“La pasión de adquirir bienes con que sostener un gasto corrompe las almas más puras”. Esta frase fue pronunciada por F. Fenelón (François de Salignac de la Mothe) que vivió a caballo de los siglos XVI y XVII; escritor, teólogo y poeta francés, defensor de una actitud mística llamada “quietismo” que afirmaba que la mejor manera de comunicarse con Dios era anular la voluntad y esperar la comunicación divina. Por ello tuvo problemas con la Iglesia Católica. Seguramente ustedes se habrán preguntado el porqué me estoy refiriendo a esta pasión o virtud, según de que lado se mire, de ir acaparando bienes para convertirse en persona rica, que no avara, algo que requeriría otra reflexión. Pues muy sencillo porque los españoles nos estamos percatando de que, al parecer, quienes nos gobiernan, tanto a nivel estatal como autonómico se olvidan del contrato “tácito” que tienen comprometido con quienes les elevaron al poder en función de unas promesas que, públicamente, nos hicieron creer cuando se promocionaban para ser elegidos, y movidos por un afán recaudatorio pretenden no dejar títere con cabeza hasta que consigan acabar con las modestas economías de gran parte de la clase media española; cuando ellos siguen gastando, a su antojo, nuestros impuestos..
Como en la frase trascrita del señor Fenelón, la necesidad de nuestros gobernantes, extendida a todos los gobernantes de una UE, de remediar los errores que cometieron cuando se declaró la crisis de las sub primes; entre los que, a mi modesto criterio de simple ciudadanos de a pie, estuvo el hecho de no haber permitido la quiebra de unos cuantos bancos más, así como sólo lo hicieron con Leeman Brothers; lo ha llevado a una situación tan precaria que, cualquier idea que se les ocurra para continuar esquilmando a la gente, intentan ponerla en práctica. Después de haber inyectado, cada nación miles de millones en intentar sanear su sistema bancario; después de ayudar a muchos bancos y cajas que, voluntariamente y por el afán especulativo, se lanzaron al torbellino de las inversiones inmobiliarias; utilizado, para ello, dineros de las Arcas públicas que, previamente, los españoles y los demás ciudadanos europeos, habían tenido que desembolsar por medio del pago de impuestos; ahora, cuando se ha demostrado que todos aquellos esfuerzos han sido en balde y los bancos siguen demostrando que los defectos son estructurales y, en parte, debidos a la falta de vigilancia de los bancos centrales –en nuestro país el Banco de España –, que estuvieron en la inopia mientras, muchas entidades de crédito, hacían lo que les parecía con el dinero de sus clientes, sin tener en cuenta el grave riesgo que corrían con sus imprudentes inversiones.; como si se cayeran de un guindo, se empiezan a dar cuenta de que los que gestionaron mal el sector bancario y financiero; los culpables de las restricciones del crédito y los que han puesto a las naciones al borde del abismo económico, son unos señores que siguen cobrando sueldos multimillonarios, que reciben “bonus” millonarios por su gestión, aunque lo que, en verdad, merecerían sería que los enjuiciasen por malversación de fondos y los metieran en prisión.
Estos señores, “tan listos”, que rigen la UE, con el infumable señor Barroso al frente, cuando ya parece que no tiene remedio y que se van a precisar cientos de miles de millones para deshacer el entuerto bancario; por fin se percatan de algo que los más ignorantes ciudadanos hace años que vienen repitiendo ¡es una indecencia que, aquellos que han llevado a bancos y cajas a la ruina y que, por ende, han sido objeto de ayudas estatales que han sido detraídas de otros destinos, probablemente más necesarios, de algunas partidas de los PGE , resulte que sigan como si nada en sus puestos directivos y cobrando unos sueldos millonarios!, sueldos que otras personas, como por ejemplo los médicos mileuristas de las Seguridad Social o los cirujanos que cobran a 15 euros la hora por practicar sus intervenciones a pacientes, ni en sueños pensarían percibir.
Pero, otra vez, se asoma la amenaza sobre los simples ciudadanos, siempre sujetos a que “las clarividentes mentes de nuestros gobernantes”, tengan una inoportuna idea luminosa de cómo conseguir esquilmar más nuestros bolsillos; como la que ha tenido alguien del Gobierno de la Generalitat, que parece que se ha dado cuenta de que, en Francia, se cobran 50 cts por cada medicamento ¡Bravo, ya ha aparecido el recaudador del frac de la Generalitat! Es curiosa la manera que tienen los gobernantes de acudir a los ejemplos de lo que ocurre en otros países, cuando pretenden esquilmarnos más a los españoles. ¿Recuerdan ustedes cuando, todos los partidos de derechas e izquierdas, se pusieron de acuerdo para votar por unanimidad el concederse una pensión de jubilación suculenta con sólo cotizar 8 años? No hubo disidentes, aunque ello suponía que los españoles nos tuviéramos que rascar los bolsillos para que ellos gozaran de tal beneficio. Pues ahora, cuando no saben como reducir el déficit sin privarse de sus gabelas partidistas ni sin recortar los despilfarros que vienen haciendo en el tema de ayudas a la inmersión lingüística, las embajadas en el extranjero, los informes de los amiguetes, las ayudas al Teatre Lliure, a las traducciones de películas al catalán o, a todas aquellas iniciativas que sirvan para desterrar el castellano de Catalunya; parece que lo que alguien propone es que, los catalanes, paguemos un euro por cada medicina que el médico nos recete.
Y es que, aparte de constituir una tomadura de pelo para los cotizantes a la Seguridad Social, a los que, a cambio, se les garantizaba asistencia médica, pensiones y medicinas; el Gobierno parece que, cuando le conviene y sin que se le puedan demandar cuentas por la mala administración que ha hecho de los recursos que se le han confiado; se erige en legislador, cambiando, cuando le conviene, las condiciones para que, tanto los activos como los pasivos de la seguridad social, se encuentren siempre en la cuerda floja sin saber, en realidad, a que atenerse. Se han congelado las pensiones como podrían habernos impedido respirar oxígeno, sin que a nadie de nuestros gobernantes se le haya ocurrido pensar en las otras soluciones que tenían, antes de tomar semejante medida que afectaba a un colectivo que, en general, cobra menos de lo que percibía en activo y que no tiene otro medio de subsistir. Ya han empezado por disponer de los fondos de garantía del pago de las pensiones, vendiendo los valores seguros alemanes y franceses en los que estaban invertidos, para invertirlos en deuda pública españolas, esta misma que el BCE nos está comprando como activo tóxico, para que no entremos en quiebra soberanas.
No han hecho nada para evitar los despilfarros autonómicos (Andalucía, Catalunya, Madrid, Extremadura y Castilla– La Mancha) algunos pendientes de resolución de los tribunales de Justicia. Se han acometido obras sólo para conseguir votos, como han sido el caso de aeropuertos, ramales del Ave (Toledo–Albacete) que han tenido que ser cerrado por falta de rentabilidad y se han afrontado gastos (guerra de Afganistán, la de Libia etc) que no estábamos en condiciones de asumir. Ahora nos quieren hacer pagar un euro por receta, ¿cómo los van a pode pagar los jubilados, las viudas y tantos otros que han visto recortados sus haberes? Y que no hablen de ricos y pobres, porque todos sabemos que, al fin y al cabo, quienes acaban padeciendo los efectos de estas cacicadas son siempre los mismos ¡la sufrida clase media! O esta es, señores, mi opinión al respecto.
Miguel Massanet Bosch