(Publicado en República de las ideas-Reggio´s, aquí)
Una de las encuestas entre expertos que mayor utilidad tienen a la hora de avanzar las previsiones de la economía española es la que realiza de forma sistemática la Fundación de las cajas de ahorros, Funcas, en la cual se reflejan las opiniones cifradas y cuantificadas de 18 expertos o servicios de estudios, todos ellos españoles, sobre las diversas variables económicas del país. Este lunes, Funcas ha dado a conocer los resultados del último panel en los que resulta especialmente llamativo el pesimismo de los analistas ante lo que pueda suceder en la economía española durante el año 2012. Todo puede cambiar en el curso del tiempo, sobre todo si en las próximas semanas España estrena un nuevo Gobierno y se produce un giro, que se espera radical, en la conducción de la economía, si bien los primeros compases de esa política serán previsiblemente de ajuste, más que de relanzamiento económico.
La economía que deja Zapatero es un auténtico desastre y llama la atención que el propio interesado se dedique a estas alturas a reivindicar su trabajo y sacudirse responsabilidades rechazando la idea que muchos esgrimen de que Zapatero ha dejado al país en la auténtica ruina. No sólo nos ha dejado arruinados (la deuda pública es hoy el doble que la de hace unos años) sino que ha dejado a la economía parada, sin pulso, y aparcada en la vía muerta de una estación de segundo nivel.
Diez de los 18 analistas o servicios de estudios que intervienen en la encuesta consideran altamente probable que en el conjunto del año 2012 la economía española registre un estancamiento total o registre una tasa de variación negativa del PIB, que podría llegar a ser del -0,5% en el caso más negativo. La valoración media apunta a un crecimiento muy exiguo, del 0,2%, previsión que contrasta con la todavía oficial del Gobierno saliente (que no se ha molestado lógicamente en revisar), que es del 2,3%. Tampoco el Banco de España se ha tomado muchas molestias en revisar sus previsiones, que mantiene en el 1,5% desde el pasado mes de marzo.
Los organismos internacionales que se han atrevido a pronosticar algo apuntan hacia tasas de crecimiento entre el 0,3% y el 0,7%, previsiones actualizadas en ambos casos en el pasado mes de noviembre. Las previsiones de unos y otros han ido registrando, conforme avanzaba el año, una gradual revisión a la baja, que en vísperas del verano se traducía en un 1,5% de aumento esperado del PIB para el año 2012 hasta llegar al 0,2% de previsión actualizada.
Esta gradual bajada de las previsiones se ha acelerado incluso en los últimos meses, ya que en los dos últimos trimestres del año la economía española estará rozando la tasa negativa de variación y así se estima que se mantendrá al menos durante el primer trimestre del año 2012. Es previsible por lo tanto que España ponga el cartel de “en recesión” dado que encadenaría posiblemente dos trimestres seguidos de caída del PIB. Ni qué decir tiene que con una economía estancada o en caída, la creación de empleo tiende a ser negativa, lo que explica que las previsiones de la tasa de paro alcancen el 22% de la población activa a lo largo de los próximos meses, partiendo del 20% actual.
Lo que pediría cualquier político en las presentes circunstancias sería darle un empujón a la actividad económica para salir de este marasmo. El problema es que todo empuje económico ha de llegar de la mano de la inversión y en las presentes circunstancias ni el sector público (que sigue reduciendo recursos destinados a la inversión) ni el privado (que carece de previsiones positivas de demanda así como, en los últimos meses, también de financiación para afrontar las inversiones) están en condiciones de protagonizar ese empujón. La papeleta es, por lo tanto, de envergadura, en unos momentos en los que desde el exterior no parece que estén en condiciones de prestarnos mucho apoyo, dada la atonía económica del conjunto de Europa.