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España sigue en la cuerda floja (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el agosto 9, 2011 por admin6567
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Puede que alguien confiara en los milagros y que muchos esperaran que el anuncio del señor Trichet, del BCE, de que iba a comprar deuda española e italiana, iba a ser el revulsivo que las bolsas precisaban para recuperar los números verdes y, así, capear el temporal que, el anuncio de S&P de que iba a rebajar el ratio de la deuda americana desde AAA a AA+, se suponía que provocaría en todo el mundo civilizado ( ya no hablo del otro, porque en él se limitan a morirse de hambre, sin que parezca que nadie se de cuanta de ello). La  realidad ha sido muy distinta al efecto que, en Europa, habían previsto que produciría la intervención del BCE que, si bien ha adquirido unos 5.000 millones de la deuda española e italiana, sus efectos sobre la volatilidad de las bolsas, si nos atenemos a los datos que se tienen de todas las principales bolsas mundiales, puede considerarse como muy limitado y, evidentemente, insuficiente para que la CE se sienta tranquila y pueda dedicarse a poner en orden sus problemas menores.

En España, después de un inicio espectacular en el que parecía que el Ibex 35 iba a dar la campanada al situarse por encima del 2’5 % de ganancias a media mañana, la alegría ha sido efímera ya que, a media sesión, ya volvía el rojo amenazador que ha acabado por imponerse rotundamente, cerrando la sesión con pérdidas del 2’44%. Pero es que esta ha sido la constante en todas las bolsas mundiales en las que ninguna ha logrado cerrar en positivo, a pesar de los esfuerzos del gobierno americano de  poner en duda la solvencia de la valoración de S&P, alegando que se habían equivocado en 2 billones de dólares al valorar las necesidades de los EE.UU. Puede que la señora Salgado (no se puede negar que es la única, en este gobierno de incompetentes y vividores, que se gana el pan con el sudor de su frente) se creyera que, pidiendo un pago a cuenta a las grandes empresas, flexibilizar el contrato a tiempo parcial y recortando por medio de genéricos el gasto farmacéutico, ya conseguiría apaciguar a las bolsas; si esto era lo que pensaba, puede ya dar por descontado que no lo va a conseguir.

Resulta curioso que, a un colectivo, el de las farmacias, al que sistemáticamente se les viene retrasando, hasta periodos superiores a los seis meses, el pago de los medicamentos que facilitan a los beneficiarios de la Seguridad Social; se les exija, además, que todos los medicamentos que faciliten sean genéricos. Tampoco queda claro lo que van a decir todas las industrias farmacéuticas que se vean afectadas por este recorte de ventas y reducción de precios que, según la señora Salgado, puede alcanzar los 2.400 millones de euros. Mucho nos tememos que, como ya se ha convertido en algo habitual en este gobierno socialista que padecemos, las relaciones, las entrevistas y la reuniones conjuntas de los ministros de distintos departamentos – en este caso con el ministro de Trabajo – para llevar a cabo políticas coordinadas y sinérgicas, parecen ser inexistentes porque, en caso contrario, debería haberse valorado el impacto en puestos de trabajo que se pueden derivar de un eventual recorte de plantillas de las farmacéuticas afectadas por la medida. En cuanto al adelanto a cuenta del IS de las grandes empresas ( 2.500 millones de euros) parece ser que sólo se trata de otra de las martingalas de los socialistas, para dejarle a próximo gobierno que los sustituya en el gobierno, una situación más precaria al no poder contar ni siquiera con el recurso de recaudar en su totalidad los impuestos, una parte de los cuales ya se habrán esfumado en las manos despilfarradoras de los miembros del actual Ejecutivo y de las de los de los ayuntamientos y comunidades autónomas que todavía siguen  gobernadas por socialistas.

Es inútil recordar a nuestros gobernantes que, cualquier modificación que se pretenda llevar a cabo de los sistemas de contratos para trabajadores, no tendrá la más mínima eficacia si, antes, no se consigue que las empresas, grandes y pequeñas, así como los comercios de autónomos, no cuenten con la confianza de poderse valer de créditos a intereses moderados para mejorar el circulante y, por otra parte, de un sistema de legislación laboral que les permita flexibilizar sus plantillas y adecuarlas a las necesidades de la producción; a la par que, el sistema de negociación de convenios colectivos, al contrario de lo que se ha venido legislando últimamente, en lugar de primar a los de tipo autonómicos o regionales, se primen los de empresa, de modo que, cada empresario, pueda convenir con sus propios empleados aquellos aumentos salariales y condiciones laborales que estén relacionados con la buena marcha de la sociedad y estén establecidos, no en función del aumento de coste de vida, sino en función de la productividad alcanzada y la situación económica de la empresa.

En todo caso, nada podremos hacer en España para mejorar el empleo hasta que, nuestro crecimiento, supere el 2 o 2’5% cosa que, por ahora, no está a nuestro alcance si nos fijamos en el último dato oficial que lo sitúa en la irrisoria cifra del 0’2%. Lo que no hace más que confirmarnos el hecho de que, con un gobierno interino como el que tenemos, con una dirección bicéfala, ZP y Rubalcaba, que parece que, cada uno de ellos, libra su propia batallita por su cuenta, llegando al extremo de contradecirse en sus opiniones y cuando, por añadidura, como hemos podido ver atónitos, lo mejor que tienen para combatir la crisis ha sido un gabinete restringido compuesto por la señora Salgado, el señor Blanco y el señor Jáuregui. Sin duda, ha llegado el momento, señores, de ponerse a temblar y a rezar, los que sean creyentes, para que haya alguien capaz de convencer al señor Rodríguez Zapatero de que, sin más dilación, convoque elecciones, antes de que todo el tinglado del Estado acabe por desplomarse encima de la ciudadanía, impotente ante tanta inoperancia  e incapacidad.

Mucho nos tememos que, la intervención  del BCE, va a  tener un efecto muy limitado ­–aparte de evidenciar sus contradicciones al decir que no compraría deuda y, a los dos días, hacer lo contrario – Hay que observar que, entre Grecia, Irlanda y Portugal ha adquirido 75.000 millones de euros de su deuda pública y, así y todo, estas inversiones del BCE no han impedido que la rentabilidad media de los bonos periféricos, a 10 años, alcance una tasa cercana al 10%. España, a finales del año pasado, acumulaba una deuda pública de 639.000 millones de euros e Italia la de 1’8 billones, cuando la de los tres países mencionados, en conjunto, suma 637.000 millones de euros (inferior a la española). Por otra parte, el BCE sólo tiene un capital de 10.700 millones de euros lo que supone que, si comprara 100.000 millones de euros en bonos españoles e italianos y éstos se depreciasen sólo un 10%, su balance quedaría en números rojos. Ello obligaría  a aportaciones extras de los socios comunitarios o bien a imprimir euros para cubrir sus pérdidas, lo que significaría violar los tratados fundacionales de la UE.

Queda claro que en el BCE no se puede confiar para que siga comprando deuda de los países en dificultades en todas las ocasiones en que se le pida; salvo que los países más ricos quisieran seguir aportando cantidades millonarias. Queda, eso sí, el acudir al Fondo de Rescate Europeo, cuya flexibilización está en discusión, para que, en cumplimiento de los acuerdos de 21 de julio, pueda comprar deuda de los países periféricos, algo que, sin embargo, estaría condicionado a que los parlamentos de los distintos países dieran su autorización para que se pudiera aplicar a finales de septiembre. Un embrollo descomunal. Al menos, esta es mi opinión al respeto.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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