"No estoy haciendo la guerra contra Franco para que nos retoñe en Barcelona un separatismo estúpido y pueblerino (…) No hay más que una nación: ¡España! (…) Antes de consentir campañas nacionalistas que nos lleven a desmembraciones que de ningún modo admito, cedería el paso a Franco sin otra condición que la que se desprendiese de alemanes e italianos" (Manuel Azaña).
Aún a costa de hacerme pesado e insistir en aportar opiniones de personalidades que conjeturaron sobre el separatismo vasco y catalán, voy a transcribir una párrafo del profesor y ensayistas, don José Ortega y Gasset, aparecido en su "España invertebrada", en el que se expresaba del siguiente tenor: "Unos cuantos hombres, movidos por codicias económicas, por soberbias personales, por envidias más o menos privadas, van ejecutando deliberadamente esta faena de despedazamiento nacional, que sin ellos y su caprichosa labor no existiría. Los que tienen de estos movimientos secesionistas pareja idea, piensan con lógica consecuencia que la única manera de combatirlos es ahogarlos por directa estrangulación: persiguiendo sus ideas, sus organizaciones y sus hombres." Y hago referencia a estos señores, cada uno de distinto talante político y de pensamientos enfrentados, pero que sí compartían el pensamiento, recogido en nuestra Constitución, de la indisolubilidad de la nación española, de su unidad que, como vemos en el caso de don Manuel Azaña, le llevó a decir que antes le cedería el paso a su enemigo irreconciliable, el general Franco, que dejar que los separatistas se salieran con sus objetivos.
Y diría que este preámbulo viene a cuento respecto esta continuada argumentación, usada reiteradamente por el señor Artur Mas, presidente de la Generalitat catalana, una cantinela con la que parece querer justificarse ante el resto de España y con la que da por hecho que, el tema de la separación de Catalunya de España, sólo depende de que, el pueblo catalán, a través de esta consulta ilegal sobre su "derecho a decidir"; lo apruebe por mayoría para que, tanto la Constitución como el resto de los ciudadanos españoles, tenga que aceptar, por obligación, los dictados de la minoría catalana y deban plegarse a lo que los separatistas no se cansan de repetir que es " la expresión democrática del pueblo catalán" partiendo de un sofisma en el que la propuesta principal da por hecho que una fracción del territorio nacional puede imponer su voluntad por encima del parecer del resto de la nación y de lo dispuesto en la propia Carta Magna. ¿Por qué no proponen un referéndum a nivel nacional? O ¿por qué no aportan los fundamentos legales en los que argumentan de donde sale este famoso "derecho a decidir" que con tanta fe intentan defender?
Piden diálogo y, hasta algunos partidos nacionales, como el PSOE, que se muestra contrario a las aventuras separatistas de los catalanes, caen en el error de que este tema se ha de arreglar a base de diálogo y de cesiones. ¡No hay posibilidad alguna de dialogar sobre un tema que, por su propia naturaleza, es inconstitucional! Aún en el caso de que se lograse acuerdo entre los partidos mayoritarios para ceder a las peticiones de soberanía catalanas, sería preciso modificar la Constitución. Y, antes de que esto ocurriera, serían muchos los españoles, tanto de derechas como de izquierdas, que levantarían su voz en contra de tamaño desaguisado. La propia Constitución advierte contra tales veleidades separatistas y encomienda, a sus instituciones, para que se ponga remedio en el caso de que a algunos les entrase la tentación de separarse de España.
Sin embargo, la reacción que esperaríamos del Ejecutivo no acaba de ser lo contundente y lo ejemplarizante que esperábamos que fuere. Por ejemplo: llevan casi un mes pensando si ponen o no recurso ante el TC contra la declaración del Parlamento catalán, por la que se declaraba la soberanía del pueblo catalán. Primero ha necesitado el informe de la abogacía del Estado que no debiera haber sido tan difícil ya que hace muchos meses que el Gobern catalán anunció que iba a tomar esta resolución. Ahora se nos dice que está pendiente del informe del Consejo de Estado. Todos estos trámites ya debieran de haberse tomado con antelación; lo que hubiera permitido una respuesta inmediata al desafío de la Generalitat. ¿Pero estaba interesado de verdad el Gobierno de Rajoy, en poner en un brete al gobierno del señor Mas o están ellos también en la creencia que van a solucionar el problema dialogando?
De momento, los catalanes van moviendo ficha y ya está en marcha la constitución de un "Consell Catalá perl Dret a Decidir", un nuevo organismo (por si no bastaran) que requerirá más funcionarios, encargado de poner en solfa la famosa consulta soberanista. Y para acabar de dejarnos con cara de tontos y con la boca abierta a todos los españoles, parece que el Consejo de Ministros ha decidido conceder una ayuda a los catalanes de otros 10.000 millones de euros. No sabemos si para ayudarles a preparar su independencia y crear su propio ejército o para que les coja la risa floja a los señores de CIU y de ERC ante la estupidez, la insensatez y la falta de tino del gobierno Central, que parece estar en la inopia al facilitarles ayuda, a quienes amenazan con separarse de España, para que disimulen su crítica situación económica metiendo mano a la cartera de los españoles y para que, al día siguiente de recibir el regalito, vuelvan a decir que "España les está robando".
El pueblo catalán, a pesar de las bravatas de los dirigentes del país, tiene un paro superior a los 600.000 trabajadores y se están cerrando empresas cada día; algo que parece que sus dirigentes no quieren o no les interesa reconocer porque, sin duda, les restaría argumentos para convencer a los fanáticos, que quieren independizarse, de que Catalunya puede sostenerse por si sola. En todo caso, suena a brindis al Sol la declaración del señor Gay de Montellá de Foment del Treball, cuando niega que el proceso soberanista provoque deslocalizaciones. No es que las provoque ahora, sino que ya hace tiempo que muchas sociedades con sede en la Ciudad Condal han cambiado de localización, las unas trasladándose a Madrid y otras yéndose a países extranjeros, donde la mano de obra es más barata y existen menos trabas burocráticas y exigencias de orden lingüístico. En todo caso, si todavía no se ha producido la espantada prevista, por mucho que el señor Gay quiera hacer de pitoniso, se ha debido a que muchos empresarios españoles y sociedades internacionales, ven esto de la independencia de Catalunya como una simple utopía, sin posibilidad alguna de que llegue a producirse, entre otras razones, porque ello supondría el tener que abandonar Europa y arriesgarse a un aislamiento que difícilmente podrían soportar.
Lo curioso es que, a pesar de la aparente inmovilidad del Gobierno, tenemos la impresión de que los dos partidos que más han trabajado por llevar a cabo la consulta soberanista a los catalanes; están perdiendo algo de fuelle, como si existiese una especie de fatiga que haga que aflojen un poco la presión para reflexionar o, puede, que para tomar fuerza para el próximo intento. Los que residimos en esta autonomía, que somos españoles ante todo, no logramos entender como se sigan tolerando, tanto en el país vasco como en Catalunya casos como el de Vitoria, donde hubo algaradas, pitos e insultos multitudinarios, seguros de su impunidad, contra el Rey y el himno nacional.. O así es como lo veo, señores, desde la mirilla de observador de la sociedad.
Miguel Massanet Bosch