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Martha C. Nussbaum: “Vivimos en un clima político histérico. Necesitamos de la filosofía con la misma urgencia que la Atenas de Sócrates”

Publicada el octubre 13, 2012 por admin6567
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EN PORTADA / Entrevista

La utilidad de la filosofía

  • “Vivimos en un clima político histérico. Necesitamos de la filosofía con la
    misma urgencia que la Atenas de Sócrates”, dice Martha C. Nussbaum.
  • En vísperas de recoger el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales
    2012, la pensadora estadounidense habla en esta entrevista de sus creencias
    religiosas, sus preocupaciones sociales y su pasión por el
    canto
Lola Galán (Publicado en El País, aquí)

Foto: Gianluca Battista

No contestaré correos electrónicos durante el Rosh Hashana [Año Nuevo judío
que suele caer a comienzos del otoño]”. Los correos electrónicos de Martha
Craven Nussbaum
son precisos, directos, sin concesiones a rituales sociales.
Reconocida como una de las grandes filósofas actuales, profesora de Derecho y Ética
en la Universidad de Chicago,
autora de más de dieciséis libros (la mayoría,
editados en español por Paidós) sobre filosofía griega y latina, derechos de las
mujeres, filosofía política, religión e igualdad entre los humanos, Martha C.
Nussbaum va al grano cuando se instala ante el ordenador. El próximo día 26
recogerá en Oviedo, de manos del príncipe Felipe, el Premio
Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2012, u
n galardón que la ha dejado
“increíblemente sorprendida, honrada y encantada”, porque, “aunque estoy al
corriente de que mis libros se han publicado en España, y hay algunos jóvenes
que han escrito sobre ellos, no era consciente de que se me apreciara tanto”,
dice en esta entrevista realizada mediante cuestionario electrónico.

PREGUNTA. Su currículo es apabullante. Da clases, conferencias,
participa en seminarios en todo el mundo, escribe libros. ¿Qué hace para
relajarse de tanta tensión laboral?

RESPUESTA. Soy cantante aficionada. Canto una hora todos los días y doy
recitales con cierta frecuencia. También me gusta correr. Y, sobre todo, me
encanta estar con mis amigos, que son de lo más variado.

Martha C. Nussbaum nació en 1947 en Nueva York, hija de un abogado y una
decoradora de interiores que dejó el trabajo para cuidar de sus dos hijas. Se
educó en un colegio de Bryn Mawr (Pensilvania), un lugar que ella misma ha
calificado de “elitista y esnob”. Su decisión de luchar contra las desigualdades
surgió, cuenta, como una reacción a ese ambiente. Aunque no solo.

“Una de las cosas que me abrió los ojos a la realidad fue un viaje de
intercambio estudiantil que hice, un verano, en el que estuve viviendo con una
familia obrera, en Swansea, en el sur de Gales. Aprendí lo que es de verdad
vivir en la pobreza. No me pareció ni romántico ni atractivo. Estaba siempre
triste y aquello tenía poco que ver con mis sueños, porque la pobreza mata las
aspiraciones y te quita las ganas de vivir”.

“Hay todavía un abismo en términos de mortalidad y
educación entre los sexos en muchos países del mundo”

La aspiración inicial de la joven Martha era ser actriz. Y para ello ingresó
en la Universidad de Nueva York, donde estudió Clásicas y Arte Dramático.
Durante dos años se dedicó a la interpretación, como actriz profesional. “La
experiencia me sirvió para ver mundo, conocer a un grupo más amplio de personas
y explorar mis emociones. Todavía hoy me gusta mucho actuar, aunque, como le
decía, cantar me gusta más”.

Nussbaum continuó sus estudios en la Universidad de Harvard donde descubrió,
de pronto, su pasión por la filosofía. En esa prestigiosa institución se doctoró
en la materia, a mediados de los setenta, y dio clases, ya casada (de hecho
mantiene el apellido de su esposo, Alan Nussbaum, del que se divorció en 1987) y
con una hija, Rachel, hoy profesora de universidad como ella. Nussbaum ha
contado que Harvard era una verdadera prueba para mujeres en sus
circunstancias.

P. ¿Ha mejorado la situación en las universidades
estadounidenses?

R. Ha mejorado muchísimo en dos de los aspectos que yo contaba: el acoso
sexual está muy vigilado, y es más raro, aunque no tanto como debería, y tanto
padres como madres disponen de atención para los hijos. Además hay una voluntad
mayor por parte del cuerpo académico masculino de compartir las tareas
domésticas y el cuidado de los hijos. El ambiente es mucho mejor en ese aspecto
que el de los bufetes de abogados al que están ligados muchos de mis alumnos. En
ese mundo, las jornadas largas hacen imposible conciliar la vida familiar y el
trabajo, por eso se ha perpetuado un sistema de dos velocidades en el que las
mujeres son las que tienen trabajos a tiempo parcial.

P. Pero las mujeres empiezan a ser promocionadas por el hecho de
serlo y a beneficiarse de políticas de discriminación positiva. ¿O son, a
menudo, medidas puramente cosméticas?

“Los estudios humanísticos son fundamentales para la forja
de un saludable sistema democrático”

R. Las actuaciones de afirmación, como las llamamos en Estados Unidos, son
necesarias. Las más urgentes son las que sirven para crear espacios de auténtica
y completa igualdad de oportunidades. Lo que significa intervenir pronto en la
educación de las jóvenes y ofrecer incentivos a los padres para que las
alimenten bien y las envíen a la escuela —hay todavía un abismo en términos de
mortalidad y educación entre los sexos en muchos países del mundo—. Al mismo
tiempo, hay que adoptar políticas que faciliten que el potencial femenino sea
respetado y cultivado, lo que incluye medidas adecuadas para el cuidado de niños
y ancianos, una carga que recae sobre las mujeres en todo el mundo. En estos
casos, esas actuaciones, lejos de ser mera cosmética, son cuestión de vida o
muerte. Y si se diera el caso de que otras lo son, habría que denunciarlo.

Nussbaum trabajó, a partir de 1986, con el premio Nobel de Economía Amartya
Sen en la iniciativa sobre capacidades, un enfoque diferente para medir el
desarrollo de un país, en el centro de Naciones Unidas (UNU-WIDER) dedicado a la investigación en
desarrollo económico.

P. ¿Qué significó para usted recibir esa invitación de Amartya
Sen?

R. Eso es incorrecto, Sen no me llamó. Fue el director del instituto, Lal
Jayawardena, el que me invitó a presentar una propuesta de proyecto para ligar
desarrollo económico y filosofía. Yo dirigía ese proyecto, mientras que Sen
dirigía otros en el área de pobreza y nutrición. Él había desarrollado ya esa
perspectiva de las capacidades. Lo que yo hice fue ocuparme del aspecto
filosófico. Fue una experiencia que me abrió los ojos sobre la importancia de
los problemas de desigualdad, y me puso en contacto con gente de todo el mundo
interesada en el tema.

Nussbaum detalla con detenimiento este enfoque en su último libro publicado
en español: Crear
capacidades. Propuestas para el desarrollo humano
(Paidós). En él, hace
un análisis del desarrollo social y económico, que lejos de estar basado en los
habituales indicadores económicos, como el producto interior bruto o la renta
per capita, tiene en cuenta los medios que pone un Estado al alcance de sus
nacionales para que desarrollen las capacidades que cada ser humano encierra, y
que ella resume en un decálogo. Lo que mediría el verdadero desarrollo, por
tanto, sería que la gente disfrutara del derecho a la vida (“a una vida de
duración normal, sin muerte prematura”, especifica la autora), a la salud
física, a la integridad física (“estar protegidos de los ataques violentos,
incluidas las agresiones sexuales y la violencia doméstica”), o del derecho a
poder usar “los sentidos, la imaginación, el pensamiento y el razonamiento de
una forma verdaderamente humana”. El decálogo incluye también “el poder vivir
una relación próxima y respetuosa con los animales, las plantas y el mundo
real”.

“La posición de las mujeres en el judaísmo nunca ha sido
más sólida. Mi rabino y mi cantor son mujeres, yo misma celebro servicios
religiosos”

¿Cuándo se podrá aplicar todo esto, especialmente si lo contemplamos desde un
escenario de crisis económica que está destruyendo el Estado de bienestar? “Son
propuestas para el futuro”, responde Nussbaum. “Ninguna nación las ha aplicado
todavía por completo. Pero si conseguimos un consenso internacional para que
sean consideradas derechos humanos fundamentales, podremos lograr que lo sean en
algún momento”.

Como apasionada de la filosofía y las humanidades, Nussbaum se ha quejado
públicamente de la obsesión por los estudios técnicos, en todo el mundo, y de la
afición de los estudiantes a escoger especialidades en función del dinero que se
pueda ganar ejerciéndolas. “No tengo el menor problema con las carreras
técnicas, no obstante, soy partidaria del sistema educativo en el que todos los
alumnos estudian unas materias comunes. Aparte de que ya sabemos que en este
mundo de economía cambiante, las humanidades les interesan mucho a los
licenciados en Derecho, Medicina y Negocios, porque proporcionan la clase de
visión flexible requerida en la nueva economía. Por lo tanto, licenciarse en
Filosofía tampoco le impide a nadie encontrar un trabajo”.

Para Nussbaum, los estudios humanísticos son fundamentales además en la forja
de un saludable sistema democrático. “Son materias que nos aportan información
sobre el mundo en el que vivimos”, dice. Y de entre ellas destaca la filosofía.
“Como ya lo vio Sócrates, la filosofía tiene una capacidad única para producir
una vida examinada, es una fuente de razonamientos y de intercambio de
argumentos. Nuestro clima político actual es histérico, dado a las invectivas
más que a los argumentos. Necesitamos de la filosofía con la misma urgencia que
la Atenas de Sócrates”.

P. En su libro colectivo Los límites del patriotismo, alerta
de los riesgos del excesivo patriotismo. Parece que la cuestión sigue siendo
fundamental para los políticos. En la campaña electoral de Estados Unidos se
está viendo un recurso constante al patriotismo hasta en los demócratas. ¿Qué
opina al respecto?

R. La verdad es que mi visión del patriotismo ha cambiado mucho, pero tendrá
que esperar a que salga mi nuevo libro (Political
emotions: Why love matters for Justice
) el año que viene. Básicamente,
estoy de acuerdo con Mazzini [político y activista italiano del siglo XIX que
luchó por la unificación de Italia] y otros patriotas, para quienes un
patriotismo bueno, inspirado en los valores positivos, es esencial para motivar
a la gente en proyectos que requieren de nuestros sacrificios por el bien de los
demás.

P. Se convirtió usted al judaísmo hace años. La reputación de esta
religión se ha visto empañada por la actitud de los judíos ortodoxos en Israel.
¿Qué papel reserva a las mujeres?

R. No veo cómo puede verse empañada una religión por la mala conducta de sus
miembros. No creo que los cristianos del mundo tengan que disculparse a diario
por las opiniones sobre la mujer que mantiene el Opus Dei. El judaísmo ortodoxo
tiene diferentes variedades, y algunas de ellas han mantenido durante mucho
tiempo visiones criticables sobre las mujeres, por eso se produjo la reforma del
judaísmo en el siglo XIX, con la vista puesta en una religión que mantuviera de
verdad la ley moral y la dignidad humana. Es una religión totalmente aparte, con
seminarios rabínicos distintos y una teología totalmente diferente. En estos
momentos, en Estados Unidos, más de la mitad de los rabinos reformados y
“conservadores” (y lo pongo entre comillas porque son también bastante
liberales) son mujeres, y estas dos denominaciones no ortodoxas, muy similares,
representan el 90% de los judíos americanos. Y son dos de las denominaciones más
progresistas en la vida religiosa de Estados Unidos. La posición de las mujeres
en el judaísmo nunca ha sido más sólida. Mi rabino y mi cantor son mujeres, yo
misma celebro servicios religiosos, canto y predico. La verdad es que el
problema actual es reclutar hombres con talento para el rabinato
reformado”.

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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