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¡Ay, si levantara la cabeza de su tumba don Francisco de Goya y Lucientes! (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el febrero 19, 2013 por admin6567
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"El crítico es un cojo que enseña a correr" (Channing Pollock)

 

Siempre, en este país, ha sido proverbial el despecho con el que los miembros de la farándula han contemplado el cine norteamericano y, en general, porqué no decirlo, su rechazo por la nación norteamericana, sus dirigentes y su democracia, a pesar de que sea una de las más envidiadas del mundo a pesar de que, o precisamente, a causa de que, en ella, ni el socialismo ni menos el comunismo han conseguido comerse una rosca. Claro que esto no es óbice para que ¿no es cierto señor Barden?, a la primera ocasión que se les presente a nuestros artistas pierdan el culo, con perdón, para trasladarse a vivir a aquel país que, para los que se quedan por no haber sido llamados, es considerado como la patria del capitalismo más reaccionario, pero para los pocos que consiguen que los acepten, es como si hubieran conseguido el premio gordo de la Lotería.

Hete aquí que, a falta de ideas innovadoras para crear un sistema propio para premiar el cine nacional, a sus intérpretes y demás colaboradores, nuestro elenco de la farándula no se ha cortado en lo más mínimo en imitar, hasta en sus más nimios detalles, hasta en la denominación de "Academia del cine", a los veteranos oscares americanos a los que, en tantas ocasiones, con una osadía propia de quienes envidian a aquellos a los que se ven incapaces de igualar. Aquí no tenemos figuras descollantes, estrellas reconocidas mundialmente o verdaderos aristócratas de la pantalla que, con su sola presencia, son capaces de dar categoría, promocionar o dar lustre a una película. Nuestros premios Goya no son más que una burda caricatura, una pretenciosa imitación y una representación de cine de barrio, manejada por meras marionetas que han pretendido, sin fortuna alguna, recrear la magnificencia, el glamour y la categoría de la entrega hollywoodense de los oscares a las grandes figuras de la pantalla estadounidense.

El primer fallo garrafal consistió en que, más que una entrega de premios ( por cierto: copada por aquellos actores y actrices que militan en las filas de la izquierda), a los que más se han destacado durante el 2012, en el ejercicio de su profesión; tanto el director del certamen y presidente de la Academia, señor González Macho, con el ceño fruncido y un empaque de quien se ve impuesto de autoridad para romper una lanza por sus pupilos los actores, productores, técnicos y demás participantes en el polifacético elenco de los creadores de ilusiones en la pantalla; como ocurrió con algunos de los premiados; más que agradecer, con la alegría propia de quien recibe un galardón, se dedicaron, usando una mordacidad que rondaba la mala educación, a despotricar contra el gobierno del señor Rajoy. La mayor de las pretendidas "agresiones" del Gobierno al cine nacional, fue el aumento del IVA ¡como si hubieran sido ellos los únicos afectados por tal medida, por otra parte impuesta por Europa y necesaria si se pretendía desminuir el déficit público nacional!

Resulta patético que estos niños mimados del cine, estos pobrecitos millonarios que se presentan con vestidos firmados por los modistos más caros y luciendo los complementos más sofisticados que, por supuesto, no están al alcance de estos desahuciados que tanto recriminan al actual Gobierno pero que, aparte de representar ante los demás su particular interpretación dramática, digna de una Juana de Arco, en contra del sistema y a favor de un cambio de gobierno; después de la fiesta se van de juerga porque, señores, ¡Una cosa es predicar y otra dar trigo! Pudimos ver a esta figura tan conocida de la pantalla, el señor Javier Barden, que cotiza en los EE.UU. por sus abultados emolumentos, hacer broma con los "sobres" que se dice pagan en el PP mientras, estos señores que tanto protestan, consumen 100.000 millones de euros de subvenciones recibidas del Estado para ayudas al cine nacional para que, al final del ejercicio, cuando hay suerte, salgan una o dos películas que valgan la pena de entre una montaña de otras producciones que apenas se pueden sobrevivir, todas ellas basadas en críticas a los nacionales de la Guerra Civil, o llenas de pornografía, si no es que se limitan a gastar celuloide en temas que a nadie más que a ellos les interesan.

Escuchar a esta catalana resabida, esta tal Candela Peña, quejarse de que había estado sin trabajar durante tres años ¿por algo sería, no? y contando, en una representación dramática más propia de una mala actriz que de una señora a la que se le otorgaba un premio, una historia de su abuelo que agonizaba en un hospital, sin mantas para taparlo y sin agua para saciar la sed, es de todo punto increíble, salvo que, al referirse a que no tenían agua para darle a beber, quisiera aludir a agua embotellada. A mi me recuerda, la representación de esta mujer, aquellos relatos truculentos de la leprosería de Fontilles maravillosamente descritos por Gabriel Miró en su novela "El obispo leproso". Ya ven, en cambio, esta salida de tono sería de todo punto imposible en la Gran Gala de la entrega de los Oscar, donde no se permiten estas manifestaciones de tipo político. Si imitamos, al menos hagámoslo bien y con propiedad.

Y puestos a recordar, todavía siento vergüenza ajena por aquella manifestación extemporánea de Penélope Cruz, cuando el director Pedro Almodóvar recibió su premio; algo que dejó al descubierto lo que se escondía bajo la piel de la actriz española cuando, de improviso y sin venir a cuento, empezó a gritar como una posesa ¡Pedro, Pedro!, dando saltos y vociferando como quien celebra un gol de su equipo en un estadio. Fue una horterada impropia de una persona que sabe comportarse en público pero… ¿qué les vamos a pedir a todos estos millonarios sobrevenidos?

Lo que sucede es que, el Gobierno, ha tenido que recortar, no sólo las subvenciones al cine, sino las a la Ley de Dependencia; los 2.000 euros a los recién nacidos; los salarios de los funcionarios; las pensiones de los jubilados y, por si fuera poco, ha debido pagar a los casi 5 millones de parados registrados en el INEM, los correspondientes subsidios. ¿Acaso el barbudo y circunspecto director de la Academia pretende que ayudar a hacer películas, la mayoría prescindibles, es más necesario que atender a los colectivos mencionados y otros que he omitido? Sin embargo, conviene recordarles a estos artistas, directores, cámaras etc. que ahora tanto se quejan y tanto reivindican recibir sus subvenciones, amparándose en temas que saben que afectan a la sensibilidad de los ciudadanos, que resulta muy extraño que, ni en el año pasado ni en ninguna de las galas de entrega de Goyas celebradas durante las dos legislaturas del señor Rodríguez Zapatero, del PSOE, en las que España entró en crisis y consiguió acumular mas de 4'5 millones de parados, sin que los Sindicatos se quejaran ni ninguno de los Bardem, Peña, Toledo, Verdú tampoco lo hicieran, ¿cuánto le costó a usted, señora Verdú,, se modelito de marca Dior? Porque, para defender a los desahuciados hay que vestir de proletaria y no epatar con muestras de capitalismo al más puro estilo.

Lástima del chauvinismo, clientelismo, endogamia y politización descarada de una fiesta, que podía resultar amable si, en lugar de valorar a todos los artistas según sus méritos personales, prescindiendo de sus ideologías políticas, se prescindiera de simpatías y antipatías, repartiéndose los galardones en un ambiente de imparcialidad en el que se tuvieran en cuenta los verdaderos méritos artísticos de los seleccionados para el premio. Naturalmente que, para ello, la selección debiera ser objetiva. Y una mención a la señora Hache: el hacerse la lista a veces juega en contra de quien se lo hace; su sectarismo y fanatismo de izquierdas quedó tan claro que no engañó a nadie. O así es, señores, mi opinión sobre esta gala descafeinada, que todos pagamos.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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