¡Menos mal que el Príncipe nos ha tranquilizado! Porque, señores, seguramente que él y su padre el Rey deben ser los únicos españoles, digo españoles porque, salvo unos pocos catalanes que nos resistimos a dejar de ser españoles, deben ser los únicos que piensan de este modo. Claro que, con todo el respeto para don Felipe, somos muchos los que pensamos que su matrimonio morganático tiene mucho que ver con su forma de pensar y que, el haberse casado con una plebeya de marcado talante progresista, y haber frecuentado amigos como Sabina, seguramente le han influido para que intente contemporizar con todos y, en especial, con estos "levantiscos" catalanes que tanta "simpatía" le tienen. La verdad, señores, es que, en este país, a veces no somos capaces de entender determinados comportamientos, reacciones y posturas de algunas personas, en este caso de la propia Casa Real que, si bien podrían entenderse en un señor Llamazares o en el propio señor Mas, no somos capaces de comprender como puedan darse en miembros de la realeza, so pena de que estén convencidos de que, haciéndoles la pelota a los separatistas estos le van a permitir que, como ocurre en la Comonwelth británica con la reina Isabel de Inglaterra, seguir reinado en las utópicas "dos naciones": España y Catalonia.
Cuesta admitir que, lo que pudimos contemplar a través de la TV en el día de ayer, durante el acto conmemorativo de la Hispanidad, cuando el Rey con gesto adusto se dirigió al señor Rajoy para conversar unos minutos con él, en plan reservado, se tratara sólo de hacer un comentario sobre el tiempo. Lo que si pudimos comprobar, sin que nadie nos lo tenga que asegurar, es la cara de disgusto y tensión que le quedó a don Mariano después de su coloquio con SM. No sé si será cierto que, como insiste la Zarzuela en afirmar, "No se ha hecho ningún comentario sobre el ministro Wert" aunque, para El País, parece existir otra versión que incluye, en la citada conversación, las siguientes frases de SM: "… lo de españolizar a los catalanes del pobre Wert. Ya le he dicho que está muy mal lo que ha hecho". ¿Pero, señores, en qué país vivimos que hablar de españolizar a unos jóvenes, que ha sido sometidos al mayor lavado de cerebro político, histórico y social, a través de la escuela pública catalanizada, completamente copada por profesores separatistas, resulta poco menos que un delito? ¿De qué parte están el Rey y el Príncipe en este contencioso que ha presentado, sin el menor rebozo, el señor Más "en nombre de una Catalunya independiente"?.
Los que no somos monárquicos, los que somos de derechas y cumplidores de la Constitución ( que, a la vez es la que legitima la monarquía española, como garante de la unidad del pueblo español) no alcanzamos a comprender – como, en su día, no podíamos entender la gran sintonía del Rey con el señor Rodríguez Zapatero, cuando éste, con sus errores y su insensatez, nos conducía hacia la situación de default que ahora hemos heredado de su partido – que la institución monárquica, con el Rey, como jefe supremo del Ejército español, pueda, en público u y ante las cámaras, algo que no se puede considerar como una improvisación, le de un rapapolvo al señor Rajoy que no pudo ocultar su estupefacción. ¿No tienen en la Zarzuela teléfonos para comunicarse o es que no tienen días de despacho entre el Rey y el Presidente del Gobierno, en los que pudieran cambiar impresiones sin necesidad de dar tres cuartos al pregonero? No podemos aceptar el que, la casa Real española se convierta, de pronto, en un nuevo problema para España y los españoles; si es que queremos recordar lo que ha pasado con su yerno y su hija, doña Cristina, o con algunos episodios de cacerías de elefantes o del evidente distanciamiento entre los esposos reales a causa de ciertos episodios poco edificantes.
Es evidente que, el Jefe del Estado, no puede reprender al Jefe del Gobierno ni en público ni en privado y, máxime, cuando lo que ha hecho el Ejecutivo, con el señor Wert al frente, ha sido poner los puntos sobre las íes a una comunidad que amenaza con separarse de España y que hace años que se niega a obedecer las leyes estatales. ¿Cómo no se mostraron más diligentes cuando el señor ZP obligó a aprobar el famoso Estatut, un preámbulo seudo legal a lo que luego se ha producido en Catalunya sin que, al parecer, el Rey y su familia (se supone que bien informados) hicieran el menor gesto en contra ni el menor comentario respecto a sus manifiestos aspectos anticonstitucionales?
Cuando el general Franco les dijo a los españoles que el futuro estaba "atado y bien atado" se olvidó de comprobar que la soga con la que había hecho el paquete y en la que confiaba para que se mantuviera intacto, no tenía la solidez, no era lo bastante segura ni reunía las condiciones para soportar los vaivenes de un viaje que se preveía largo y abrupto. Hace unos días salió en la prensa que, SM el Rey, en un acto que presidió con los alcaldes españoles, abroncó a uno de ellos, que era catalán, por el problema separatista en Catalunya, algo que parece que irritó a algunos de sus colegas. No me atrevería a criticar el exabrupto del Rey, como no lo hice cuando hizo callar al bocazas de Venezuela cuando interrumpía, una y otra vez, a nuestro anterior Presidente; lo que los españoles de a pie no logramos compaginar es que, el príncipe Felipe, dice que Catalunya no es un problema cuando, a la vez, su padre se queja ante los catalanes por estimar que la propuesta separatista lo es; ni tampoco que hable de "reducir la tensión entre todos" si lo que hace la Casa Real es aumentarla, con sus intervenciones más o menos extemporáneas. Hablen todos claro y fuerte y digan que, en España, no cabe más que la unidad de todas las regiones y la solidaridad entre ellas, sin que haya entre el Jefe del Estado y el Gobierno la menor fisura en este aspecto.
Todo lo que no sea defender a toda costa la Constitución, con todos los medios que en ella existen, para garantizar que no se produzcan estos intentos de despedazar el país; no hace otra cosa que darles alas a aquellos que confían en la debilidad del Estado y de sus instituciones para aprovecharse de ello para dar suelta a sus proclamas independentistas. Porque señores, puede que para don Felipe de Borbón no exista ningún problema con Catalunya pero, para los españoles que habitamos en esta autonomía nadie, ni el mismo Príncipe, nos ha de enseñar lo que esta sucediendo dentro de ella que, si debemos atenernos a lo que percibimos cada día que pasa, le que sí le puedo asegurar es que, efectivamente, existe un grave, peligroso y más que latente problema que, si no se ataja a la mayor brevedad, va a traer serias complicaciones a toda España.
Si ya los hay que se quejan cuando un F18 pasa volando por encima de Barcelona y cuando hay alguien que se atreve a exhibir una bandera española en un balcón ( algo suicida en estos momentos), no les digo a ustedes lo que va a suceder si, el señor Mas, en las elecciones del 21 de noviembre, saliera elegido con una cómoda mayoría y con ERC e IC yV de segunda y tercera fuera política, como parece que auguran algunas encuestas, que se unirían a CDC e Unión para proponer ( sí o sí, como dijo Mas) el famoso referéndum que, o muchos nos equivocamos o daría un amplio refrendo a la opción independentista. Tomar las medidas disuasorias entonces no hay duda de que supondría enfrentarse a una grave situación. Nadie hace caso, pero yo insisto una y otra vez con mi SOS, aunque, con le sucedió al Titanic, el socorro llegue tarde.
Miguel Massanet Bosch
Efectivamente, Cataluña no es el problema, el verdadero problema lo es la CASA REAL