Al gran poeta y escritor del Siglo de Oro español, don Francisco de Quevedo Villegas (1.580-1.645) debemos el siguiente pensamiento, "Mala cosa cuando en el ánimo se representa la temeridad con el rostro de la valentía y la cordura con rostro de cobardía". Y es que, señores, difícilmente se puede definir la pretensión de este adalid del separatismo catalán, convencido de que ha venido a este mundo para convertirse en el nuevo Moisés de los catalanes, capaz de amenazar a España con las siete plagas si no le permite separase de ella y, por si no fuera bastante tanta insensatez y desvergüenza, mantener la pretensión de acudir a su entrevista institucional con SM el Rey, portando las "tablas de la ley catalana" para explicarle a don Juan Carlos los motivos "históricos", culturales y económicos por los que el gobierno y el parlamento catalán han tomado la decisión de dejar de pertenecer al reino de España, para convertirse en algo así como un país que pretende que sea autónomo pero que, curiosamente, aparte de sus grandilocuentes discursos y sus epatantes desafíos, todavía no ha sabido explicar como va a desenvolverse por sus propios medios, aislado y fuera de la CE.
Sin duda que, el pueblo español, desde que estalló la fatídica crisis de principios del 2008, no ha tenido un momento de reposo, un periodo de descanso o un intervalo de sosiego, azotado continuamente por las malas noticias, los embates de la economía, los tropiezos de la banca y esta sangría, que parece que no cesa, a causa de la cual se va desangrando nuestro país a través de la desocupación de casi seis millones de trabajadores, algunos de los cuales deben subsistir sin ayuda oficial alguna y, muchos otros, que se sostienen apenas con la colaboración de sus familias. Si se concediera un record Guines a la mala gestión de un país, a la desinformación, a los engaños, a las mentiras y a la incapacidad de sus gobernantes para la conducción de una nación a buen término llevándola hasta la quiebra soberana. No nos cabe la menor duda de que, el señor Zapatero y sus huestes, habrían conseguido dicho galardón con todo merecimiento. Ahora, por desgracia, tenemos nuevos problemas a los que enfrentarnos.
Y es que, con ser mala la gestión económica, financiera y social de los pasados gobiernos del PSOE, todavía ha resultado más nefasta su política con respecto a estas autonomías, como la catalana y la vasca, que han tenido la habilidad de sangrar a España de sus recursos por medio de contiguos chantajes con los que han conseguido prerrogativas, privilegios y concesiones del gobierno central que superan, con mucho, las que fuera de España tienen los landers alemanes, Escocia o la mayoría de regiones autónomas de toda Europa. La vergonzosa bajada de pantalones iniciada por el señor Zapatero para conseguir el apoyo de catalanes y vascos, que le permitiera seguir en el poder para acabar de destrozar a España y la errónea decisión de Aznar que, en su primera legislatura se alió con Pujol con el objeto de conseguir su apoyo en las Cortes españolas; fueron, sin duda, la causa de que el problema catalán y vasco se convirtieran en una de las primeras preocupaciones para el pueblo español.
Pero hay algo, un tema sobre el que quisiera hablar, que estimo de gran trascendencia para los catalanes y que debiera ser motivo de reflexión para los que están entusiasmados con una utópica independencia de España. Si es cierto que la corrupción parece que se ha convertido en una enfermedad endémica de muchos políticos españoles, parece que, en el caso de Catalunya, se están dando casos en los que parecen salpicados de esta lacra importantes representantes del partido que, actualmente, aunque sea en minoría y con el apoyo de ERC, está gobernando esta autonomía. De ahí que, como ya se ha convertido en algo habitual, las presiones sobre la Justicia, en este caso sobre el encargado de investigar sobre la procedencia de la sorprendente fortuna de la familia Pujol, el juez Ruz, parecen que están consiguiendo sus frutos en lo que se refiere a una posible investigación a fondo de un peculio que, a través de un hábil red de sociedades interpuestas, se esconde en el extranjero, perteneciente a la mujer y los hijos de don Jordi, en muchos casos oculto en paraísos fiscales. Tampoco está libre de sospecha el gran vudú de CIU, el señor Artur Mas que, al parecer, tiene o ha tenido un importante patrimonio en algunas cuentas de Suiza procedente de una herencia de su padre, cuyo origen y circunstancias tampoco parece que hayan quedado claros.
Es obvio que todo el mundo tiene derecho a enriquecerse, siempre que lo haga honestamente y sin defraudar al Estado. No obstante, cuando los que se han constituido en artífices de la independencia catalana, los que están quejándose de que España trata mal a Catalunya, los que se las dan de honestos y quieren aparecer como héroes que se "sacrifican" en aras de sus principios catalanistas; que piden sacrificios al pueblo para conseguir alejarse del resto de los españoles que "no les comprenden" o que "les roban"; resulta que son los primeros que quieren asegurarse (como ocurrió con los políticos republicanos que se llevaron los tesoros robados a los españoles de derechas, para asegurarse una vida muelle en el exilio de Francia, Méjico o Rusia) la retirada, mediante importantes cantidades de dinero estratégicamente situadas en lugares blindados a los que siempre podrán acudir en el caso de que sus planes fracasen; el pueblo les demande por haberlo conducido a la ruina o sean expulsados de sus puestos privilegiados por una mayoría progresista de izquierdas que es lo que, sin duda alguna, acabaría por suceder en un país donde, el predominio de las izquierdas, siempre ha sido lo que ha predominado.
Vean lo que acaba de suceder, con UDC, cuando ha finalizado en falso, mediante un acuerdo amañado que a nadie ha convencido, un caso de corrupción para la financiación del partido del señor Durán y Lleida. Lo más extraño del caso es que, cuando se destapó la cloaca de la corrupción en su partido este personaje, eterno aspirante al cargo de ministro, quiso apartarse de las salpicaduras declarando públicamente de que estaría dispuesto a dimitir si se demostraba la veracidad de las imputaciones que se les hacían a diversos miembros de su formación. Ahora, cuando los acusados han reconocido, ante el juez, ser culpables de lo que se les acusaba y han sido condenados por ello, aunque con una escandalosa reducción de la pena que les correspondía; el señor Durán ha mirado hacia otro lado como si la cuestión no le afectase y ha tenido que ser la señora Marta Llorens la que ha tenido que hacer el papel de tonto del pueblo, insistiendo en que su partido no se financió ilegalmente, negando la misma evidencia.
Vean, señores, con qué clase de personajes el pueblo catalán se la está jugando. Unos que tienen miedo de traerse sus fortunas a Catalunya por si las moscas y por no tener que pagar los impuestos que se nos están aplicando a los catalanes, de los que se libran al tenerlos en paraísos fiscales y otros, como el señor Durán y Lleida, que son incapaces de cumplir sus promesas, porque ello significaría renunciar a la poltrona en la que están cómodamente instalados, algo que nunca pensaron hacer cuando empeñaron su palabra. ¿Y esta es la gente en la que el pueblo catalán confía para que lo dirija en esta travesía del desierto al que pretenden llevarlo?, ¿Cómo hay alguien que se deje engatusar por los cantos de sirena de esta banda de independentistas que lo único que buscan es asegurarse sus fortunas, valiéndose de la credulidad de quienes los siguen? O así es, señores, como valoro a estos falsos profetas del pueblo catalán.
Miguel Massanet Bosch