Sin liderazgo y sin ética
La ausencia de valores de nuestros gobernantes irradia como una marea negra a todos los sectores de la sociedad
CÁNDIDO Marquesán (Publicado en El Periódico de Aragón, aquí)
Estamos atravesando muy críticos a nivel político, social, económico, cultural, e incluso, ético, en esta nuestra querida España. No existe en este país un proyecto colectivo ilusionante para amplios sectores de la ciudadanía, algo básico para construir una gran nación. Hay razones varias para explicar tal situación. Ahora solo quiero referirme a dos de ellas, aunque ambas tienen suficiente calado: la carencia de liderazgo político y de referentes éticos.
Hace ya tiempo que no aparece nadie en nuestro panorama político, con la capacidad de generar ilusión, aunque está situación es extrapolable a nivel internacional. Mas no siempre ha sido así. En el siglo XX al frente de nuestras democracias hubo hombres de una talla política excepcional. Dejando aparte sus ideologías políticas, cabe mencionar entre otros a Winston Churchill, Willy Brandt, David Lloyd George, Franklin D. Roosevelt representantes de una clase política profundamente sensible a sus responsabilidades sociales y morales. Es discutible si fueron las circunstancias las que produjeron a estos políticos o si la cultura de la época condujo a hombres de este calibre a dedicarse a la política. ¡Qué ejemplos de liderazgo! El de Franklin D. Roosevelt que nada más llegar a la presidencia de los Estados Unidos en marzo de 1933, en un momento muy difícil para su país, en el que parecía cuestionarse toda una civilización con millones de parados, cierres de empresas, quiebras de bancos, agricultores arruinados, supo ponerse al frente de su pueblo. Les inyectó confianza para evitar un miedo paralizante, diciéndoles "a lo único que debemos tener miedo es al miedo mismo"; les explicó con claridad su proyecto político y les pidió sacrificios para llegar a una meta segura. Por el contrario, políticamente, nuestra época es de auténticos pigmeos: Merkel, Sarkozy, Cameron, Barroso. Hoy en España nadie tiene la capacidad de transmitirnos una ilusión, nadie nos explica nada con claridad, ni nos dice qué se está haciendo, ni cuál es el objetivo final de todas estas políticas. Todo es improvisación y cortoplacismo. Probablemente porque nuestros gobernantes no tienen proyecto político alguno, salvo el de recortar por recortar. ¿Cuál es el proyecto actual de Aragón? Por ello, inmersos en un miedo aterrador ante un futuro incierto y cada vez más sombrío estamos desorientados, desanimados, sumisos y, sobre todo, cabreados. Según Boaventura de Sousa Santos "Este estado de ánimo lo ha propiciado la cultura neoliberal basada en el miedo, el sufrimiento y la muerte para la gran mayoría de la población; frente a la cual las izquierdas deberían oponer una cultura de la esperanza, la felicidad y la vida". Las izquierdas han caído en la trampa tramada por la derecha para mantenerse en el poder: reducir la realidad a lo que existe, por más cruel e injusta que sea, para que la esperanza de las mayorías parezca irreal. Las izquierdas deben librarse de esa trampa y asumir con plena convicción de que las cosas se pueden cambiar. Si no lo hacen están condenadas a ir a parar al museo de antigüedades.
Con ser ya suficiente grave la carencia mencionada, no lo es menos la ausencia de valores éticos de nuestros gobernantes, que irradia como una marea negra a todos los sectores de la sociedad sin que se vislumbre una reacción contundente para combatirla. Tiempo ha, que en este nuestro país se ha perdido cualquier referente ético a la hora de configurar y orientar nuestra convivencia política. Hoy la mentira es práctica cotidiana. La corrupción es endémica. Las desigualdades se acrecientan. Nos interesa cada vez menos si una decisión política es justa, ecuánime, o si va a mejorar al conjunto de la sociedad. Lo único que nos parece importar es: ¿cuánto dinero nos va reportar? Así hemos construido una sociedad desnortada en cuanto a unos valores éticos que sirvan de basamento para construir y legitimar una sociedad justa, solidaria y auténticamente libre. Como decía John Stuart Mill "La idea de una sociedad en la que los únicos vínculos son las relaciones y los sentimientos que surgen del interés pecuniario es esencialmente repulsiva". Esta situación lamentable la podemos constatar. Un concejal del Ayuntamiento de Arrecife, varios meses ausente del consistorio al haber partido al Caribe. El consejero de Turismo balear despidiendo a su novia tras contratarla, aunque defendió su acción como "éxito de gestión política". El consejero extremeño de Salud y Política Social, renunciando al cargo tras hacerse público que mantenía una consulta privada de oftalmología. El presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, Carlos Dívar, realizando numerosos viajes de fines de semana "caribeños" a la costa marbellí con todo tipo de lujos, a cargo del erario público. Lo de Bankia un escándalo, una vergüenza y una tremenda injusticia, que para una sociedad digna sería intolerable, ya que mientras los hipotecados pierden su casa, Rato se larga sonriente con una fuerte indemnización. Dos expresidentes de Gobierno incapaces de renunciar a su pensión, a pesar de sus cuantiosos ingresos por ser consejeros de grandes empresas. El Jefe de Estado cazando elefantes a Botsuana. Y muchos españoles votando a políticos incursos en delitos de corrupción. Por todo ello, es imprescindible un proceso de regeneración ética, como también encontrar un liderazgo allí donde lo podamos hallar. El futuro de España lo requiere.
Profesor de Instituto
Peor es el caso de José Ignacio Goirigolzarri, que ha cobrado 60 millones en concepto de jubilación en el BBVA y ahora es presidente de Bankia