- El presidente catalán insiste en que la autonomía precisa del instrumento de un Estado
- Evita la palabra independencia y plantea una especie de ruptura tranquila con España
- "En España no se cree en la España federal", afirma

FOTO: BERNARDO PÉREZ
Artur Mas se
enfrenta a una situación delicadísima: se ha puesto al frente de un “proceso”
que camina hacia la independencia, pero a la vez tiene una gran presión, sobre
todo empresarial –las interrelaciones económicas entre Cataluña y el resto de
España son intensas-, para actuar con una enorme cautela. Y en ese contexto, el
president ha acudido a Madrid –“algunos me dijeron que tal vez no era
el momento”- a buscar un complejo equilibrio: dar una imagen de seriedad, pedir
a todos los empresarios españoles y extranjeros –había mucha prensa
internacional en la sala- que inviertan en Cataluña como país serio y a la vez
consolidar ese “proceso”. En un discurso muy medido y pedagógico, buscando un
equilibrio dificilísimo, Mas ha evitado en todo momento la palabra
“independencia” –lo más comentado en los corrillos posteriores-, pero a la vez
ha dejado muy claro que Cataluña
tiene que ser un Estado.
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Mas ha explicado la situación de forma gráfica, comparándolo con una especie
de relación personal. “Creo que se está produciendo entre Cataluña y España lo
mismo que entre la Europa del norte y la del sur. La Europa del norte se ha
cansado de la Europa del sur. Y la del sur se ha cansado de la del norte por sus
formas. Creo que entre Cataluña y España también hay una fatiga mutua. Cataluña
se ha cansado de no progresar y España de la forma de hacer de Cataluña. En Cataluña se cree que se
aporta mucho y no se la respeta. Y España cree que Cataluña siempre pide y
siempre se queja”.
Esta situación anímica, que según Mas habría estallado en la manifestación de
la Diada –“se manifestaron 1,5 millones de personas, proporcionalmente es como
si en España salieran a la calle de golpe nueve millones de personas”, jugó con
las cifras- le lleva a una conclusión, en tono de clara ruptura con España, pero
tranquila: “Yo tengo un mandato del Parlament para plantearle al
presidente Rajoy el pacto fiscal. Y lo voy a hacer. Pero además ahora hay un
mandato de la calle. No se puede ignorar. Un gobernante no puede cortar las alas
de la ilusión de un pueblo. Me
identifico con el clamor popular. Siempre hemos intentado el acuerdo, pero
las cosas se van decantando, a base de no mirar y escuchar las cosas se han
puesto de esta manera”.
El mandato de la calle no se puede ignorar. Un gobernante no puede cortar las
alas de la ilusión de un pueblo
Mas se vendió en Madrid como si su pueblo le arrastrara más lejos de lo que
él querría ir. En los corrillos, los políticos nacionalistas insistían después:
Mas no se puede apartar de la ola, tiene que liderarla. Sin embargo, la presión
empresarial y de parte de CiU –sobre todo Uniò- es fuerte y muchos señalaban en
esos corrillos que Mas y Rajoy buscarán un punto de encuentro para ganar
tiempo.
Pese a esos comentarios en privado que ya buscan un punto de acuerdo, las
palabras del president, cuidadas, dejaban claro por dónde quiere ir,
esto es crear un nuevo Estado en Europa: “Durante décadas nuestro objetivo era
transformar el Estado español para que fuera amable y Cataluña pudiera encajar
bien. Les pido que no se vea esto como que nos hemos subido al monte, pero si
nuestro proyecto no es posible porque Cataluña no tiene fuerza suficiente,
Cataluña necesita el instrumento de un Estado dentro de la UE. Ese es el clamor.
Pensamos que ese Estado podía ser el Estado español. Pero ahora Cataluña
necesita ese instrumento. No nos hemos vuelto locos, lo reclamamos dentro de la
UE y dentro del euro”.
En ese tono cuidadoso, Mas, consciente de que él tiene una situación tan
difícil o más que la de Rajoy y a ambos les conviene no chocar, ha hablado con
cautela del presidente. “Por parte del presidente hay voluntad de escuchar
nuestras propuestas. Veremos a partir del 20 de septiembre”. Entre el PP y CiU
los puentes no están ni mucho menos rotos, y ya se están produciendo contactos
para buscar una solución. Pero nadie la ve sencilla porque Rajoy tiene muy poco
margen. Además, al margen de las conversaciones privadas, en público se mantiene
la tensión y la indignación formal del Ejecutivo por la deriva de Mas. Ningún
ministro acudió al acto, al contrario de lo que es habitual, una muestra de la
tensión evidente. Solo acudió la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina
Cifuentes, cumpliendo así el mínimo institucional. Tampoco había nadie de la
dirección del PSOE.
Después, en las preguntas, Mas evitó en todo momento dar plazos a esa
independencia que nunca citó –“el proceso de transición está en marcha, ya
iremos viendo adónde nos lleva”- y planteó un referéndum para que el resto de
los españoles pudieran comprobar que la mayoría de los catalanes consideran a
Cataluña una nación. Claro que él no aceptaría que ese referéndum se hiciera en
toda España. “¿Como se sabe si un pueblo es una nación? Votemos. Si la mayoría
se ve como nación, en democracia hay que escuchar y de forma común encontrar
vías de solución. Probemos que haya consultas autorizadas por parte de las
instituciones del Estado. Ustedes verán cuál es la mayoría”.
Al final, se puso más enfático: “Lo de Cataluña es como un río que intenta
recuperar su cauce. El cauce artificial es muy estrecho. Pero yo intento que no
haya dramatismo. Todo se hará dentro de la casa común que es Europa”. ¿Y si el
proceso no avanza porque la Constitución lo impide, no habrá frustración en
Cataluña?, le preguntaron. Mas contestó que ya existe esa frustración. También
dejó caer que aunque ahora no tiene intención de convocar elecciones, sí es una
posibilidad “si el pacto fiscal no avanza”. El adelanto para la primavera se da
por hecho en Cataluña.
En todo momento Mas trasladaba una sensación de que está buscando un punto
medio pero sin enfrentarse a la ola de la manifestación. “Pase lo que pase, el
nivel de relación entre Cataluña y España tiene que ser muy intenso. Tres
millones y medio de catalanes tienen raíces de otras partes de
España”.
La Cataluna es parte de l’Espana. En la crisis en Cataluna la situacion economica es mucho mejor que de otros lugares en el pais.
Un fraze muy lindo dice: los fuertes tienen que empujar los debiles adelante.
La Cataluna tiene que ayudar al resto del pais.