“No siento envidia sino más bien admiración” decía el genial Virgilio en sus Eglogas y, si quieren que les sea sincero, algo parecido me ocurre ante una nación, tan pequeña en extensión, como grande en democracia, en civismo ciudadano, en administración de su independencia y libertad y en la autosuficiencia de su sistema de gobierno. Hablar de Suiza, en Europa, es algo así como reconocer que, dentro de un mundo de desconcierto, de rifirrafes y de ideas dispares, puede existir un oasis esplendoroso, tranquilo, disciplinado e independiente en el que, seguramente, existe mucho más sentido común y espíritu de convivencia que el que se pueda reunir en todos los millones de ciudadanos de las diversas naciones que la circundan. Y es que, cada vez podemos sentirnos más asombrados ante las continuas muestras de sabiduría y sentido común de las que dan muestras los ciudadanos suizos. Porque, de unos señores que no consienten que, en sus ciudades, se tire un papel al suelo sin castigarlo por incivismo, a la muestra de madurez política y sentido de responsabilidad que nos han dado con este referéndum en el que, mayoritariamente, los suizos se han impuesto una medida de austeridad, al rechazar el aumento de sus vacaciones pagadas, en 15 días más. ¡Sencillamente admirable!
Imaginemos que, en España, pudiera suceder algo semejante. Que, en lugar de que fuera el Gobierno quien nos impusiese los recortes que se precisan para orientar nuestras finanzas y nuestra economía hacia metas de control del gasto público y privado, fuéramos nosotros mismos, los ciudadanos de a pie, quienes, motu propio, nos impusiéramos unas restricciones; un nuevo de modus vivendi; un auto control de nuestros gastos, reduciendo aquellos superfluos y moderando los necesarios para que, unos más y otros menos, de acuerdo con sus respectivas posibilidades económicas, contribuyeran a levantar la nación para ayudarla a salir del impasse en el que, actualmente, se encuentra. ¡Ya sé, ya sé, no se me amontonen, que esto sería pedir peras al olmo! Sin embargo, si la ambición de algunos, incapaces de ceder una pizca de su bienestar; el empeño de otros en que la nación se vaya destruyendo a sí misma, a base de huelgas, paros, inactividad y desempleo; para saciar sus planes de odio y venganza o la renuencia de una parte de la sociedad a esforzarse más, trabajar con mayor afán, contribuir con mayor empeño al afán común; estamos convencidos de que la labor, aparentemente ciclópea, de salir de la crisis no estaría tan lejana como ahora la contemplamos.
Desgraciadamente para los intereses patrios, en este país, el sentimiento de solidaridad parece haber desaparecido, confundido entre batallas políticas, sectarismos separatistas, egoísmos de los que más tienen, y odio y rencor de aquellos que prefieren que España se hunda, para conseguir el caldo de cultivo preciso, que permita avanzar en una nueva revolución proletaria que nos arrastrara, de nuevo, a otra contienda fraticida, en la que la suerte les fuera favorable para aplicar la Ley del Talión contra la Iglesia y la Derecha. Los suizos han sido conscientes de que no era prudente encarecer sus costes laborales; los suizos sabían que una reducción de días de trabajo productivo y un encarecimiento de sus productos les iban a poner en una situación desfavorable para competir con el resto de Europa y, por ello, han decidido, mayoritariamente, desechar la propuesta de sus sindicatos. Unos sindicatos que, por supuesto, aceptarán, disciplinadamente, la voluntad popular porque Suiza es, señores, una verdadera democracia.
Veamos, en comparación, cual es la situación de España e intentemos hacer un ejercicio de análisis que nos permita sacar una conclusión sobre nuestro porvenir. El nuevo Gobierno se ha visto obligado a renunciar a algunas de sus propuestas, formuladas en la campaña electoral porque, como ya es costumbre del PSOE, en casi todas las comunidades donde han gobernado, ha sabido engañar al PP mediante informaciones falsas, trucadas y tendenciosas de la situación real del endeudamiento de cada una de ellas. Un 2’5% de déficit, más del que la señora Salgado había dado como cierto, ha supuesto un desfase de más de 30.000 millones de euros que no estaba previsto. En lugar de que, los causantes del entuerto, intentaran reparar el desaguisado de su gestión ( en algunos casos con evidencias de corrupción y malversación de caudales públicos) apoyando las medidas del nuevo Ejecutivo para ayudarle a salir adelante y, con ello, favorecer al pueblo español y a los 5’3 millones de parados que dejaron cuando cedieron el poder; han preferido, con Rubalcaba de jefe máximo, intentar rematar la “faena” por medio de una campaña de descalificaciones, insultos, amenazas y fomento del descontento entre la ciudadanía española, pretendiendo que, con el engaño y la mentira, el pueblo español renuncie a lo que dejó claro en las urnas el pasado 20N.
Es fácil que los sindicatos, los de la farándula y los antisistema, con el apoyo incondicional de PSOE puedan sacar a las calles de las ciudades principales del país a 500.000 personas o hasta un millón si se me apura pero ¿Valdrán más las protestas de unos voceros, comprados para la causa e incapaces de proponer planes alternativos viables, para torcer la voluntad de la mayoría de la ciudadanía española?, ¿ Será la memoria del pueblo español tan escasa que, en solo unos meses, se haya olvidado del desbarajuste nacional que nos dejaron los del PSOE?, ¿Hay alguien que sea capaz de hacer caso a unos señores que ahora dicen que saben como salvar España, sacar a los trabajadores del paro y recuperar la credibilidad de nuestra nación frente a las naciones que han visto, directamente, el fracaso del PSOE? y, si es así ¿Cómo fue que no lo pusieron en práctica desde el año 2007, en que dio comienzo la crisis o, es que estaban en Babia?. Ya pueden vociferar como poseídos los señores Méndez y F.Toxo, despotricando contra las medidas de austeridad del Gobierno, ya pueden hablar de derechos recortados a los trabajadores y de intenciones “aviesas” de los empresarios de despedir a sus trabajadores, algo que ni un niño de pecho se podría creer, pero ¿ Qué han estado haciendo durante las dos legislaturas estos sindicatos, sino acumular riquezas, recibir suculentas subvenciones del Estado, malgastar su dinero en supuestos cursos de formación, en negocios ruinosos o en mejorarse sus retribuciones, a costa de aquello que debían de haber ofrecido para ayuda de los ciudadanos en paro? Nada.
Suenan, a lo largo del país, viejas frases de retórica comunista. Se pretende encender a las masas y se intenta, una vez más, levantar al pueblo contra sus dirigentes democráticamente elegidos. ¿Les suena a ustedes la revolución de Octubre de 1.934 en contra de la II Republica legítimamente elegida en las urnas? Prieto, Largo Caballero, y el joven señor Carrillo fueron los que más se esforzaron en derribar la República alzando al pueblo en su contra, para ocupar ellos un gobierno ilegítimo. Otra vez, siguiendo su misma senda, los señores del PSOE, con el señor Rubalcaba al frente, se dedican a intentar desestabilizar, mediante la ocupación de las calles, al gobierno del señor Rajoy. Pero ¿estos que maquinan en contra de la democracia, tienen algún plan milagroso para sacar a España de la situación de extrema gravedad en la que se encuentra? No, señores, no tienen ni la más remota idea de lo que deberían hacer si lograran sus propósitos. Sólo, ¡improvisar!, como hicieron durante toda la última legislatura. Esta es, señores, la gran alternativa que nos ofrecen. O así lo veo yo.
Miguel Massanet Bosch