Pablo Sebastián (Publicado en Republica.com, aquí)
Ayer nueva sesión de pánico en las Bolsas europeas con fuertes caídas generalizadas ante el rumor de problemas con la deuda pública de Francia, la caída de Wall Street y los problemas de calificación de los Estados Unidos. En medio de esta tormenta el presidente Sarkozy convocó de urgencia su Gobierno, Italia anuncia nuevas medidas de ajuste de su déficit, Obama se reúne con los responsables de la Reserva Federal y en Madrid silencio y perplejidad. El Gobierno bloqueado y ausentes los principales partidos de la oposición, dedicados los unos y los otros a batallas electoralistas en torno al futuro de ETA o de pactos post electorales entre el PP y CiU, y ofreciendo todos ellos una imagen de absoluta irresponsabilidad, incapaces de hablar entre ellos, tomar medidas y ofrecer la imagen de un país unido y decidido a hacer frente a esta avalancha de especulación y ataques continuos de los mercados.
Los malos augurios del comienzo del mes de agosto están alcanzando cotas alarmantes para los EE.UU. y la Unión Europea, y en especial para España e Italia y vamos a ver si la alarma surgida en torno a Francia –Chipre está ahora al borde de pedir el rescate europeo- se queda en un rumor especulativo que, de momento, ya le ha costado muy caro a la banca francesa que ayer sufrió fuertes caídas de sus cotizaciones en la Bolsa de París. Algo que también pasó en la Bolsa española y en la italiana, provocando escenas de pánico y desconcierto porque nadie sabe definir cuales son las causas de este infernal tobogán ni tampoco como frenar el permanente descalabro.
Lo que si está claro es que, al margen de los especuladores que están haciendo su agosto –nunca mejor dicho- existe una total desconfianza con la situación económica de los principales países de Occidente, y sobre España e Italia de una manera muy especial porque, a pesar de las reformas anunciadas, nada permite demostrar en el corto plazo que el déficit español está controlado y que la salud de las cuentas del Estado, las autonomías y ayuntamientos, así como del sistema financiero español, está asegurada.
Ni siquiera la convocatoria de las elecciones generales para el 20-N permite ofrecer un horizonte de tranquilidad como pretendía el PP, y como los justificó Zapatero, por lo que en las próximas horas y días parece necesario que los primeros gobernantes españoles y los dirigentes de la oposición deberían, en primer lugar, reunirse para hablar y pactar algunas medidas urgentes que ofrezcan una imagen de cohesión nacional y de unánime decisión en contra de la crisis financiera que nos invade. Y que corre el riesgo de llevar a muchas empresas españolas a una situación de alto riesgo porque el hundimiento de sus cotizaciones y los créditos e intereses elevados –cada vez mas altos- que soportan pueden provocar una hecatombe e incluso tocar a compañías emblemáticas.
Hace tiempo que ese pacto nacional económico debió de ponerse en marcha, pero ni el Gobierno de Zapatero ni el PP de Rajoy han querido dar los pasos necesarios para ello anteponiendo el interés de España a sus propios intereses partidistas y electorales.
Pero una vez mas la clase política española dio muestras de incapacidad y de falta de un verdadero patriotismo, amén de la ausencia notable de reflejos y conocimiento de lo que se nos venía encima y ya ha llegado. Porque en el Gobierno de Zapatero se creyó que con los acuerdos sobre Grecia del 21 de julio, pactados por los países de la zona euro de la UE, y con el acuerdo doloroso del Congreso de Estados Unidos sobre el déficit USA, todo había quedado arreglado, y todos se podían marchar de vacaciones.
Pero he aquí que comenzaron los ataques a al deuda de España e Italia, y la prima de riesgo de ambos países pasó la barrera de los 400 puntos de diferencia con Alemania, y a partir de ahí se desencadenó la tormenta europea a la vez que en Estados Unidos Standard & Poors rebajaba la nota de calificación de la solvencia de la primera potencia del mundo, y la tormenta volvió a arreciar con fuerza. Y si bien se frenó, por intervención del Banco Central Europeo, la escalada de las primas de riesgo de Italia y España y los tipos de interés de emisiones de deuda de ambos países, ahora son los mercados bursátiles los que reciben el ataque directo de los mercados (con los bancos en primera línea de fuego) sin que nadie sepa con certeza el motivo de esta nueva y alarmante situación.
Ayer el rumor rondaba sobre la deuda francesa y también sobre la situación de algunos bancos galos como la Societé Generale, pero ambos casos fueron desmentidos aunque la tensión subió en París y obligó a Sarkozy a reaccionar con su gobierno y a iniciar una ronda urgente de contactos con los primeros mandatarios de China, EE.UU. y Alemania. Mientras, como ya está dicho, en nuestro país silencio y gran perplejidad sin que nadie sepa lo que puede ocurrir en las próximas horas o días y si para entonces España estará en condiciones de reaccionar.