Al parecer, en este país, en esta España que quizá se encuentre en sus horas más bajas desde la época de la transición, sólo se escuchan los gritos vociferantes de los que ocupan, impunemente, las calles, como si fueran del dominio exclusivo de aquellos que pretenden imponer sus ideologías minoritarias a base de extender el miedo, el terror, incendiando vehículos o destrozando escaparates, sin que les importe un bledo perjudicar a comerciantes, amedrentar a transeúntes, arrollar a personas mayores o provocar a las fuerzas de orden público; con el solo objetivo de intentar crear un caos ominoso que suma a la ciudadanía en un sentimiento perenne de inseguridad y temor. Nadie, sin embargo, y especialmente los políticos, parece sentir el inmenso silencio de tantos millones de personas, poco partidarias de algaradas y expresiones inútiles; que siguen experimentando, sin embargo, la preocupación del que se advierte impotente ante unos acontecimientos que lo desbordan, de los que no tiene la culpa y que, no obstante, lo están conduciendo a un camino al que no ve fin debido a los nubarrones que lo cubren a causa de la incompetencia de aquellos que nos gobiernan y de los otros que, sólo por fines egoístas y sectarios, pretenden poner todos los obstáculos de que sean capaces para conseguir hacerlos fracasar. Esta multitud silente es la que, desde su resignación sufre, con mayor sacrificio e impotencia, los embates de la crisis.
Cuando vemos como, una propaganda política, hábilmente dirigida por un demagogo iluminado que se cree el enviado de Dios para salvar a Venezuela de su endémica pobreza; produce tanto efecto en un pueblo acostumbrado a vivir sin las verdaderas libertades, que es incapaz, a pesar de la inmensa riqueza petrolífera de que cuenta Venezuela, de conseguir obtener un nivel de vida mínimo para superar su endémico estado de miseria, del que no ha logrado arrancarlos el señor Hugo Chávez; empezamos a preguntarnos si, de verdad, es la democracia el camino mejor para garantizar las condiciones de vida, eliminar las discriminaciones, favorecer la adquisición de cultura y elevar, a niveles dignos, la existencia de aquellos desheredados de la fortuna que, aparentemente, sometidos al yugo de la más feroz propaganda filo comunista, parece que se conforman con seguir bajo la tiranía del comandante rebelde, antes que dejar paso a otros caudillos, innovadores, que sólo prometen que, con decencia y buena administración de las grandes riquezas de la nación, se puede salir de este marasmo de conformismo y apego a su propia miseria que hace que, una mayoría de ciudadanos venezolanos, sigan votando al señor Chávez.
Mucho nos tememos que, en esta España de nuestras entretelas, ocurra algo parecido si nos tenemos que fijar en la evolución que, una gran parte de la ciudadanía, que quiso salir de debajo de la bota opresora del PSOE, votando al PP; cuando han emergido los grandes errores; los evidentes desaciertos de los gobernantes del Partido Socialista, durante su larga etapa de gobierno; los despilfarros millonarios en los que incurrieron; las leyes, pretendidamente sociales, que promulgaron sin tener la garantía de poderlas cumplir y su innata incapacidad para dirigir y administrar la cosa pública; se ha dejado volver a convencer por las mismas voces que les llevaron a votar por dos veces al PSOE, para dejarse engañar, una vez más, con la errónea idea de que, dentro del socialismo se estaba mejor. No parece que haya muchos que se acuerden que, de aquellos polvos vienen estos lodos, que hoy estamos padeciendo, aún y cuando el nuevo gobierno haya tenido que renunciar a la mayoría de su programa electoral, para hacerse cargo de un país que sus anteriores gobernantes, ZP y sus secuaces, dejaron en el peor estado imaginable; con el añadido de haber mentido y engañado a los españoles y al nuevo Ejecutivo, hasta el último día de su mandato.
Los sindicatos, los mismos que permitieron, sin chistar, que Zapatero engendrara un desempleo de 5 millones de trabajadores viendo, impasibles, como sus amigos y benefactores, los socialistas, eran incapaces de reaccionar permitiendo que se cerraran cientos de miles de pequeñas empresas y comercios de autónomos, incapaces de sobrevivir sin ayudas estatales, agobiados por los impuestos y sin créditos de la banca; aunque estas entidades fueron las primeras beneficiadas con los primeros 50.000 millones de euros, que debían destinarse a reactivar la economía con créditos a empresas, pero que sólo sirvieron para tapar los agujeros producidos por la deriva especulativa de muchos bancos. Ahora, cuando el Gobierno se las ve y se las desea para enmendar los entuertos de sus predecesores; nos aparecen, como siempre oportunistas y enfurecidos por los recortes que se han hecho de sus iones del Estado, lejos de aquellas generosas prodigalidades con las que Rodríguez Zapatero consiguió tenerlos amarrados y mudos, mientras se producía el mayor ataque al Estado del Bienestar de toda la reciente Historia española, con el desmantelamiento de nuestra economía y sus consecuencias sobre el empleo de los españoles.
Unos desvergonzados dirigentes sindicales, que padecen un ataque de amnesia crónica, como si no hubieran tenido nada que ver con la caída de nuestras finanzas y la destrucción de empleo – algo que, naturalmente, a ellos no les ha afectado aunque sí a varios de sus empleados – los señores Méndez y Fernández Toxo (unos oportunistas de la política y unos demagogos de tomo y lomo, que no dudan en mentir, hacer falsas promesas y hablar de un tema que no conocen ni de referencia, como es el económico) ya están calentando a los descontentos con la situación actual de España, para hacer una soterrada labor de desgaste al Gobierno con la que pretenden conseguir convocar una huelga general; aún conociendo que, la situación del país, no permite otra cosa que intentar reducir nuestros costes de deuda, controlar el déficit público que heredamos y apretarnos el cinturón, por mucho que ello nos resulte difícil de asimilar. Como sanguijuelas, a estos sindicalistas les importa poco lo que sea de nuestra nación con tal de seguir agarrados a las ubres que los alimentan.
A algunos les ha parecido "inofensiva" la mascarada montada ayer en el Camp Nou centro del independentismo catalán. Bastaba ver la cara de satisfacción de los señores Mas y Rossell, no por el resultado del partido que, a efectos deportivos, poco afectó a ambos equipos, sino por los dos momentos de "gloria" para el independentismo catalán que tuvieron lugar en el estadio: el primero cuando formaron una inmensa bandera de Aragón (ahora se la apropiaron los catalanes) como "saludo" a España, ¿vio alguien, en todo aquel recinto, alguna bandera española? ¡No, evidentemente no! Si se vieron, a millares, las banderolas de la independencia, las esteladas, en manos de miles de catalanes que, en el minuto 17 del evento, en recuerdo de aquella fecha, 1714, en la que el señor Casanovas tuvo que rendir Barcelona a Felipe V, duque de Anjou y aspirante a la corona española. Si ya tiene perendengues celebrar una derrota, aún más los tiene el pretender enfrentarse, públicamente y sin la menor vergüenza, a toda la nación española. Porque, si el señor Mas pretende convocar un referéndum ilegal (no está en sus manos hacerlo legalmente) con carácter vinculante, en el que basar una hipotética independencia de España; creo que para tratar de un tema que, ahora, no cabe en la Constitución, la única manera de hacerlo sería de modo que los consultados no fueran sólo los catalanes, una minoría que no pueden decidir por sí solos, sino que se debería someter a todos los ciudadanos españoles para que decidieran. O esta es, señores, mi opinión sobre estos delicados acontecimientos.
Miguel Massanet Bosch
Es logico que hay opinas diferntes y ideas diferentes, pero creo que en estos tiempos de crisis hay que ser unidos y tener un solo opinion: como salir de esta crisis lo mas antes posible.