“Si hay que sucumbir salgamos al encuentro de nuestro destino”. Fue Cornelio Tácito, el cónsul, escritor e historiador romano del 55-120 d.c. quien fue el autor de esta máxima un tanto pesimista pero, sin duda, capaz de expresar lo que es la audacia de aquel que se enfrenta a una situación, aparentemente incontrolable, optando por no arrugarse, utilizando todos los medios a su alcance para intentar enfrentarse a ella. No hay duda de que, los políticos, nos tienen acostumbrados ofrecerse a los electores prometiendo un sin fin de mejoras de todo orden que, como es natural, siempre van a favorecer a quienes les voten. Sin embargo en el PP se está produciendo una mutación de roles y parece que, por fin, están apareciendo algunos personajes que han decidido cambiar de estrategia y se han impuesto, a si mismos, la obligación de enfrentarse a quienes los eligieron con la verdad, sin tapujos, llamando a las cosas por su nombre y sin escatimar a los ciudadanos las dificultades, los sacrificios y las medidas desagradables que va a ser necesario aplicar para salir de la, poco boyante, situación en la que nos dejaron, los anteriores administradores de las distintas regiones que, en virtud de las elecciones del 22M, pasaron a depender de los políticos del PP.
Sir Wiston Churchill, el que tuvo que dirigir a Inglaterra en la Segunda Guerra Mundial, cuando pintaban bastos para las fuerzas de los aliados europeos y sobre Gran Bretaña caían toneladas de bombas, lanzadas por los Stukas de la Luftwaffe del mariscal de campo alemán H. Göring; sabía que no le quedaba otro remedio que resistir y esperar a que los EE.UU se decidieran a intervenir en el conflicto; por ello se dirigió a los ciudadanos ingleses, en un discurso radiado a toda la nación, que concluyó con las siguientes palabras: “lo único que os puedo ofrecer es sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”. La nación entera, como un solo hombre, se puso en pie para seguir a su líder. Con menos dramatismo, con más sencillez, pero con no menos coraje, la señora Cospedal, en la que tengo que confesar no confiaba demasiado, ha dado un primer paso que, a mi modesto juicio, vale más que toda la propaganda electoral que puedan desarrollar ambos partidos para promocionarse, de cara a las próximas elecciones generales del 22 de noviembre.
Estoy convencido de que, el pueblo español en general y aquellos que se han visto obligados a inscribirse en el paro o los que están con sus puestos de trabajo pendientes de un hilo, en particular; están hartos de que se les haya venido repitiendo que la crisis no nos afectaría, que era algo pasajero, que en dos meses se empezaría a crear empleo o que ya se vislumbraban brotes verdes Estos que nos han venido gobernando, dándole más importancia a vender ilusiones, a prometer pleno empleo, a ofrecer mil mejoras sociales y a llamar “antipatriotas” a los que querían denunciar la cruda realidad de un país que no había sabido tomar las medidas adecuadas para aminorar los efectos de la crisis; han sido incapaces de evitar que la nación se precipitara al abismo de la recesión; hasta el punto de que hayan tenido que ser, el BCE y Europa, los que nos hayan tenido que auxiliar comprando nuestra deuda. Para curar una enfermedad lo primero que se hace es diagnosticarla, aceptar que se tiene y, acto seguido, poner en práctica los reconocimientos, los análisis y todos los medios de que dispone la medicina para determinar el verdadero estado del paciente e intentar aplicarle el remedio preciso, aunque este sea duro, doloroso y largo. Lo contrario sería una insensatez y un suicidio.
Alguien ha dicho que, si lo que pretende ahorrar la señora Cospedal con su plan de austeridad en Castilla-La Mancha, se generalizase a todas las autonomías del reino, se podría conseguir un ahorro de unos 100.000 millones de euros; una cantidad lo suficientemente significativa como para que, los acreedores que vigilan de cerca la solvencia de nuestra deuda, se tranquilizasen y disminuyese la especulación que nos ha venido obligando a pagar intereses más altos y a asumir una prima de riesgo que viene rondando los 300 puntos básicos. No sé si será cierto ni si el resto de autonomías están dispuestas a seguir el ejemplo de Castilla-La Mancha; sin embargo, a poco que nos queramos fijar en los puntos esenciales en los que se centra este proyecto, veremos que no se trata de un proyecto absurdo ni irrealizable, sino que contiene una gran dosis de sentido común. Y es que, si se tiene en cuenta que en el 2009 las administraciones públicas españolas gastaron 485.200 millones de euros, o sea, un 46 del PIB español, el ahorro de 100.000 millones de euros rondaría el famoso plan de ahorro de mayo del 2010 (15.000 millones de euros) solo que multiplicado por 6.
Y es que, el objetivo del plan de la señora Cospedal es reducir en un 20% el total de los Presupuestos para el 2011 (pasando de los 8.616 millones de euros de este año a 6.800 millones), ahorrándose 1.800 millones (1.718 en gastos y 97 por nuevos ingresos) ¿Es una empresa quijotesca? Lo es, pero vale la pena intentarlo ¿levantará ampollas entre los colectivos afectados? Sin duda, pero si se quiere sacar a España de la grave situación en la que nos encontramos y, al mismo tiempo intentar respetar los beneficios sociales de los que gozamos, mucho nos tememos que no hay otras caminos salvo el de los milagros. ¿Hay alternativas mejores? Puede, pero no las conozco.
Si es que empezamos por una mejora de la gestión de los fondos europeos, una venta de inmuebles, acciones y una rebaja sustancial de coches oficiales, vendiendo los sobrantes, tenemos que decir que nada se puede objetar, máxime, si ello comporta unos ingresos adicionales de 97 millones de euros. Si a ello añadimos una reducción del personal de la administración (temporeros, enchufados etc.), una congelación de la oferta pública y una reducción de 500 liberados sindicales ¡ya era hora de que se les hiciera trabajar!, además de un incremente de horas lectivas a los profesores; miel sobre hojuelas. Ya no hablemos si se deshacen de asesores, se limitan o suprimen las publicaciones y se pone coto a los gastos de representación, entonces lanzaremos vivas de alegría. Y si, para remate, se suspende la obra nueva, se eliminan esta serie de fundaciones que nadie sabe a lo que se dedican y se reduce el presupuesto para la televisión autonómica (un semillero de enchufados y un gasto insoportable, no sólo para Castilla-La Mancha, sino para todo el resto de España) en espera de su privatización; sin duda entraremos en un estado de éxtasis ante tanta maravilla austera.
Que la señora Cospedal y su equipo se tendrán que apretar los machos para llevar a cabo esta mastodóntica tarea, no cabe duda; que los socialistas estaban esperando los recortes para descalificar al PP, era evidente; que los sindicatos, los Indignados y los antisistema van a elevar el grito al cielo diciendo que la derecha sólo se ocupa de recortar el estado del bienestar, lo podríamos jurar. No obstante yo les preguntaría a todos estos sabios de pacotilla ¿qué han estado haciendo ellos durante los pasados años para evitar que este cacareado estado del bienestar se perdiera? Nada, absolutamente nada, al contrario, se han dedicado a despilfarrar en memeces, en subvencionar a sus amigos, en enriquecerse personalmente, en dádivas y ayudas a países gobernados por dictadores; en guerras inútiles, en permitir que la inmigración nos invadiera y en hundir a los autónomos y empresas medianas y pequeñas, guiados por su obsesión de de adoctrinarnos y llevarnos a conocer las delicias de los paraísos comunistas. No, gracias, ya tenemos bastante. O esto es, señores lo que yo opino al respecto.
Miguel Massanet Bosch