Y quiero aclarar que, en esta frase hecha, no hay ninguna clase de prejuicio respecto a esta raza que tantas injusticias y humillaciones ha sufrido a lo largo de los siglos. Sin embargo, si quiero dejar constancia de la impresión que a cualquier ciudadano de a pie le está causando la serie de desatinos que los políticos están cometiendo en vísperas de las elecciones del día 20N cuando, en un intento desesperado para intentar que los españoles nos olvidemos de los errores que han cometido durante los siete años anteriores, vemos en sus dislocadas, improvisadas y deslavazadas decisiones de última hora, algo más que un intento de salvar los muebles, si no un brindis al sol de los electores, para intentar justificarse de no haber sabido hacer con el país otra cosa que llevarlo a la preocupante y extrema situación en la que lo han colocado.
Veamos si somos capaces de poner orden nuestras ideas que, de tanto intentar comprender como un país, España, que hace menos de ocho años estaba encumbrado entre los primeros del mundo, con una economía boyante y con trabajo para todo el que quisiera trabajar; en lo que históricamente sería nada más que un “plis– plas”, ha quedado convertido en terreno baldío donde no hay trabajo ni actividad industrial, en gran parte debido al gran bluff de las cajas y la banca; causa primera de nuestra penosa situación actual. Y es que, no hay quien pueda entender que unas cajas que se excedieron en sus posibilidades, que intentaron especular con la construcción, que concedieron a sus directivos sueldos de maharajaes; y que, ignorando la realidad y la morosidad creciente de sus clientes, se dejaron arrastrar por la inercia hasta que, el Banco de España –que, evidentemente, ha estado mirando hacia el otro lado, cuando su misión hubiera sido vigilar de cerca, tanto a bancos como a cajas, para que no se salieran de la línea de la prudencia y sensatez que se les podía pedir a unas entidades que manejan el dinero de los españoles –, no haya tenido otra salida que tomar cartas en el asunto, ante el evidente peligro de que, la desconfianza de los inversores extranjeros y las agencias de calificación, acaben por cerrar la entrada de dinero en España y, por intermediación del FROP, poner más dinero para intentar “salvarlas”, en lugar de dejarlas caer, salvaguardando los derechos de los impositores. ¡Ojo, dinero de los españoles!, contribuyendo a confirmar que quien paga la crisis somos los ciudadanos.
Resulta poco menos que un insulto a la decencia, el hecho de que los mismos directivos que llevaron a bancos y cajas a una situación de pre-quiebra, continúen en su mismo puesto de trabajo o, en el caso de que se los aparte de él, reciban compensaciones astronómicas, como hemos tenido ocasión de comprobar en casos tan sangrantes como el de una señora. María Dolores Amorós, de la fallida CAM, que se había signado una suculenta pensión anual de mas de 350.000 euros o el ex director de Novacaixagalicia, entidad que ha recibo del Estado una cifra de 2.500 millones de euros para evitar su quiebra, que, al parecer, pretende cobrar una indemnización de 8 millones de euros. Tampoco se han quedado cortos en pedir otros tres directores de la misma empresa, que parece que podrían ser indemnizados con un total de 20 millones de euros. Según informa “El Economista”, 14 gestores de cajas de ahorros se han embolsado de 48 a 52 millones de euros, al acogerse a planes de prejubilación y recibir las indemnizaciones estipuladas.
¡Ah! Pero esta prodigalidad con sus dirigentes, estos sueldos desmesurados de los altos cargos y estos despilfarros y costosos endeudamientos de las entidades financieras; los debe pagar alguien y, como es habitual en España, el que acaba por soportar en sus propias carnes tales excesos, es el ciudadano de a pie que, si son ciertas las noticias que se publican en la prensa, será quien tendrá que soportar, a partir de ya, el aumento de las comisiones por el mantenimiento de cuentas y el uso de tarjetas de débito en un 15%, como si el dinero que les dejamos en custodia fuera una carga para ellos, en lugar de suponer el eje de sus negocios. O sea, que las comisiones de mantenimiento y administración de cuentas corrientes van a pasar a ser de 25’8 euros de media frente a los 22’36 euros de diciembre del 2010. También aumentarán los gastos bancarios de las hipotecas y créditos, por los que van a cobrar, aparte de las comisiones habituales, por el simple trabajo de hacer un estudio sobre los mismos.
Y aparece el señor Rubalcaba, prometiendo reformas y hablando de que el ahorrar puede que no sea lo más conveniente para salir de la crisis; volviendo a la tesis que tuvieron que abandonar, cuando Europa nos cantó las cuarenta el mes de mayo, de que la crisis se supera gastando más. Se supondría que el señor candidato debiera controlar sus declaraciones, porque resulta decepcionante que, a las pocas horas, la señora Salgado, vicepresidenta del Gobierno, le tuviera que recordar que esto es imposible (España, de hecho, está intervenida, puesto que sin las compras de deuda por el BCE, ya habríamos quebrado hace tiempo) y que no hay otra opción que ahorrar, si no queremos acabar como Grecia, porque ahora la prioridad es la consolidación fiscal. Un poco de seriedad se agradecería y, aún más, cuando el mismo candidato, al apercibirse de su metida de pata, busca disimular el fallo diciendo que “él, a quien se refería era a Alemania, a la que le pedía tirar del resto de Europa”. En fin, que se ha hecho un lío fenomenal, lo que no hace más que reafirmarnos en una teoría que mantenemos desde hace tiempo, el señor Rubalcaba no es tan fiero como lo pintan y sus capacidades de gobernante, aparte de su faceta de intrigante y marrullero, no parecen que superen en mucho a las de su antecesor, el señor ZP. Claro que: “Dios los cría y ellos se juntan”.
Y a todo esto Goldman Sachs, el banco de inversión estadounidense, prevé que la economía española caiga dos décimas en el último trimestre de este año y que terminará el próximo ejercicio con una caída del 0’4% Como siempre la señora Salgado se mofará de estas profecías, seguramente porque ya no estará en su cargo para verlo pero, hasta ahora, todos los desplantes de la señora ministra se los ha tenido que tragar sin agua. La agencia de calificación Fitch, por su parte, habla de que España sólo crecerá en el 2012 un escuálido 0’5%; mientras, miren por donde, según a informa el INE el pasado lunes, los españoles tampoco han podido ahorrar más, de forma que la tasa de ahorro se situó, en el segundo trimestre, en un 13’2% de su renta disponible, un 2’2% por debajo del mismo periodo del año anterior. Es fácil buscarle la explicación: los precios suben, los impuestos también, y los salarios y pensiones permanecen estancados en función de la situación de crisis.
Y, para ponerle la guinda a este pastel de la incompetencia de quienes nos han venido gobernando y que parece que ya han tirado la toalla, desentendiéndose de todo lo que no sea intentar despistar a los ciudadanos lanzando cortinas de humo; después de haberse congratulado con la magra reacción del empleo en verano (como siempre coyuntural) y de haber pretendido que ello era ya un signo de recuperación que se extendería al otoño. El señor Rubalcaba ha recibido un “refuerzo” estratégico para su campaña: puede decirles a los españoles que el pasado mes de septiembre el número de parados ha subido en la cifra de 95.817 personas, con lo que volvemos a ponernos en un desempleo real que se acerca a los 5 millones de desocupados. Malas noticias para el candidato del PSOE. ¡Como para confiarles, de nuevo, el gobierno de España! O, eso pienso yo.
Miguel Massanet Bosch