Ernesto Ekaizer (Publicado en El País, aquí)
La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca mandes preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti. John Donne, 1624
Como en la película Rebelde sin causa, en el minuto final, los coches (fotograma) frenan ante el abismo.
Artur Mas hace el renunciamiento.
La decisión de la Candidatura de Unidad Popular (CUP) del pasado domingo plantó la semilla de un proceso vertiginoso que ha durado hasta esta misma tarde.
Como toda historia, el desenlace tiene algunos protagonistas.
Uno de ellos se llama Joan Tardà, flamante diputado de Esquerra Republicana de Catalunya en las Cortes.
Ya el domingo por la tarde, tras conocer el no de la CUP, Tardà, se supone que en total complicidad con Oriol Junqueras, fijó la línea general en su primer tuit: "Por patriotismo todos tienen que hacer lo que haga falta por evitar nuevas elecciones".
Mientras Junqueras evocaba hasta al Papa Francisco, Tardà, al que le va la marcha mediática, no tenía reticencias a hacer de doberman.
Sus tuits fueron ganando en exigencia.
"Momentos de grandes decisiones y patriotismo. Si Mas da el paso al costado y cede la Presidencia a un miembro de su partido, formamos Gobierno y el proceso sale adelante". Paso al costado repitió Tardà ante los programas de televisión.
En la reunión de Junts Pel Si, varios miembros solicitaron el paso al costado de Mas.
Luego, el jueves pasado, en el programa .CAT de TV3, Mas reconoció que así había sido. "Lo han pedido de buena fe", explicó, tras rechazar el paso al costado.
Tardà siguió con su campaña (en la foto, en el Parlament, en primer plano, delante de Antonio Baños, diputado dimitido de la CUP). En otro de sus tuis abordó el punto central: "Hay que preservar dos tesoros: mayoria de 72 y declaración de independencia del 9-N. No queremos elecciones. Queremos acuerdo, generosidad, patriotismo"
Como en la carrera de coches del film de James Dean, solo cuando Mas, jugador profesional, vio que ya no quedaba tiempo tomó la decisión de anteponer el resultado de los 72 escaños a su continuidad.
La única manera de blindarlos.
El temor que expresaba Tardà, a saber, el peligro de no repetir esos 72 escaños (62 de Junts Pel Si y 10 de la CUP) en unas nuevas elecciones merecía la pena el renunciamiento de Mas. Sacrificar a la persona para salvar esos resultados. Considerados hoy por hoy irrepetibles.
La idea es que este 48% de votos alcanzados el 27 de septiembre de 2015 difícilmente se repetirá. Y que a cuenta de este 48% se puede poner en marcha lo que empezó con la declaración del 9 de noviembre de 2015. Una declaración a la que Mas accedió de mala gana. No era lo que él quería. Pero con ella intentó comprar el apoyo de la CUP, algo que finalmente no pudo ser.
La situación en Madrid ha sido una pieza en este desenlace. Es decir: la idea de que se puede ganar en Cataluña dos meses como mínimo para avanzar en la hoja de ruta mientras el futuro de Mariano Rajoy puede pasar por el mismo trance que el de Mas. El Partido Popular va a incrementar la presión sobre el PSOE para urgir el "gran acuerdo nacional" para enfrentarse a la ruptura de España, incrementando la presión sobre Pedro Sánchez.
Ya habíamos adelantado esta situación. Será, pues, Carles Puigdemont quien cabalgará el procés.
Ahora bien, el Tribunal Constitucional ya se ha pronunciado, el Parlament está advertido y la Audiencia Nacional está encima. Aunque Rajoy está en funciones, todo el dispositivo que ha paralizado, junto con el retraso de la investidura en la Generalitat, el procés, sigue en pie.
El nuevo Govern y la formación de las comisiones en el Parlament puede impulsar en días los puntos suspendidos de la declaración soberanista del 9-N, que debían ponerse en marcha en 30 días (proceso constituyente, seguridad social y hacienda catalana).
Fin del procés con Mas…y principio de lo mismo con Puigdemont.