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España camino de perder a Catalunya. SOS señor Rajoy (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el noviembre 21, 2012 por admin6567
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¿Hay alguien, en este país, que no reciba o haya recibido subvenciones, ayudas, prebendas, mordidas o corruptelas varias?, ¿de verdad que, como ocurrió en las bíblicas Sodoma y Gomorra, no es posible encontrar en toda España unos pocos justos que pudieran justificar que, la ira del Todopoderoso, no cayera sobre todos los españoles? Lo cierto es que, si debemos fiarnos de las informaciones que recibimos de la prensa, radio y televisiones, podríamos pensar que, al menos en las clases mas descollantes o por su condición política, su notoriedad como perteneciente a la alta sociedad, su influencia como miembro destacado de la clase pudiente o como líder de las finanzas, el comercio o la industria; es tan difícil encontrar una persona decente, honrada y de fiar; como lo era, , según la cita bíblica, el que un rico para salvarse lo tendría tan difícil como el que, un camello, pasase por el ojo de una aguja.

Y es que, cuando echamos la mirada hacia el pasado reciente, digamos seis o siete años atrás y comparamos aquellos tiempos con los que estamos viviendo actualmente; pretendiendo hallar una explicación lógica a que hayamos llegado al estado de depauperación económica, social y ética en el que nos encontramos en la actualidad; deberemos reconocer que resulta difícil el descubrir una razón suficientemente sólida que nos permita dar con el origen del caos en el que nos encontramos. En todo caso, el grado de degradación política, la indecencia de algunos partidos políticos, la corrupción y la venalidad generalizada dentro de instituciones públicas, la desacreditación en la que ha caído la Administración de la Justicia y sus representantes y el desafío a la unidad de la nación, a cargo de algunos gobernantes que han decidido pasarse la línea roja de la Constitución española; junto a los resultados de varios gobiernos incompetentes, sectarios y, evidentemente, nefastos para el pueblo español; forman, sin duda, un conglomerado de dislates lo suficientemente deletéreos para explicar el porqué de nuestra incómoda situación actual.

Falta rigor, señores, falta empuje y sobran indecisión, falta de autoridad, paños calientes, compadreos y cesiones que, en muchos casos, lindan lo que podría entenderse como una traición a la patria, a sus ciudadanos y al propio legado de nuestros mayores, que se esforzaron en trabajar y superar una Guerra Civil, para que todos nosotros nos conciliáramos, olvidáramos rencores y odios pasados y emprendiéramos, juntos, el camino de la paz, la prosperidad y el bienestar social. Todo ello se ha ido por la puerta de este estercolero que han sido capaces de crear quienes han tomado a España por un campo de Agramante, donde experimentar con sus ideas libertarias, sus instintos sectarios, sus doctrinas igualitarias y sus irrealizables proyectos económico-sociales, condenados desde el momento en que subieron al poder las izquierdas para convertirse en el mayor fracaso de un gobierno para el pueblo español.

Y hete aquí que, de toda esta bazofia, cuando la nación se debate entre el desempleo; la ruina empresarial; el endeudamiento público y privado; las presiones de una Europa que no sabe bien hacia donde dirigirse; el desánimo y la sensación de que la crisis no tiene fin; como si hubiera sido parido en el vientre de la Hidra, aparece este antihéroe nacionalista encarnado en la persona de Artur Mas, quien, impunemente, como si para él las leyes españolas no tuvieran importancia y hubiera sido el enviado del Cielo para rescatar a Catalunya, pobrecilla, de la "opresión" y la "tiranía" de España y de los españoles; se erige en la mayor amenaza para la unidad de la nación, exhalando su hálito separatista y venenoso sobre aquellos que pretendieran impedirle alcanzar su objetivo independentista. Lo malo es, señores, que esta España sufre la dolencia de falta de patriotismo y de gentes incapaces de enseñarle a este traidor a respetar las leyes que juró defender, cuando juró o prometió su cargo de Presidente de la Generalitat. En efecto, no existe aquel fuerte varón, aquel Hércules de flechas llameantes y deslumbrante harpe, para que, como hizo con la indestructible Hidra, dar al traste y zanjar, de una vez por todas, este cáncer del nacionalismo excluyente, que tanto daño está haciendo a la unidad y solidaridad precisas para que, España, siga siendo la nación de todos los españoles sin distinciones ni privilegios de unos sobre los otros.

No sabemos cuánto tiempo se va a necesitar para limpiar a esta nación de corrupciones, estafas, robos, malversaciones de caudales, prevaricaciones y cohechos. No sabemos tampoco si, quienes se muestran como intachables varones, al fin y al cabo, van a resultar solamente otros de estos aprovechados de la política que lo que buscan por encima de todo, es hacerse con el control del pueblo y asegurarse la inmunidad ante posibles escarceos peligrosos con la Justicia. Y no sabemos si, el legítimo gobierno de la nación, el que consiguió el pasado 20 de noviembre del 2.011 una victoria histórica sobre sus adversarios de la izquierda, se va a enterar, de una vez por todas, de que tiene la mayoría absoluta en el Parlamento y en el Senado y aprenderá a hacer uso de ella cuando sea preciso, sin tener que esperar a que, aquellos que sólo pretenden que segarle la hierba de debajo los pies, consigan su propósito a fuerza de desgastarlo en inútiles y prolongadas disquisiciones y amenazas de algaradas callejeras, algo que, sin duda, parece estar consiguiendo a tenor de lo que se está viendo en las calles de las principales ciudades españolas, donde las manifestaciones, huelgas y atentados contra la seguridad de la ciudadanía se están convirtiendo en prácticas habituales, para desesperación de quienes pretenden trabajar o discurrir tranquilamente por las calles, sin tener que esquivar las salvajadas de aquellos que se han creído ser los amos de la calle.

El cansancio de la ciudadanía es patente y ya se escucha a quienes, incluso algunos destacados periodistas, que parecen dispuestos a rendirse y aceptar que, Catalunya, es un caso perdido y que lo mejor es dejarlos que se pongan solos el dogal al cuello. Al parecer, nadie presta atención a que, viviendo en Catalunya, trabajando en ella y manteniendo en alto el pabellón español, estamos muchos miles, millones de ciudadanos, que no estamos de acuerdo con el hecho de que se consienta a los separatistas hacerse dueños de esta comunidad. Ciudadanos españoles y catalanes que estamos esperando que sea el Estado español el que se deje de pamplinas y utilice las armas que la Constitución de 1.978 puso en sus manos, para evitar que España acabe siendo un coladero para el independentismo de aquellos iluminados que sólo buscan su lucimiento y lucro personal, sin tener en cuenta los intereses de los ciudadanos a los que obligan a claudicar con sus fantasías irrealizables.

Desde estas líneas demandamos al señor Rajoy y a todo su Gobierno, que evite que esta oleada de independentismo, esta marea de odio hacia lo que es España y los que se consideran españoles, esta insensatez de buscar la independencia cuando es evidente que quedaríamos fuera de Europa y que, por si solos, sería imposible mantener el pago de las pensiones, la sanidad y las medicinas, siendo una utopía el que se pudieran atender a los pagos de la deuda pública y a los compromisos pendientes con el resto de España, amén de la previsible pérdida de este 60% del mercado español que Catalunya mantiene con España. Cada día que pasa la deriva de Mas se hace más radical y, la impasibilidad y ñoñez del Gobierno, es tomada por la mayoría de catalanes como una debilidad que les va a permitir salirse con la suya. O esta es mi opinión, señores, respecto a lo que nos espera a los españoles que residimos en esta comunidad si, como es posible que suceda, la sedición se consuma.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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