo en una nueva intentona revolucionaria como la de Octubre de 1.934, cuando él y los suyos, la Juventudes Socialistas, se levantaron en armas contra la II República? Pero, no contento con ello, añade: “todo esto puede terminar en amplios alzamientos populares que podrían convertirse en auténticos movimientos revolucionarios” culminando su exposición con una frase lapidaria: “Puede surgir una crisis político social que barra todo lo viejo”.
¿Por qué será que siento la necesidad de relacionar las palabras de este franco tirador del comunismo, con otras actitudes como la del señor Rubalcaba o del mismo Cayo Lara? Sin duda, porque tengo la sensación de que existe un plan de la izquierda para preparar la llegada al gobierno de la nación de PP del señor Rajoy. Pocos ven posible que, el señor Rubalcaba, en los pocos meses que le quedan para intentar convencer a sus correligionarios de que cambien sus intenciones de voto y regresen al redil del PSOE. Los “méritos” de tres años de gobierno (más los cuatro de la anterior legislatura) hacen muy difícil que se olviden, amén de que resulta imposible que los españoles se crean los cantos de sirena del señor Rubalcaba, cuando ha pertenecido al Gobierno los mismos años que Zapatero sin hacer otra cosa que defender los errores cometidos por su jefe de filas. Sin embargo, es muy probable que, tanto Rubalcaba, como Cayo Lara y los Sindicatos, ante la eventualidad de una mayoría absoluta del PP, hayan pensado, no en intentar ganarle las elecciones, sino en preparar un plan B para el caso de perderlas.
Y aquí entran en liza este grupo que comenzó declarándose apolítico, que siguió planteando soluciones absurdas e irrealizables dentro de un entorno actual y que, además nos recordaban los viejos tics comunistas, que tan malos resultados han dado cuando se ha querido llevarlos a la práctica. Los Indignados fueron acogidos con cierta simpatía al identificarlos con estudiantes o licenciados en paro que querían trabajar, algo que a nadie podía dejar indiferente; pero, a medida que insistieron en ocupar la vía pública, hablar de sistemas asamblearios y sacarse manifiestos y programas de gobierno de evidente carácter izquierdista, para no calificarlos de comunistas. Aquellas simpatías iniciales se han ido convirtiendo en desengaño para pasar, a medida que vienen insistiendo en el trágala que quieren imponer, como minoría que son, a los que, mayormente, votaron por otras opciones en las pasadas elecciones del 22 de Mayo pasado; sin apercibirse de que, a medida que aumenta la violencia que ejercen, en tanto que sus peticiones se convierten en imposiciones y exigencias y mientras van escorándose más hacia los extremismos de izquierda; van dejando al descubierto una trama preocupante, donde la inocencia de sus orígenes se ha ido trastocando en provocación, desprecio por la democracia e intentos totalitarios de imponer sus opiniones por medio de la fuerza, algo que, por supuesto, ninguna sociedad moderna y civilizada puede aceptar.
El objetivo está claro y, por ello, tanto Rubalcaba como Cayo Lara y el PSOE, se van decantando hacia posiciones que intentan atraerse a este Grupo de antisistema a sus filas, permitiéndoles que vulneren las leyes cuando les de la gana, como ocurre cuando se les permite manifestarse, sin tener la correspondiente autorización para hacerlo, y que invadan los puntos céntricos de las ciudades sin que les preocupe, en absoluto, los perjuicios que pueden causar a los vecinos de la zona ni las pérdidas de los comercios cuando, todos ellos, están padeciendo los zarpazos de la crisis. Se trata, señores, de preparar un recibimiento, a un posible gobierno del PP, de modo que cualquier medida que sea preciso aplicar para sacarnos del lodazal político y económico en el que nos ha metido el PSOE, sea motivo de encendidas y tumultuosas protestas en las calles, para lo cual contarán con los Sindicatos, los mismos que no han dicho una palabra sobre la actuación del señor Zapatero porque les llenaba las arcas de euros, que van a cambiar de postura y sacarán, a la menor ocasión, a sus huestes a protestar y ocupar las calles, mientras consiguen la colaboración de estos nuevos provocadores, que son conocidos como los Indignados, para que, el nuevo gobierno, no puede llevar a cabo ninguno de sus objetivos. O esto, señores, es lo que yo opino al respeto.
Miguel Massanet Bosch