es cuando aparece el señor Pérez Rubalcaba, candidato a la presidencia del gobierno, para lanzar un órdago contra los ricos y los bancos
En ocasiones a uno le entra el hastío de la política, no porque el tema en sí no sea apasionante y evidentemente importante para la marcha de la nación, sino, precisamente, porque son los mismos políticos los que con sus actuaciones, sus manifiestas incapacidades y, por encima de todo, su sectarismo y cerrazón ideológica, los que suelen anteponer al bien común, lo que ellos consideran que pueda favorecer a sus intereses, no sólo materiales sino, incluso, aquellos en los que pueden quedar comprendidos: revanchismos, ansias de poder, anticlericalismo, rencores del pasado, envidias y venganzas que se mantienen latentes, puede que durante muchos años, a la espera de que se les presente la ocasión para poderlos regurgitar, como las aves lo hacen para alimentar a sus crías; momento en el que no dudan en parirlos, aunque ello suponga ir contra los intereses de la ciudadanía a la que representan.
Resulta impactante que ahora, en que puede que nuestra nación esté pasando uno de los momentos más delicados desde que, a mediados del 2007, empezó a atisbarse la llegada de una crisis; sea cuando, con motivo de una campaña electoral que, a pesar de los plazos, se inició al día siguiente de las municipales y autonómicas del mes de mayo pasado, se estén produciendo las más sonadas contradicciones, precisamente cuando nos enteramos de que, el apoyo público a bancos y cajas, asciende a un total de 115.000 millones de euros; es cuando aparece el señor Pérez Rubalcaba, candidato a la presidencia del gobierno, para lanzar un órdago contra los ricos y los bancos “amenazando” con ponerles unos impuestos especiales para, según su criterio, invertir el dinero que les saque en crear empleo. Uno, en su corta inteligencia, hubiera pensado que lo que hacía falta era que, los bancos, en lugar de pagarle más dinero al Estado, para que después desaparezca en subvenciones a la Alianza de Civilizaciones, o en mantener la guerra contra Libia, o en darles medallas pensionadas a los que han apoyado al partido etc, se reforzaran dichas entidades para que pudieran dar créditos a las empresas necesitadas de liquidez y precisadas de la modernización de sus elementos productivos, con el fin de poder competir con las del resto del mundo, mejorando su productividad y creando puestos de trabajo.
Resulta impresionante que, mientras estamos en la cuerda floja, cuando el BCE está hablando de pedir que el Fondo de Rescate (este que todavía se está tratando de potenciar, dotándolo de 400.000 millones de euros para reforzarlo) que avale la deuda española e italiana, debido a que ya tiene las arcas llenas de nuestra deuda y de la italiana, adquiridas en el mercado secundario; ahora se hable de que sería preferente que la estabilidad financiera de la que tanto se habla, fuera competencia del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, lo que implica que los fondos de este organismo se dediquen a reforzar las nuevas emisiones de deuda pública. Eso sí, para el señor Vitor Constancio, vicepresidente del BCE, “el apoyo de Fondo de Rescate” a los dos países debería estar sujeto a “condiciones estrictas en cuanto a medidas de consolidación fiscal y reformas estructurales”.Para Paris y Berlín parece que sería preferible recapitalizar directamente a los bancos y, si nos hemos de fiar de las informaciones de estos días, parece que están en ello, aunque, con el enfado del resto de países de la UE, que se sienten excluidos de las deliberaciones.
Y, en este contexto, en nuestra nación parece que nadie se de cuenta del riesgo que corremos cuando, los Sindicatos, encabezados por Méndez y FToxo, se dedican a decir memeces, a hablar de cambiar el sistema y a oponerse a cualquier medida que signifique variación de las actuales condiciones de trabajo, algo así como a blindar las leyes sociales como si fueran inamovibles y no estuvieran sujetas a los bandazos de la economía; seguramente preferirían que sigamos cerrando empresas y aumentando el número de desempleados, mientras ellos siguen engrosando sus carteras con las subvenciones que van recibiendo del Estado. Por ejemplo, en señor Cháves parece que no se ha enterado de nuestras dificultades y acaba de entregar al sindicato de funcionaros 1.300.000 euros y, en Catalunya, una quebrada Generalitat, que tiene que pagar un coste de más del 10% para colocar deuda “patriótica”, no tiene empacho en gastarse 556 millones en los consejos comarcales ¿tiene esto lógica alguna? No, seguramente que no, pero si tiene un fin, repartir el máximo de dinero entre aquellos a los que quieren dejar bien colocados antes de que el 20N los saque del poder.
Y esto está ocurriendo mientras, desde Bruselas, la UE pide “sacrificios” a nueve autonomías españolas cuyas cuentas no cuadran y, en consecuencia, su déficit supera el permitido por la ley; lo que, según el presidente de la CE, pone en el fiel de la balanza la posibilidad de que España caiga o no en quiebra soberana, ¿Hay alguien que piense que, en estas condiciones, haya algunos insensatos que se entretengan haciendo experimentos con la izquierda o reviviendo viejas reivindicaciones sindicales que, por cierto, han desaparecido de todos los países europeos?. La forma, completamente absurda, con la que los presidentes autonómicos socialistas han gobernado; los despilfarros en sus gastos, las obras faraónicas realizadas para conseguir votos, como algunos aeropuertos de Catalunya donde apenas hay vuelos o el aeropuerto de Lavacolla, en Santiago de Compostela o el de Huesca o el de Albacete, todos ellos infrautilizados y sin que, apenas, aterricen aviones y, todo ello, sin hablar de trazados de AVE, como el de Toledo a Albacete, que después de gastarse una fortuna en su construcción, ha tenido que ser cerrado debido a que, su explotación, significaba una pérdida de 18.000 euros diarios.
Así que, en el momento más crucial para España, en el que esta en cuestión sus posibilidades de ser rescatada o no, nos encontramos con un gobierno interino, que no toma decisiones y toda su actividad está concentrada en ver como evita la mayor derrota electoral de la historia del PSOE; limitándose a ir a implorar a otros países que nos compren deuda; como ha sido el caso del viaje de la ministra Salgado a Moscú, sin que haya conseguido nada más que unas vagas promesas de compra, que se diferirán hasta que Europa se “aclare” y quede despejada cuál va a ser su postura definitiva en cuanto al presunto rescate para Italia y España; algo que no va a ocurrir hasta que se haya celebrado la conferencia del G20 que, por cierto, ya ha sido pospuesta por motivos de carácter técnico. Entre tanto, siguen las malas noticias para España, ya que la agencia de calificación Fitch ha rebajado la nota de solvencia de Madrid, Asturias y Cantabria y el rating de la provincia y ciudad de Barcelona y de las ciudades de A.Coruña y Vigo.
Lo verdaderamente alarmante es que, pese al dinero de los españoles que el Estado ha invertido en los bancos y cajas, la situación de las mismas, o de parte de dichas entidades, sigue causando preocupación en todos los países europeos y en las finanzas mundiales. Prueba de ello la tenemos en que, organismos públicos como son el FROP y el ICO; también han visto rebajada su solvencia por Fitch, que estima que está totalmente basado en “la garantía explícita, irrevocable, incondicional y directa” del Estado español. Una situación que nos debiera hacer reflexionar ante la evidente intención del PSOE y los Sindicatos, de dinamitar la llegada del PP al gobierno. O eso es, al menos, lo que en estos momentos más me tiene preocupado.
Miguel Massanet Bosch
Es necesario que la actuación de los políticos una vez elegidos, esté sujeta a control. No hay que esperar cuatro años para sancionarles votando a otros. Lo robado, robado está y las barbaridades hechas hay que pagarlas con el dinero de los contribuyentes.
Hay que legislar nuevas formas de control de la acción política diaria que impida los abusos a los que nos tienen acostumbrados nuestros gobernantes.