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¿Es la mejor política la del enfrentamiento y el insulto? (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el marzo 31, 2012 por admin6567
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Ciertamente se hallarán pocas cosas que contribuyan a corromper a un pueblo tanto como la costumbre de odiar

 

Aunque la tentación sea grande y el tema, sin duda, es el más importante del que, en el día de hoy, se pueda tratar; me resistiré a emitir opinión alguna sobre la huelga que tiene lugar este jueves, fundamentalmente, por dos razones: en primer lugar por la imposibilidad de sacar información medianamente contrastada de la incidencia de un paro que, a estas horas, es imposible conocer debido al habitual e interesado distanciamiento entre los datos dados por el Gobierno y los procedentes de los Sindicatos y, en segundo lugar, porque las primeras consecuencias no las conoceremos hasta que las aguas se hayan asentado y la verdad pueda flotar sobre ellas.

Así pues, me voy a inclinar por comentar otros aspectos de la realidad; centrándome, como no, en el endémico problema de las relaciones Catalunya y España. Siempre he sostenido que, el alimentar rencores y el fomentar odios es la peor y más peligrosa forma de eternizar una disputa. El famosísimo escritor italiano autor de Los novios, Alessandro Francesco Tomaso Manzini (1.785- 1.873) nos legó, en su obra Morale católica,  la siguiente consideración: “Ciertamente se hallarán pocas cosas que contribuyan a corromper a un pueblo tanto como la costumbre de odiar”.  Y es que, no hay personajes más peligrosos para la salud moral, la convivencia, la tolerancia y la unidad de los pueblos, que estos falsos profetas que surgen en casi todos los pueblos, que buscan alcanzar la fama buscando diferencias, inventándose rencillas, enfrentando dialectos y lenguas y, en fin, conformando la Historia para buscar motivos de enfrentamiento de un grupo social con los que lo rodean. En el País Vasco este pretendido liberador fue Sabino Arana; en Catalunya un abogado que perdió la guerra contra Felipe V, del que, posteriormente, recibió el indulto, el señor Rafael Casanova.

Si, durante la época franquista, todos estos instintos larvados tuvieron que permanecer ocultos, ya que no hubo ninguno de “los valientes resistentes de la independencia” que tuviera narices de levantarse contra el régimen, aunque, a la muerte del general Franco, todos presumieron de sus “hazañas” bajo la dictadura; lo cierto es que fue la Constitución de 1.978 la que con la implantación de las autonomías y la subsiguiente cesión de derechos, antes reservados al Estado, dio pie para que, aquellos corpúsculos aislados del independentismo fueran aumentando de tamaño y adquiriendo más virulencia, a medida que la debilidad de los primeros gobiernos de la democracia iban cediendo parcelas de poder a los belicosos dirigentes de las autonomías de más rancia tradición independentista: Catalunya y el País Vasco a las que, bajo la era socialista presidida por esta calamidad nacional que fue el señor Rodríguez Zapatero, se añadieron, vista la debilidad del gobierno Central, otras como Galicia y Baleares, que contribuyeron a que se empezara a dibujar un mapa federalista de nuestra nación.

Lo cierto es que, si los de ERC dirigidos por el señor Carot Rovira, fueron los primeros catalanes que se quisieron insubordinar en contra del gobierno de Madrid y comenzaron a utilizar el lenguaje de la confrontación y la amenaza contra sus eternos rivales de la capital de España; hay que decir que, a medida que se dieron cuenta de que el señor Zapatero estaba dispuesto a transigir, con tal de conseguir el apoyo en las Cortes, con los catalanes; el nivel de exigencias fue in crescendo hasta culminar con la consecución del famoso Estatut que ha constituido el ejemplo más sangrante de la abdicación del Estado de Derecho ante las exigencias separatistas. El señor Pascual Sala y otros miembros de este simulacro de tribunal que es el actual TC, podrían decir muchas cosas de las causas y las presiones que se recibieron para que, tal panfleto, saliera reforzado del máximo órgano interpretativo de la Constitución. Las consecuencias las estamos padeciendo ahora, momento en que Catalunya ya no se molesta en camuflar sus deseos y ya se manifiesta, con toda la cara dura, con aspiraciones a Estado independiente.

Lo cierto es que, así como evoluciona Europa, las posibilidades de los catalanes de erigirse en un estado independientes y que, a la vez, sea aceptado como tal en la comunidad europea podrían calificarse de remotísimas si no imposibles. La independencia traería la pérdida de gran parte del mercado español y el éxodo de muchas multinacionales que, por supuesto, no estarían dispuestas a someterse a las exigencias del idioma, una lengua minoritaria, ni a determinadas imposiciones fiscales que los catalanes deberían establecer para poder subsistir. Con 600.000 parados y con muchas industrias y comercios que amenazan con cerrar las puertas, el pretender erigirse en los gallitos de la situación; cuando se deben amortizar 7.000 millones de euros de deudas; no parece muy inteligente fomentar el enfrentamiento con el gobierno Central a la vez que se intenta establecer un Pacto Fiscal que les reporte más ayudas de España.

Entre tanto, estamos asistiendo a una escalada verbal, una verdadera campaña de mala educación, de insultos gratuitos y de amenazas infundadas que nos hace reflexionar sobre la sensatez, el sentido común y la capacidad para gobernar de CIU, que parece que, en algunos aspectos, se propone superar a aquellos inútiles e insensatos miembros del Tripartit que tanto daño le hicieron a Catalunya y a los catalanes. Leyes de consultas populares, declaraciones extemporáneas de proyectos de independencia; frases insultantes, como las proferidas por el insensato Orio Pujol, hablando de las aguas corrompidas de España o, finalmente y para redondear este cúmulo de sinrazones, otro individuo, el diputado de SI, López Tena, que fue vocal de CGPJ, en pleno Parlament se permitió lanzar una soflama impropia de cualquier persona decente, acusando al PP de perseguir “el genocidio del pueblo catalán” ¡Cuánto odio y cuanta vesania en una persona que, por su formación, debiera dar ejemplo de ecuanimidad y de continencia verbal! Estos son los que crean la antipatía y el desprecio por los catalanes.

Y uno, como ciudadano de a pie, se pregunta ¿cómo es posible que la fiscalía no hay intervenido ante una acusación semejante? Si los catalanes se sienten vejados, se sienten incomprendidos por el resto de España y piensan que han salido perjudicados perteneciendo a España, deberían reflexionar si estarían donde están, si tendrían las industrias que tienen y si habrían amasado la riqueza que han conseguido sin España, los inmigrantes que les llegaron de Murcia, Andalucía y Extremadura, que se prestaron a hacer aquellos trabajos incómodos y peor pagados que los oriundos se negaban a realizar. Los catalanes, como personas, son razonables, amables y serviciales; algo que no podemos decir de sus políticos, muchos de ellos de la más alta burguesía, como la familia Pujol, que han conseguido engañar al pueblo contándole mentiras sobre España y creando odio; resucitando viejas rencillas guerra civilistas, para excitar al pueblo, como los agitadores que tomaron la Bastilla en Francia, con el único objetivo de convertirse en dueños del poder. Lo he dicho muchas veces: sus aspiraciones no tienen fundamento porque, en todo caso, serán los tontos útiles que les harán el trabajo sucio a las izquierdas que son, en definitiva quienes llevan la batuta en Catalunya. Pero ellos no lo ven y siguen convencidos de que son los que llevan el pábulo independentista. Dios nos libre de tanta torpeza y obcecación. O así es, señores, como valoro la situación en Catalunya.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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