El grado de desfachatez al que se puede llegar en política no tiene límite. Así como la fuerza del sectarismo es capaz de obnubilar la razón al más conspicuo y sensato pensador, la facultad de distorsionar los hechos y de vender gato por liebre de algunos conocidos socialistas alcanza las cotas de la más alta técnica del engaño y la mentira, en la que, por cierto, son verdaderos expertos estos señores que nos han venido gobernando hasta ahora. Martín Lutero se refería al engaño o la mentira con las siguientes palabras: “La mentira es como la bola de nieve; cuantas más vueltas da mayor se hace” y este procedimiento artero de “hacer rodar” una mentira para que, al cabo del tiempo, parezca que es realidad, es algo de lo que se han venido valiendo, con notable éxito, estos señores socialistas que tenemos la desgracia de tener que soportar en España, para mantener engañada a una izquierda ansiosa de creerse todo lo que se le ponga delante, con tal de ponerle palos en las ruedas al carro de la derecha.
Estos días hemos tenido ocasión de escuchar y leer toda clase de opiniones, de conjeturas, de pronósticos, de críticas y alabanzas a una medida realmente espectacular que, a la fuerza, por imposición del BCE y de Alemania y Francia, el señor Zapatero y su gobierno se han visto obligados a tramitar. Se trata de la modificación de la Constitución para introducir en ella unas referencias a la estabilidad presupuestaria del país. El PP, como no podía ser menos, la ha apoyado, como le correspondía en uso de su responsabilidad con España; pero, hete aquí lo curioso de esta situación, los que se han mostrado más contrarios a esta reforma, los que más se han quejado de ella y los que, incluso dentro del PSOE se han mostrado dispuestos a votar en las cámaras en contra de ella, han sido, precisamente, varios miembros conocidos del propio socialismo. Ahora parece que se quejan de la pérdida de soberanía de España, se lamentan de que las comunidades autónomas van a quedar encorsetadas y que el propio Gobierno de la nación va a tener limitadas sus facultades fiscales; todo ello en perjuicio de las políticas sociales de las que tanto presumen y a las que tan poco han contribuido.
Cuando, los ciudadanos de a pie, observamos estas reacciones de aquel partido que nos viene gobernando desde hace casi ocho años, que cuando obtuvo el poder se encontró con una España floreciente, en buena situación económica, con un desempleo en baja, unas finanzas saneadas y una población que podía presumir de un buen nivel de vida; no nos queda más remedio que pensar que alguien se equivoca. Veamos si nos entendemos: ¿quién ha sido el verdadero culpable de que hayamos llegado a la situación de tener que rendirnos a la evidencia y pasar por las horcas caudinas de vernos obligados a ceder parte de nuestra soberanía ante Europa? Por supuesto no será el PP al que, aparte de mantenerlo apartado en virtud del acuerdo del Tinell, se le han vetado por el PSOE, cuantas propuestas han venido presentando y, por añadidura, en el colmo de la cara dura, todavía se le ha acusado de no tener propuestas que hacer.
Resulta verdaderamente kafkiano el hecho de que el señor Antonio Gutiérrez, el que fue dirigente de CC.OO cuando se retiró el señor Camacho, don Marcelino; más tarde ganado para el socialismo por Zapatero, habiendo compartido con ZP los años de gobierno del PSOE, sea uno de los que más protesta. Este caballero, en una tertulia de la COPE, se ha mostrado indignado (uno más) con el hecho de que se modifique la Constitución para establecer el equilibrio presupuestario y mantener un paralelismo con Europa en lo referente a los límites del déficit; algo que, para él, ha constituido el mayor error de Rodríguez Zapatero. Lo malo es que este caballero ha permanecido silencioso en su escaño todos los años que el señor ZP nos viene gobernando. El hecho de que, ahora, cuando ya no tiene nada que perder, se levante contra su jefe y se haga el gallito, suena más bien a una revancha porque no le hayan hecho ministro en alguna de las tandas de relevos que ha experimentado el gobierno del PSOE. Se ha empeñado en alegar argumentaciones propias de la más rancia izquierda, ha dicho barbaridades como que Alemania está progresando gracias a nuestro déficit y se ha olvidado de algo tan simple y sencillo como que, por mucho que a él le disguste frau Merkel y el BCE nos viene comprando la deuda, es muy posible que ya hubiéramos tenido que tirar la toalla.
Y es que, estos socialistas, parece como si no se dieran cuenta de que llevan gobernando España más tiempo del que quisiéramos muchos españoles, y que, sólo gracias a su pésima gestión y sus despilfarro en gastos autonómicos, pretendidas medidas sociales y un, más que cierto, enriquecimiento de muchos de ellos; España ha llegado a un momento en que no nos queda más remedio que obedecer a rajatabla lo que se nos ordene desde Europa, sin rechistar; siendo un verdadero suicidio económico que ahora unos cuantos quijotes salidos de los desvanes del partido socialista, como el mismo señor Borrell, se rasguen las vestiduras cuando, en todo caso, ya debiera de hacer años que lo hubieran hecho, si es que se hubieran atrevido a ello; criticando la única medida sensata que parece haber tomado el señor Zapatero en todos sus mandatos.
Lo que no dicen, estos críticos tan severos, es lo que hubieran propuesto hacer ellos, llegados a la situación en la que nos encontramos, para sacar adelante a un país condenado a seguir endeudándose, con un crecimiento que se aleja del previsto y un paro, al que se quiere combatir cuando ya es imposible hacerlo, al haber dejado pasar la ocasión de dar fuelle a las empresas para que hubieran podido resarcirse y mejorar su productividad y competitividad. La situación parece estar muy lejos de este 2 o 2’5% de crecimientos del PIB que parece que es necesario para reactivar la economía de un país y reducir el desempleo que, hoy por hoy, es la sanguijuela que más chupa del Tesoro y la que más nos obliga a tener que acudir constantemente a colocar deuda.
Por eso cuando escuchamos a señores como Cayo Lara, A. Rodríguez o CC.OO y UGT, protestar porque el Gobierno haya alargado la edad para poder acudir a los contratos de formación o haya dejado en suspenso la obligación de hacer fijos a los contratos temporales que excedan de 24 meses; alegando que esto es fomentar la precariedad del empleo, no podemos menos de pensar: ¿ en qué mundo están viviendo estos señores?, ¿ es que no se han percatado de que ellos, con sus peticiones absurdas, sus chantajes al Gobierno y sus obsoletas ideas sobre las relaciones laborales, han sido cómplices, con sus mamoneos y amenazas, de que se haya llegado al paro que tenemos hoy? Insisten, una y otra vez, en que no se pueden reducir las conquistas sociales, que el Estado debe anteponer los temas sociales a los económicos, sin que parezca que se den cuenta de que, ante todo , por encima de cualquier beneficio social, se encuentra el derecho de los ciudadanos al trabajo y que, sin él, todo lo demás es secundario y debe subordinarse a buscar las soluciones precisas para facilitar el acceso de los desempleados a cualquier trabajo, aunque ello suponga no tener la seguridad que confiere un trabajo fijo.
Ante estas posturas de carácter demagógico, estos atisbos de extremismo de izquierdas y esta falta del sentido de la realidad de estos grupos de descontentos que, cada día, proliferan más; cabe preguntarse si, el nuevo gobierno que salga de las urnas, va a poder gobernar o si la voluntad de la mayoría va a quedar suplida por la violencia de unos pocos. O esta es, señores, mi visión de la situación.
Miguel Massanet Bosch