Editorial de UPyD (Ver aquí)

Hace pocos días, el Consejero de Interior de la Generalitat, Felip Puig, reclamó a los Mossos que defendieran al gobierno autonómico en caso de enfrentamiento con España, lo que mereció la respuesta irónica del candidato de Unión Progreso y Democracia a la Presidencia de la Generalitat, Ramón de Veciana. Ayer mismo, un alcalde de CiU denunció que unos cazas del Ejército estaban sobrevolando Cataluña como una "muestra de fuerza en el territorio". Por ridículo que suene todo esto, ya no es posible pensar que se trata de delirios puntuales ni, como ha dicho la diputada de UPyD Irene Lozano, "despacharlo como una salida de pata de banco". En realidad, parece que el nacionalismo catalán quiere crear una cierta sensación de clima prebélico. Está jugando a ser víctima de la opresión, cuando goza de la legitimidad de un sistema constitucional. Para Artur Mas, para su ejecutivo y para todo el nacionalismo, la ley y la realidad han pasado a ser relativos.
Este es el auténtico peligro para la democracia. El Estado de Derecho no es opcional, y la falta de responsabilidad que están demostrando los dirigentes nacionalistas ponen en riesgo la convivencia. Así lo ha denunciado el eurodiputado de UPyD Francisco Sosa Wagner en una pregunta a la Comisión Europea. El nacionalismo, que siempre será el principal enemigo de la construcción europea, utiliza las instituciones como pasarela para la exhibición de sus patrañas.
Al sugerir la suspensión del derecho a voto de España, los eurodiputados nacionalistas están pidiendo que se retiren derechos e influencia a todos los españoles, incluidos los catalanes. Esto es lo que deben considerar los ciudadanos pensando en las elecciones autonómicas del 25 de noviembre. Al nacionalismo le dan igual las consecuencias que sus actos tengan para la gente. Están dispuestos a conducirnos a todos al desastre con tal de mantener o aumentar su cuota de poder. Son capaces de enrarecer el clima, quebrar la convivencia, desafiar al Estado de Derecho, desacreditar a su propia democracia o arruinar a su territorio.
Con su burda manipulación de los hechos, de las instituciones y de la ley, están dejando claro que la democracia no les merece más que desprecio cuando se convierte en un obstáculo para sus desmedidas ambiciones.