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Blanco, la china en el zapato de Rubalcaba (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el noviembre 8, 2011 por admin6567
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Es cierto que, en este país de nuestras entretelas, ya nada hay que nos espante y hemos llegado a un estado tal de paroxismo emocional que, cuando vemos a las prostitutas salir en manifestación para reivindicar sus “derechos laborales” nos limitamos a aceptarlo sin pestañear como si esto fuera lo más normal del mundo. Al parecer, la deblacle de los socialistas, sólo recibe el consuelo de que en los mayores de 60 años es donde parece que el voto les es más fiel. Lo que siempre he venido diciendo, los que fueron derrotados y sus hijos, son los que mantienen vivo el espíritu de revanchismo que hoy en día, como si fueran clones de Azaña o Negrín, vienen sustentando, en sus mítines, los señores Felipe González y Alfonso Guerra, viejas “glorias” del socialismo de Suresmes. En todo caso, no parece que a don Alfredo, el químico, se le pongan las cosas de cara, a pesar de que, como último recurso, haya sacado de la caja de la naftalina a estos dos viejos cancerberos de la más rancia estirpe socialista de los primeros tiempos de lo que, ahora, se ha dado en llamar democracia aunque, para algunos, y visto lo visto, nos parezca un término poco apropiado para definir el régimen político que estamos padeciendo desde hace casi ocho años bajo le égida socialista.

No obstante, a expensas de lo que pueda pasar esta noche en el famoso y esperado debate entre los dos candidatos a la presidencia del Gobierno; un debate del que no esperamos nada más que la previsible exposición de sus proyectos, ya conocidos, por parte del señor Rajoy y una virulenta carga de caballería contra el señor Rajoy y su partido, trufada de mordacidad, de inquina y de escasos argumentos prácticos por parte del señor Rubalcaba. Curiosamente, parece como si, en este caso, se tratara del candidato de la oposición que está dispuesto a desbancar de su posición dominante al candidato del gobierno, que suele ser el que dispone de las bazas más favorables para hacerse con la confianza del pueblo. En esta anómala situación, en la que el que tiene más ventaja se postula como un simple aspirante y no como un señor que lleva en el Gobierno desde los tiempos del señor González y el que, en teoría debería afrontar el riesgo de ser más agresivo, el señor Rajoy, parece, sin embargo, que está cómodo en el papel de convertirse en el muro de hormigón en el que vayan a  estrellar las diatribas del socialista. ¡Quien los ha visto y quien los ve!; mucho nos tememos de que la suerte ya está echado y lo que se pone en cuestión es si el PP conseguirá una mayoría absoluta por encima de los 170 escaños o si conseguirá la “hombrada” de alcanzar los 190.

En todo caso, mucho nos tememos que, en esta ocasión, la estrategia del siempre “temible” Rubalcaba, de decidirse a escorarse manifiestamente hacia la extrema izquierda y de mostrarse un “amigo” de los del 15M – un grupo que hoy ya nadie sabe lo que, en realidad, están pretendiendo y cuáles son sus ideas políticas; si es que tienen algunas que no sean armar jolgorio en las calles, ensuciar el mobiliario urbano; atemorizar a los transeúntes; causar perjuicios económicos a los comerciantes y practicar una especie de “hippismo” a ultranza, valiéndose de las facilidades que, un gobierno permisivo y calculador, les ha facilitado para que ocupen, sin reparo ni oposición, tanto las calles como las viviendas para convertirlas, a su antojo, en los centros donde se practican asambleas políticas, se cocinan comidas o se practica el sexo, al más puro espíritu libertario. Sencillamente, no parece que esta actitud y estos reclamos, sean los que, en estos momentos de gran efervescencia financiera y económica y de desconfianza de los inversores que han de comprarnos nuestra deuda, sean los más convenientes para los intereses españoles ni para la inyección de confianza que precisan nuestros empresarios, si es que han de asumir el esfuerzo que se precisa para darles un nuevo impulso a nuestras mal paradas economías y a aquellos autónomos que da la sensación de que ya han tirado la toalla y renuncian a regresar a sus antiguas actividades.

Y, por si faltara algún ingrediente en este guiso, surge, como guinda para colocar en lo alto de este pastel de desatinos, inseguridades, insensateces y absurdos, el singular affaire del  inefable y pulido señor Pepe Blanco, inter nos Pepiño, que ha llegado en el momento menos oportuno para la campaña socialista. Si al señor Rubalcaba le faltara alguna otra preocupación que añadir a las que ya tiene, no podemos negar que, el hecho de que el señor ministro de Fomento y, uno de los actuales puntales del gobierno socialista, señor Blanco; se vea gravemente asediado por la Justicia por estar implicado o, al menos, hay indicios de que pueda estarlo, en el llamado caso Campeón, un expediente que la jueza ha elevado ya al TS por tratarse de un aforado.

Lo que ocurre que, esta china en el zapato del aspirante a la presidencia, señor Rubalcaba, parece que se va a agrandar si como parece ser cierto se ha destapado otro caso de un posible delito de “tráfico de influencias” en un caso de un amigo suyo, un tal señor Orozco, que parece que utilizó los servicios del señor Blanco para “superar” la negativa del ayuntamiento de Sant Boy del LLobregat ( Catalunya) a conceder la licencia de instalación de una nave en la que estaba muy interesado por estar muy cercana al aeropuerto del Prat. Y no queda aquí la cosa, sino que, según se dice, el señor José Blanco, también estuvo involucrado en una expropiación de tierras de la empresa gallega Grafoplas que AENA necesitaba para ampliar el aeropuerto de la Coruña. O sea, indicios de cohecho y tráfico de influencias ¡casi nada! Y esto le viene ocurriendo a un señor que presumía de intachable y que se ha dedicado, con raro empeño y probada eficacia, a buscarle las cosquillas a su adversario político, el PP; indagando en todos los recovecos en busca de trazas de corrupción o de cualquier otra infracción; para que, antes de que se produjeran las actuaciones legales pertinentes, se les diera publicidad a través de los medios afines al PSOE, con todo lujo de detalles y cargando las tintas en el hecho de que eran de “derechas”; aplicando toda la saña habitual en quienes pertenecen a las izquierdas extremistas; tal y como ha sucedido en el Caso Gürtel y con los trajes del señor Camps, que lograron convertirlo en un juicio paralelo inquisitorial en contra de todo el PP y que obligaron al señor Camps a presentar su renuncia como presidente de la comunidad valenciana. No caerá esta breva con el señor Blanco

Este ladrillo en el zapato del señor candidato por el PSOE, puede ser decisivo si, en los pocos días que quedan para los comicios, no consigue encontrar en sus laberintos cerebrales una malicia lo suficientemente impactante, para repetir lo que tan bien supieron hacer en marzo del 2004, cuando consiguieron darle la vuelta a una victoria cantada del PP, utilizando contra él un nefasto atentado del que se valieron para enlodar a todo el gobierno del señor Aznar y convertir lo que era un imposible en una, por desgracia, realidad. Se dice que el señor Rubalcaba lleva ventaja en una confrontación con Rajoy por su conocida habilidad dialéctica, pero yo me pregunta ¿A quién, hoy en día, le importa la dialéctica ante una situación claramente insostenible, con Europa pendiente del camino que va a emprender el nuevo gobierno y con un lastre de cinco millones de parados? No creo que exista mucha gente en España, sea de la ideología que sea, que esté dispuesta a suicidarse votando al PSOE de Rubalcaba, sabiendo lo que son capaces de hacer y conociendo lo que son incapaces de conseguir. No, señores, me temo que, en esta ocasión, la suerte está echada. O, al menos, esta es mi opinión.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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