(Publicado en El Observador Inocente, aquí)
“… solo hay dos perdedores claros, la democracia y sus instituciones, y una ciudadanía cada vez más impotente frente a las grandes corporaciones que ve como va mermando su poder adquisitivo y sus derechos sociales.”
“…nos encontramos con simples gestores de ingentes cantidades de dinero sin ningún tipo de riesgo y gestionando recursos que no son suyos ni así los sienten, con ello la lógica del mercado se ha “desnaturalizado”…”
Imagino que Adam Smith y los defensores del liberalismo clásico se estarán removiendo en su tumba cuando ven lo que queda del escenario de competencia perfecta, de mercados autorregulados. La economía mundial ha sufrido mutaciones de tal profundidad y calado que parecen haber pasado desapercibidos para la mayor parte de la población, eso al menos hasta que la crisis financiera y económica ha sacado a la superficie las verdaderas reglas del juego y lo oscuros intereses especulativos que las sustentan, en este devenir de la historia económica reciente solo hay dos perdedores claros, la democracia y sus instituciones, y una ciudadanía cada vez más impotente frente a las grandes corporaciones que ve como va mermando su poder adquisitivo y sus derechos sociales.
¿Cuál es el motor económico de un mundo globalizado?, indudablemente es el mercado financiero, con sus inversiones especulativas pueden enriquecer países enteros o condenar al ostracismo a otros. Sin este tremendo flujo de capital resultara imposible la viabilidad económica de muchos gobiernos y oponerse a ellos significa sufrir presiones políticas y económicas que ningún estado actual puede resistir, ya que estos conglomerados están utilizando herramientas de presión financiera en forma de empresas de rating que hacen inoperante o caduca cualquier respuesta política que trate de poner en orden las cosas.
¿Qué pueden hacer los gobiernos en contextos como el actual?, lo cierto es que la realidad nos dice: ya ni la nación más poderosa del mundo puede contraponer los postulados pseudo-ortodoxos de un mercado únicamente especulativo, ya que utilizan los momentos de debilidad y desunión política para lograr sus objetivos, saben de la disparidad de poder negocial entre capital financiero y capital político, saben que ahora tienen contra las cuerdas a los gobiernos y a la ciudadanía, y, como no, saben que su forma de actuación no les supondrá ningún tipo de problema legal.
Al final lo que subyace a esto movimientos político-especulativos son dos cuestiones fundamentales, si cuando nació el capitalismo industrial nos encontrábamos preferentemente a sujetos que invertían para sacar rendimientos pero siempre asumían un riesgo y siempre tenían una vinculación afectivo-dineraria con sus empresas, ahora nos encontramos con simples gestores de ingentes cantidades de dinero sin ningún tipo de riesgo y gestionando recursos que no son suyos ni así los sienten, con ello la lógica del mercado se ha “desnaturalizado”; y por otro lado, en las decisiones de este tipo de inversores, aunque parezcan racionales, su único interés está en el beneficio rápido y sin tener en cuenta las consecuencias sociales y políticas, si antes había un consenso en que el mercado estaba regido por la Teoría de la Elección Racional, ahora parece estar monopolizado por una Teoría de la Elección Especulativa, mucho más emocional y cortoplacista que la primera.
José Rosiñol Lorenzo