"Los necios mientras huyen de un vicio caen en el contrario" (Horacio)
La vorágine en la que ha entrado el sistema informativo en nuestro país; la proliferación de opiniones de comentaristas, periodistas, articulistas, presentadores, especialistas en las distintas facetas del periodismo y tertulianos de programas informativos de radios y televisiones; que se han lanzado como lobos hambrientos sobre el gran maná informativo que les cae del cielo, en unos momentos en los que parece que las instituciones rivalizan en dar motivos de preocupación y desaliento a la ciudadanía; proporcionándoles, a los profesionales, la oportunidad de llenar miles y miles de folios para alimento de sus periódicos o centenares de fotos e imágenes televisivas para saciar el morbo de sus respectivos lectores o audiencias, a costa de los distintos males que, no sabemos a causa de que mal fario, se vienen cebando sobre nuestra pobre nación.
Cada grupo mediático, según sus intereses particulares y su tendencia política, hace distintas versiones de los mismos hechos, contribuyendo a que, la mayoría de ciudadanos de a pie, llegue un momento en el que se vean incapaces de sacar una conclusión, clara y verídica, de los distintos temas en los que se barajan política, economía, fraudes, problemas de la realeza, personajes rocambolescos, separatismos y crisis, entrelazados en una verdadera maraña en la que cada reportero, cámara, comentarista, presentador o articulista intenta satisfacer su ego dando la versión más fantástica e impactante del hecho, para intentar sobresalir sobre el resto de sus colegas.
Todo ello estaría muy bien si no fuera porque, en estos tiempos de Internet, de las redes sociales, de la información al segundo y de las imágenes impactantes; la necesidad de una ética informativa, de un código de conducta y de una auto censura de los informadores, no se haya convertido en algo esencial, imprescindible y una obligación moral dado que, una gran mayoría de los ciudadanos, que cada vez leen menos, que prefieren beber de los medios informativos, para no tener que perderse en terrenos que les resultan ásperos y espinosos; acostumbran a creer, a pies juntillas, lo que les trasmiten aquellos medios que acostumbran a seguir, fueren televisivos o prensa escrita.
Si la prensa es la encargada de crear un estado de opinión, si la fuerza de cuarto poder se hace más patente a medida que la tecnología digital va avanzando y si el impacto de las imágenes televisivas no tuviera la fuerza de impactar fuertemente en las masas de las audiencias, influyendo de una manera decisiva a la hora de crear en los ciudadanos un juicio determinado sobre cualquier tema político, social, económico, financiero, cultural, jurídico o científico; es evidente que, la responsabilidad que le corresponde al profesional de la información por cada opinión o noticia que da, es cada vez más decisiva, crucial y determinante, lo que exige un comportamiento ético y deontológico que está por encima de intereses políticos, materiales, crematísticos e ideológicos.
Y ello nos lleva a considerar un interesante artículo que he leído hoy, escrito por un periodista, M. Llamas, en el que se recoge un estudio de la Fundación BBVA en el que se bucea en las preferencias de una gran mayoría de los españoles que, sin duda, reflejan de una manera inequívoca la influencia que, cierta prensa de izquierdas y programas televisivos de opinión, vienen ejerciendo sobre una masa desengañada, sin trabajo, sometida al bombardeo constante de la propaganda demagógica contra el actual Gobierno; convencida de que un mayor protagonismo del Estado sobre la economía, las finanzas, las ayudas sociales, etc. tendría un gran efecto beneficioso para recobrar el "Estado del bienestar" y la recuperación del país. Si les he de decir la verdad, esta información me ha confirmado en la idea de que la ciudadanía todavía no ha comprendido las causas de nuestra crisis, no ha sido capaz de asimilar que, el añorado "Estado del bienestar" ha quedado reducido a un mero recuerdo imposible de recuperar y que, así como van las cosas y las perspectivas que tenemos por delante, pasarán muchos años antes de que sea posible alcanzar un nivel parecido de vida.
Es obvio que es muy fácil explicar el cuento de La Lechera, y más fácil, todavía, ganarse a los ciudadanos dándoles la culpa a los gobernantes de todo lo que ocurre, olvidándose de que quienes nos han traído a esta difícil situación son los mismos que ahora convencen a los españoles que sin trabajar más, sin que las empresas vuelvan a adquirir la productividad, sin que la demanda se anime y la gente se ponga a trabajar, pero no como antes, a trabajar de verdad, como lo hacen en el resto de naciones que han conseguido superar la crisis o están a punto de hacerlo. Porque lo primero que se me ocurre preguntarles a todos estos que ven tan fácil que el Estado debe cubrir la asistencia sanitaria, las pensiones, y controlar los beneficios de los bancos es ¿con qué medios, con qué recursos, con qué apoyos y con qué garantías puede hacerse todo esto?
Piensan que el Estado debe garantizar los depósitos bancarios, mantener los precios bajo control y proporcionar una vivienda digna a todos al mismo tiempo que "asegurar" un nivel de vida "digno" El Estado debe controlar los beneficios, los precios y los salarios. ¡Si señores, volvamos al Gran Hermano de Orson Welles, y al Estado mastodóntico al estilo de la URRS! ¿Nos conformaremos con vivir como lo hacían los rusos bajo el gobierno del señor Stalin, con pisos compartidos por varias familias, comisarios de viviendas, policía controlando todos los movimientos de los ciudadanos y una KGB eliminando a todos los críticos con el sistema?
Lo que ninguno de estos "expertos", que dan soluciones tan fáciles, es capaz de decirnos ¿de dónde iban a sacar el dinero para todo este famoso Estado del bienestar? Mire si no hay reactivación de nuestra producción porque crezca la demanda interna, no hay ventas, no hay ingresos para pagar salarios e impuestos que le permitan al Estado reducir su deuda y mejorar las prestaciones sociales. Si aumenta los impuestos y la gente retrae aún más la demanda, habrá menos pedidos y las empresas volverán a disminuir las plantillas y el Estado recibirá menos aportaciones de impuestos. ¿No recuerdan ustedes que hace, unos meses, nuestras prima de riesgo rondaba los 700 puntos básicos y que pagábamos más de un 6% por intereses de la deuda. Los que se quejan de que ha subido el desempleo puede que no sepan que una gran parte del Presupuesto se va para pagar el subsidio a los parados y otra para complementarlo con los 425 euros y que fueron los "salvadores de la patria", los socialistas, junto a los que los apoyaron, como IU del señor Cayo Lara, este que ahora no para de atacar al gobierno del PP quienes nos hundieron en una situación de pre–quiebra soberana.
Cuando el Estado tuvo que hacer recortes en todas las partidas presupuestarias para evitar tener que pedir el rescate, como hizo Portugal, fue porque no teníamos dinero en nuestra Tesorería, como consecuencia de 4 años de despilfarros y crisis, durante los cuales el gobierno del PSOE se empeñó en seguir subvencionando, a costa de endeudarse más, una serie de apoyos sociales que no estaba en nuestras manos poder hacerlo. Ahora, la desinformación que se les viene dando a los ciudadanos, pretende que volvamos a aquella situación, que nos enfrentemos a Europa, que asustemos de nuevo a los inversores extranjeros que compran nuestra deuda y que convirtamos a nuestro país en un cementerio de parados ¡eso sí subvencionados! Pero ¿con qué medios se hará? Esta es precisamente la cuadratura del círculo. Y esta es, señores, mi manera de ver semejante estupidez.
Miguel Massanet Bosch