Lo de que dejaron de emitir publicidad puede ser cierto en algunos casos, pero hay ocasiones en las que parece que no se atienen a esta regla
No ha sido la primera vez que me he referido a este monstruo donde se despilfarra a espuertas el dinero de los impuestos de los españoles, sin que parezca que haya nadie dispuesto a acabar con tanta endogamia, tanto clientelismo, tanto nepotismo y tanta desvergüenza como se está produciendo en este ente público al que todos conocemos como la TV1. Concretamente, el 7/4/2011, publiqué un artículo titulado “La TV1, su déficit, y sus trucos” en el que denunciaba algunos de los defectos del medio (sic) “…en su programación, no ocurran hechos singulares que nos hacen sospechar que algo tendrán que ver con el abultado déficit de la cadena cuando, si no estamos mal informados el déficit ha rondado, en el ejercicio del año 2010, la elevada cifra de 47’1 millones de euros. Yo no sé si, en ello, influirá las participaciones de esta TV en películas españolas, que luego no las ve ni su director o si se tratará de que sus relaciones con el grupo Mediapró (algunos de cuyos accionistas son editores de Público) no les reportan los beneficios esperados o si, y mucho me temo que algo habrá de ello, algunos de sus programas y sus presentadores quizá les resulten excesivamente onerosos.” Según hemos podido saber, la TV1, ha generado un déficit contable, a partir de la aparición de las cadenas privadas, que ha tenido que ser asumido mediante la emisión de deuda pública que la banca privada asumió con la garantía del Estado.
Es cierto que, directamente, los españoles no hemos tenido que pagar nada por ella, pero se trata de un espejismo puesto que, la deuda privada de la cadena está garantizada por el Estado y todos sabemos que, a partir de 1 de enero del 2010 “se financia a través de subvenciones públicas e impuestos directos sobre los operadores privados de televisión y telefonía, abandonando el mercado publicitario”. Es evidente pues que, al no emitir publicidad la financiación se hace a cargo los cánones sobre los operadores privados de TV y telefonía y, el resto, a base de las subvenciones públicas e impuestos indirectos que, naturalmente, corren a cargo de la ciudadanía, a través de sus impuestos. Es la pescadilla que se muerde la cola.
Como ya dejé escrito en “La TV1 feudo de los socialistas” publicado el 29 de abril del corriente año, todos sabemos que la imparcialidad de la cadena pública no ha sido más que un “bluf” que la misma cadena, a través de sus informativos, ha tratado de hacer creer a los ingenuos dispuestos a tragarse todo lo que se les dice a través de la “caja tonta”; sin embargo, la realidad es que aquella casa es la de “tócame roque”, donde las comisiones están a la orden del día y en la que, los que llevan las riendas hacen y deshacen a su antojo favoreciendo a aquellos que “mejor se comportan con ellos”. Por ejemplo, hay algo que no puedo entender en un ente que, cada año, presenta números rojos y que, evidentemente, padece de un gigantismo injustificado; se trata ( y en ello se ve el brazo alargado de la señora ministra de Cultura, González Sinde) de que el ministerio de Cultura se ha dedicado a favorecer, de forma escandalosa, a los amigos del cine de la ministra, a los que ha dado subvenciones, aún estando en el gobierno de transición, entregando 12 millones de euros a varias productoras de cine español.
Pero ocurre que, lo de que dejaron de emitir publicidad puede ser cierto en algunos casos, pero hay ocasiones en las que parece que no se atienen a esta regla, por ejemplo, cuando retransmiten partidos de fútbol a través de Eurovisión y, en otros casos en los que, aprovechando programas, como es el caso del de la mañana dirigido por la señora Mari Ló Montero se hacen auto propaganda para dar salida a libros de cocina que figuran que han sido escritos por la dirigente del programa y el cocinero que dirige el programa de cocina, en directo. Antes se podía dudar de si, esta clase de publicidad lo era o no estaba comprendida en lo que se podía considerar como “anuncios publicitarios”. Sin embargo, una reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, emitida en relación al contencioso contra España por exceso del tiempo de publicidad permitido (12 minutos por hora de publicidad), según estipula la norma comunitaria; ha aclarado que también es considerada como publicidad: los publirreportajes, las tele promociones, los anuncios publicitarios de patrocinio y los microespacios publicitarios.
Si el Tribunal de Estrasburgo ha sancionado a España por haberse excedido en cuanto al tiempo de publicidad que es admisible, de acuerdo con las normas comunitarias, y ha dejado claro lo que constituyen las distintas formas en las que se entiende que puede hacerse publicidad; deberemos convenir que, en la TV1, no se ha dejado de hacer publicidad como se nos había vendido a los espectadores. Queda evidenciado que la promoción que se hace en el mencionado programa de cocina de la señora Montero, –en el que, además de repetir hasta la saciedad las excelencias de su libro, hablar de las sucesivas ediciones que van saliendo a la venta y regalar, cada día, un libro, a uno de los espectadores que llama al programa –; durante todo el tiempo que dura el programa aparece un ejemplar del dichoso libro a la vista, para que los espectadores lo puedan ver. Si esto no es hacer publicidad de un producto, no sé lo que será hacerla.
Si la TV1 se comprometió a no emitir publicidad, si para suplirla se ha arbitrado un canon que repercute sobre los costes de las cadenas privadas y operadoras de telefonía y depende, en parte, de las ayudas y subvenciones del Estado –que pagamos entre todos los españoles –; el hecho de que se publicite un libro de cocina, cuyos beneficios no hemos conseguido saber a donde van a parar, a pesar de que, públicamente, lo hemos pedido ( claro, los ciudadanos de a pie no merecemos recibir explicaciones de aquellos que cierran cada año sus balances con números rojos), aparte de no estar permitido hacerlo según las normas del ente; parece que pudiera constituir competencia desleal con respecto a los otros cientos de escritores que, jugándose su patrimonio, intentan publicar sus libros, quizá tan buenos o más del que anuncia TV1; sin tener la posibilidad, por lo oneroso que puede resultar anunciarse en cualquier TV, de competir en igualdad de posibilidades con el de la cadena pública. Así se puede vender cualquier libro por malo que sea, debido a que todo el mundo sabe que, los anuncios en TV, tienen por la gran audiencia un gran efecto de arrastre, como se viene demostrando tanto en el caso de los juguetes de Navidad como en el de cualquier otro producto que se exhiba en las pantallas de nuestros televisores.
Ya sabemos que pretender luchar con estos mastodontes, con los intereses que se mueven detrás de las bambalinas y por la dependencia política a la que siempre están sometidos; es algo que supera las posibilidades de un simple ciudadano de a pie que se atreva a poner en cuestión la ética o la falta de ética, de los directivos y las comisiones que tienen la obligación de velar por el buen del funcionamiento del medio. No debemos olvidar que la mala gestión de quienes se ocupan de la TV1, la influencia de algunas de las productoras, que se llevan la parte del león en la emisión de sus programas y los intereses individuales de aquellos que dependen del partido en el poder; son las causas de que, cada año, nos cueste, al conjunto de los ciudadanos y a las cadenas privadas y de telefonía, pagar un montón de euros para financiar algo que, en la actualidad, no tiene ninguna razón de existir y, máxime, cuando el país necesita prescindir de aquello superfluo que cuesta dinero. O así es, señores, como lo veo yo.
Miguel Massanet Bosch