(Publicado en El blog de Ramón Marcos, aquí)
Esta mañana se han publicado los datos de la EPA del tercer trimestre de 2011: el desempleo se incrementa en 144.700 personas -un 0,6% más que el anterior trimestre-, hasta llegar el número a 4.978.300 afectados, de forma que ya “sólo” faltan 21.700 nuevos parados para llegar a los 5.000.000, aunque con los datos desestacionalizados supera esa cifra y alcanza 5.095.200 parados.
Además, del total de parados 2.100.000 son de larga duración y se han incrementado en 57.700 los hogares en los que todos sus miembros están en paro, hasta un total de 1.425.200. Estas cifras muestran una auténtica tragedia nacional que parece no tener fin, ya que las perspectivas de crecimiento económico para el próximo año son muy poco halagüeñas.
En Madrid, los datos no son mejores, ya que el desempleo ha crecido en 28.100 personas más, un 5,02%, con lo que el estancamiento de los trimestres anteriores ha dado paso a una destrucción importante de empleo (uno de cada cuatro desempleados nuevos de este último trimestre lo ha sido en la Comunidad de Madrid), lo que hace previsible que en los próximos meses las cosas no vayan a ser mucho mejores.
Si siguiéramos la lógica del Gobierno de Aguirre, quien considera que la mejor situación del desempleo en Madrid es gracias a ellos, habría que achacar íntegramente este empeoramiento en Madrid a su gestión. Sin embargo, estas conclusiones hay que descartarlas por simplistas, ya que la realidad es que las comunidades autónomas tienen poca capacidad para realizar políticas que sean realmente eficaces para disminuir el desempleo.
El problema del paro exige reformas radicales en nuestro país. El camino no va a ser fácil, ya que no hay una varita mágica para crear empleo. Lo que tenemos que hacer es poner las bases para que activar el crecimiento económico cuanto antes y para que cuando llegue la creación de empleo, sea máxima.
Cuáles son esas posibles reformas. Para empezar, sería conveniente tener una legislación laboral diferente que simplificara la maraña de contratos de la actual regulación y que acabara con la dualidad del mercado laboral entre fijos y temporales. Una dualidad que el Gobierno del Estado ha acrecentado con unas reformas, hechas a golpe de ocurrencia, que lo único que han conseguido es legalizar el fraude de la concatenación de los contratos temporales, incrementar la precariedad laboral y reducir las indemnizaciones de los trabajadores. Por ello, sería conveniente aprobar un contrato laboral indefinido único con una indemnización creciente, que permita estabilidad en el empleo, la formación de los trabajadores y el incremento de la productividad de las empresas.
Por otra parte, hay que cambiar las políticas activas de empleo, suprimiendo las bonificaciones de cuotas de Seguridad Social y evitando que las políticas de formación sean una excusa para financiar a organizaciones empresariales y sindicatos.
Al tiempo, hay que modificar la estructura territorial del Estado, reformando la Constitución, para evitar que el dinero público se malgaste en aparatos administrativos y burocráticos desmesurados, con duplicidades y redundancias, en lugar de en sufragar los servicios esenciales que se han de prestar a los ciudadanos. Además, hay que atajar el fraude fiscal de una vez por todas y sanear el sistema financiero para que el crédito circule a empresarios y autónomos, evitando que las entidades financieras -como las cajas- destinen el dinero a los proyectos que interesan a las élites regionales o a nuevas burbujas especulativas, como la inmobiliaria, auspiciada por los gobiernos del PP y del PSOE, que nos han conducido a una deuda exterior neta, entre deuda pública y privada, de más de un billón de euros.
Muchas cosas por hacer, pero también un tiempo nuevo que aprovechar para acometer las reformas y mejoras que necesita este país. UPyD las está planteando en el Congreso y en la Asamblea. Si en la próxima legislatura somos decisivos, además se harán.
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