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La frivolidad de la jet y la hosquedad de la crisis (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el agosto 24, 2011 por admin6567
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En España, sin embargo, tenemos a un grupo de gentes, una especie de nueva casta surgida de la prensa rosa o prensa del corazón

Al parecer algunos de los más notables potentados franceses han tenido un gesto con el gobierno del señor Sarkozy, ofreciéndose a colaborar a sacar adelante su país pagando más impuestos. Es obvio que lo primero que se nos viene al pensamiento es que “algo habrá en esta oferta que esconda el verdadero propósito de estos buenos samaritanos”. Da lo mismo, es una  propuesta que, sin duda, puede ser ejemplarizante para el resto de ciudadanos de la clase media, que siempre se vienen quejando de que el peso de las crisis siempre acaba cayendo sobre ellos. La señora Salgado parece que ha sufrido un subidón de gusto al enterarse de tan insólito ofrecimiento y no ha tardado en reaccionar, mandando un mensaje sutil a quienes manejan a espuertas los millones de euros en nuestro país. La ministra ha decidido que no le parece mal la iniciativa, por lo que si, en España, no tiene imitadores voluntarios, puede ser que ella tome la iniciativa.

En España, sin embargo, tenemos a un grupo de gentes, una especie de nueva casta surgida de la prensa rosa o prensa del corazón, que da lo mismo, y de los llamados programas televisivos, conocidos como realities shows,  del tipo de “Sálvame” o “La Noria” o del del mismo “Buenafuente”; que tanto han venido proliferando desde que los socialistas abrieron la mano y decidieron que, la libertad, consistía en airear todas las vergüenzas de las personas, desvelar sus hábitos más cutres y ventilar sus vicios menos confesables; todo ello con un amplio despliegue de gritos, peleas, desplantes, gestos ordinarios y abundantes peinetas y cortes de mangas, en un despliegue verdaderamente espectacular de la más evidente tosquedad, impudicia, grosería y chabacanería. Pues bien, estos conocidos programas o revistas en los que se airean los trapos viejos de personas conocidas, famosos circunstanciales, personajes de la vida pública, de la farándula o del arte, son verdaderos criaderos de nuevos “famosillos”, que aprovechan su minuto de gloria para aliviar sus finanzas y sacar de los cretinos que los jalean, lo necesario para vivir la gloria unos meses, algunos incluso unos años, hasta que se les apaga la estrella y regresan a la nada de donde nunca debieran de haber salido.

Por esto nos choca tanto, nos irrita y nos causa estupor el observar que, cuando el país está pasando por una situación delicada, con casi 5 millones de parados, con miles de empresas que ha debido cerrar por falta de financiación y España ha tenido que endeudarse hasta límites desconocidos sólo hace tres años, hasta el punto de que, desde Europa, se nos obliga a modificar nuestra Constitución, bajo la amenaza que, de no hacerlo, el BCE va a dejar de comprarnos más deuda (ya ha adquirido 100.000 millones de euros entre España e Italia). Existe una parte de la ciudadanía que parece que se despreocupa de los problemas, que viven a cuerpo de rey, que se permiten viajar en cruceros y yates de lujo y que, para acabar de redondear su falta de sensibilidad, su fanfarronería; en lugar de procurar evitar que no se divulgue, que se quede en familia y que no trascienda al gran público; parece que lo que, realmente, les gusta es convertirse en los protagonistas de todas las revistas, eventos, programas televisivos o, si cabe, de los más sonados escándalos; todo ello con tal de ser populares y, vivir de ello.

Curiosamente, las izquierdas no parece que se sientan molestas por estos desmanes. Uno podrá pensar que les parece bien que toda esta masa de personas que viven a trancas y barrancas; aquellos que se benefician de subvenciones o que consiguen mantenerse gracias a un sueldo exiguo, se entretengan viendo a estos botarates de la Jet, a estos vividores que se exhiben en los programas basura y que dan muestras de su falta de cultura, de su desconocimientos de la ética y la moral y que se han convertido en los difusores de una forma de vida basada en la banalidad, el despilfarro, el perfecto “carpe diem”, basado en un modus vivendi  propio del golfante, carente de prejuicios y practicante del relativismo más radical y absurdo.

No obstante, existen otro tipo de personas pudientes, de seres privilegiados a los que la riqueza no les asusta ni les sorprende, porque siempre han sido ricos. Son personas a las que si se les preguntara a cuanto ascienden sus riquezas serían incapaces de dar una cifra, ni siquiera, aproximada; porque nunca han tenido la necesidad de consultar su saldo en el banco para saber si les quedaba efectivo para realizar un pago. Es preciso que nos fijemos en ellos y veamos si se distinguen de los otros famosos en algo más que en el dinero. Familias de la más rancia nobleza, grandes de España, gente bien educada en los mejores colegios y que han viajado por todo el mundo; familias que deberían ser ejemplares por la trascendencia que la gente le da a sus actos, que deberían tener conductas ejemplarizantes y que deberían saber mantener el tono que, por su alcurnia, se les debería exigir; a pesar de ello, son capaces de sorprendernos desagradablemente cuando vemos que se contagian con gran facilidad de los comportamientos de la gente corriente, de sus conductas impropias, de sus inmoralidades, de sus tics populistas  y de sus prácticas  y costumbres libertinas.

Es cierto que ya, la casa Médicis, en Italia, fue capaz de escandalizar a Europa y que han sido muchos los millonarios libidinosos que han sido incapaces de mantener su comportamiento dentro de los cauces de la decencia y la prudencia. Pero cuando alguien pertenece a una de las familias más conocidas, respetadas y ricas de toda España; tiene posesiones en todas la autonomías y sus tierras de cultivo son las más extensas del país; muchos podríamos esperar que, ya que disponen de una situación tan envidiable, ya que han ocupada un lugar tan preeminente tanto en nuestra Historia como en nuestra cultura; cuando la mirada de millones de españoles está pendiente de sus actos y sus comportamientos; al menos su forma de comportarse hiciera honor a sus blasones.

Lo siento pero, el que una señora octogenaria, una señora con hijos mayores ( algunos de los cuales no se han distinguido por la ejemplaridad de sus conductas), una señora con nietos, una señora que disfruta del mayor número de títulos nobiliarios de España; se comporte, ante todos, como una niña quinceañera, como si el tiempo no hubiera pasado por ella, se adorne de ajorcas, alfardillas, brazaletes y aretes los tobillos y vista como una adolescente, consintiendo que la cohorte de bufones que la siguen, para ensalzarla y pregonar su juventud y belleza, la tenga engañada respecto a la realidad; debo decirlo con toda sinceridad, no sólo me parece un insulto a todos los ciudadanos que se ven obligados a apretarse el cinturón y recurrir a la beneficencia pública, sino que, es evidente que demuestra que la tienen instalada en un mundo onírico, en el que la juventud es eterna y los galanes, en este caso un funcionario, se enfrentan en torneos medievales para disputarse el pañuelo de la bella.

Si quiere casarse a pesar de todo ¡cásese usted en buen hora! Pero líbrenos a los españoles de la tortura de tenerla que estar viendo cada cinco minutos en los periódicos, las portadas de las revistas, los programas de televisión y en las gacetillas de todos los medios de comunicación. En verdad que uno no sabe si, toda la parafernalia que se ha levantado en torno a esta señora, es una inmensa y cruel tomadura de pelo o si, el deseo de estar en primera fila de la actualidad puede alterar el sentido común de aquellas personas a las que se les supone que lo tienen. O esto es, señores lo que pienso respecto a este tema.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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