El señor Harry S. Truman, trigésimo cuarto presidente de los EE.UU, cometió muchas equivocaciones y quizá, si viviera en nuestros días, sería acusado de genocidio o crímenes contra la humanidad, por haber sido el que tomó la decisión de lanzar bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, provocando una de las masacres más terribles de la historia de la humanidad. Sin embargo, en lo personal y en su comportamiento cuando cesó en el cargo de presidente (1.952) podemos decir que su comportamiento fue ejemplar. Aparte de renunciar a recibir la Medalla de Honor del Congreso (1.971), cuando se enteró de que la iban a conceder; al retirarse de la vida oficial sólo percibía la pensión del Ejército que ascendía a 13.500$ al año y, cuando era Presidente se pagaba todos sus gastos de viaje y la comida, con su propio dinero. Recibió ofertas de puestos corporativos, con grandes sueldos, que rechazó con las siguientes palabras: “Ustedes no me quieren a mí, lo que quieren es la figura del Presidente y esa no me pertenece. Le pertenece al pueblo norteamericano y no está en venta”. En una ocasión escribió estas palabras que no tienen desperdicio y que nos hacen reflexionar cómo han cambiado los tiempos: “Mis vocaciones en la vida siempre fueron ser pianista en una casa de putas o ser político. Y para decir la verdad, no existe gran diferencia entre las dos”
A la vista de lo que está ocurriendo en nuestra patria y en consideración a las noticias que constantemente podemos leer en la prensa y contemplar en las TV, es evidente que esta casta política ha quedado reducida a un honorable recuerdo, a una rara especie en extinción, irrecuperable, imposible de reeditar, ni siquiera por clonación. Por poco que observemos el comportamiento de algunos de nuestros “insignes” políticos, presuntos representantes del pueblo y “honorables” desvalijadores de las arcas públicas; nos daremos cuenta de que, el concepto que se tiene en España de estos señores, que ocupan los asientos del Parlamento y el Senado y de sus colegas de las CC.AA, no es precisamente muy elevado. Podremos comprobar ¬– tampoco se preocupan demasiado de ocultarlo – que sus principales preocupaciones se centran en garantizarse el porvenir y asegurarse que no tendrán que volver a sus anteriores ocupaciones. Ustedes se habrán percatado de que, desde que el resultado de las elecciones del 22 de mayo pasado, dejó sorprendidos a propios y extraños por la contundencia de la derrota electoral del PSOE, empezó a cundir entre las huestes socialistas el pánico a la pérdida de puestos de carácter político, a la desaparición de las subvenciones y a la evaporación de gabelas, privilegios, franquicias y demás privilegios que, miembros, simpatizantes, paniaguados, beneficiados y parentela de los jerifaltes del PSOE, habían conseguido en recompensa a los “servicios prestados”.
Urgía, por tanto, adelantar la siega, aunque la mies no estuviera madura, antes de que los comicios de 22 de noviembre de este año, acabaran de confirmar el esperado ocaso del PSOE y la defenestración, no violenta, de todos aquellos que, de una manera u otra, han contribuido a hacer de España el remedo de aquella floreciente y respetada nación que fue durante el gobierno del señor Aznar. Y, hete aquí que, desde aquellas mismas fechas, se está produciendo en las turbas socialistas una estampida en pos de asegurarse las algarrobas que, ríanse ustedes, de aquella legendaria carrera de carretas de colonizadores, en pugna por lograr acotar, con sus marcas identificativas, las mejores parcelas en las tierras libres del oeste americano. Los que ya se han asegurado su reelección, por mal que les vayan las cosas, optan por despilfarrar el dinero público e intentar ponerle las mayores dificultades al partido que los suceda en el poder; los que, por su situación personal o por su preparación, saben que conseguirán ganarse la vida sin dificultades en la política o en la sociedad civil, procurando dejar su rastro dañino desacreditando y restándoles méritos a sus sucesores en el gobierno; pero, señores, estos son los menos; porque quedan cientos de miles de concejales cesantes, empleados de empresas públicas condenadas a desaparecer y miles de personas que viven a costa de contratos, encargos, gestiones o asesoramientos, gracias a los apoyos del PSOE, que es muy probable que no tengan donde caerse muertos porque, lo único que saben hacer, es vivir del cuento y cuando se trata de trabajar, y más en las actuales circunstancias, son incapaces de dar un palo al agua.
Y así hemos visto como, aparte de las donaciones por parte de las señoras ministras como sucedió en el mismo mes de mayo pasado, en el que la señora González Sinde entregó un regalo de 5 millones de euros a los chiringuitos particulares de los partidos políticos y la señora Trinidad Jiménez ( que todo lo que tiene de diplomática es haberse casado con un diplomático de carrera) que repartió, alegremente, otros 44 millones de euros a las ONG para que los invirtieran en programas aprobados por el ministerio de Exteriores, una vez descontados los honorarios de los responsables y los gastos de gestión ¡ Ya sabemos en qué consisten estas donaciones que, cuando llega a manos de los beneficiarios, si es que llegan, apenas alcanzan a cuatro chavos! La señora Pajín, más comedia en sus despilfarros, no se olvidó de sus amigas las feministas a las que obsequió con 1’6 millones de euros para “estudios feministas y arte igualitario”.
El señor Sebastián, por su parte, fiel a sus bombillas, sus ahorros recortando los límites de velocidad y su manía por los coches eléctricos, antes de que le descabalgaran de su ministerio, les enchufó a sus amiguetes de los cuadriciclos y similares otros 70 millones de euros para que sigan investigando estos engendros móviles, que cuestan más que los de motor de gasolina y sólo alcanzan 45 k/h. Unos cacharros que se van a convertir en la panacea del futuro para ahorrar emisiones de CO2 ¿Para cuándo, señor Sebastián, serán comerciables y tendrán las oportunas redes de carga? Todo ello, suponiendo que los atascos que se prevén con semejantes bólidos, no aconsejen a los ciudadanos usar las bicicletas. Uno más de esos brotes verdes que han quedado agostados.
Pero me resisto a ultimar este escrito sin hablar de aquellos que ya se han curado en salud y que, como políticos previsores, se han asegurado retiros de oro; empezando por la señora De la Vega, cómodamente instalada en el Consejo de Estado, con coche y un sustancial sueldo vitalicio; la señora B.Aído, jovenzuela pero no tonta, ha conseguido instalarse en una dependencia de la ONU con un sueldo de 100.000 euros al año, aunque ello haya supuesto que, el Ejecutivo español, prometiera a la ONU una donación de 99’5 millones de euros “para promover la igualdad entre hombres y mujeres a nivel mundial”. No hay duda de que el women power se va imponiendo. Pero no se crean que, aunque tengamos casi 5 millones de parados, 300.000 autónomos menos y la deuda nos estén ahogando; los señores alcaldes de CIU y el PSC, hayan renunciado, seguramente por no desdecir de sus superiores, a aumentarse sus sueldos, no fuere que no llegasen a final de mes. Pero, no cantidades simbólicas, no señores, importes que van de un 15 hasta casi un 50%. Y como coda o colofón les informo que, el señor Benach, Ex-Presidente del Parlament – un jardinero de la D. General de Transports y un protegido del señor Carot – ha conseguido jubilarse con 51 años y una pensión de 10.000 euros mensuales (¿qué pensarán el resto de sus compañeros jardineros?), durante cuatro años, al final de los cuales “sólo” percibirá 7.000 euros. ¡Una bicoca para un señor que, como Montilla, no tenía preparación alguna para el cargo! Así dejaron las finanzas catalanas. O, eso es, señores, lo que yo pienso al respecto.
Miguel Massanet Bosch