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Indignado con los indignados (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el mayo 14, 2013 por admin6567
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"Lo característico del momento es que el alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar el derecho de la vulgaridad y lo impone a cualquiera" J. Ortega y Gasset

 

Algunos profesionales de la agitación de masas están intentando hacer de esta cuitada España lo que otros, que les precedieron en el tiempo, quisieron hacer en el norte de África con la llamada "primavera árabe". Pasado el tiempo, calmadas las euforias de los primeros momentos y remansadas las aguas de una revolución orquestada por las redes sociales y ejecutada por los agitadores de turno, que tanto abundan y que tanta efectividad demuestran a la hora de agitar turbas, revolucionar conciencias y encender revoluciones callejeras que, pasados los primeros momentos, acaban por ser aprovechadas por todos aquellos partidos políticos, firmemente afianzados que, no obstante, no consiguen obtener el poder a través del procedimiento democrático de las urnas y, por ello, se valen de los servicios de revolucionarios para intentar aparentar que el alboroto, los gritos y las salvajadas de unos pocos bien orquestados, representa el sentimiento de la mayoría de los ciudadanos.

Viendo lo que está sucediendo en aquellos países que quisieron convertirse en demócratas pero que, al fin y a la postre, como viene sucediendo en Túnez, Egipto, Libia y todos aquellos países en los que la "revolución" en alguna manera tuvo éxito; los únicos que, de verdad, han sacado tajada de aquellos cruentos episodios, han sido los que menos democracia admiten en sus filas y que, por el contrario, establecen la sharía como única Ley a la que todos los ciudadanos, les guste o no, deben sujetarse si quieren asumir las consecuencias de enfrentarse a los defensores del Islam.

Por desgracia, a menudo existen descontentos; personas de pocas luces y de instintos primarios; malos estudiantes siempre dispuestos a liarla y toda esta masa amorfa integrada por los antisistema, los okupas, los de la farándula; los separatistas; los arribistas y los anarquistas que, aunque no son muchos en número, saben como convertir una manifestación pacífica en un verdadero infierno de devastación, heridos y terror para quienes consideran que, poder transitar por las calles sin sobresaltos, es algo a lo que todo buen ciudadano tiene derecho. Estos días pasados hemos tenido ocasión de ver como se reproducían las manifestaciones de aquellos del 15M, un grupo que se presentó como independiente, sin aspiraciones políticas y con el "sólo" objetivo de reclamar su derecho al trabajo; curiosamente reconvertido, después de un año sin pena ni gloria, en uno más de los grupos de extrema izquierda dispuestos a culpar al gobierno del PP de todo lo malo que tenemos en España, sin acordarse de que, quienes sembraron la simiente de la crisis, quienes la regaron y abonaron fueron, precisamente los que gobernaron en las dos anteriores legislaturas, los del PSOE apoyados por IU y otros partidos que prefirieron dejar que España fuera cayendo en la ruina para conseguir sus fines particulares, como ha ocurrido con los independentistas catalanes, hoy en día enfrentado directamente al Estado.

De nuevo los habituales eslóganes de las turbas comunistas: "esto nos pasa por un gobierno facha" o, el más actualizado: "De la indignación a la rebelión: escrache al sistema", no muy originales ni, por supuesto, atinados, ya que se olvidan de que, en este país, fueron los ciudadanos quienes, por un amplia mayoría, votaron en las urnas mediante procedimientos democráticos, cual debería ser el partido que ocupase de gobernar nuestra nación. Nada más les hubiera faltado el "no pasarán" de la señora Dolores Ibárruri, La Pasionaria, para que todos supiéramos la clase del pelaje político de todos estos sujetos tan "indignados". Claro que, el ejemplo de esta primera revolución que tuvo lugar el 15M, ha servido de estímulo para que otros personajes de diversas cataduras se hayan añadido a las protestas callejeras, amparados en la inmunidad que una mala interpretación de los derechos constitucionales hace de los de reunión y manifestación que, en modo alguno, pueden entenderse ilimitados y carentes de sanción cuando se abusa de ellos o su práctica supone la comisión de otros delitos contra las personas y cosas, como es el caso de estos nuevos "iluminados" que, bajo las órdenes de una de estas feministas, Ada Colau, que se creen que pueden acosar impunemente a cualquiera que no opina como ellos, aunque hay que reconocer que a ello han contribuido con harta imprudencia algunas personalidades que debieran haber aprendido a callar antes de dar publicidad a sus evidentes ideologías de izquierdas.

15M, yayoflautas, PAH, antisistemas, faranduleros, okupas y sindicatos, apoyados de forma más o menos disimulada por aquellos partidos de izquierda y extrema izquierda interesados en crear desorden, inseguridad, movimiento de masas en contra del legítimo Gobierno y de las instituciones, con el evidente propósito de conseguir – ellos mismo así lo vienen manifestando – el poder, no por los medios democráticos y legítimos respaldados por las urnas, sino por el "veredicto de la calle".Da grima sólo de pensar que, algún día, estos señores que tanto se quejan; que insultan; que utilizan la violencia y que tan particular idea tienen de lo que es el concepto de democracia; pudieran llegar a conseguir sus objetivos y se pusiera la suerte de los españoles en sus manos. No obstante, no se puede despreciar el efecto que tales grupos de agitadores pueden causar en personas sencillas, en los que sufren las consecuencias de la crisis en sus familias y en aquellos que no tienen con lo que subsistir; por lo que, el permitir que cada día haya más grupos, encabezados por hábiles líderes especialmente entrenados en tales menesteres que, seguramente, lo que están buscando es que, en alguna escaramuza con las fuerzas del orden público, se produzca alguna víctima mortal que sirva para crear el "mártir" que necesitan para provocar la revolución; constituye una grave imprudencia.

Lo que más llama la atención de todos estos movimientos de descontentos es que, todos ellos, se han evidenciado durante el mandato del señor Rajoy y de su partido de centro derecha, el PP. Acaso, en las dos legislaturas presididas por el señor Rodríguez Zapatero ¿no hubo crisis, no se cerraron miles de empresas, no se produjeron 5 millones de parados y no se consiguió situar a España a la cola de los países europeos a poco de ser rescatada? Ni los sindicatos protestaron, ni los progres abrieron el pico ni los faranduleros ( acallados por las subvenciones estatales) se quejaron del señor Zapatero y su gobierno, ni los separatistas, encantados del Estatut, de los traspasos y de las ayudas económicas que recibían del Estado, necesitado de sus votos. Un Estado débil, necesitado de apoyos por los que debía de pagar el correspondiente peaje.

Es posible que, el actual Gobierno, no cumpla con lo que nos prometió, y son muchas las ocasiones en las que, a través de mis opiniones, se lo recuerdo pero, señores, lo que verdaderamente aterra es pensar que, en estos momentos, no hay alternativa alguna fiable capaz de poderlo sustituir con un mínimo de posibilidades de tener éxito. Hay que apretar los dientes y seguir aguantando porque, lo que sí es cierto es que, con una oposición incapaz de ilusionar y con la posibilidad de volver a lo que fue la República del Frente Popular, de infausta memoria; cualquier cambio que se intentara no tendría otro resultado que el acabar en el fondo del abismo, abandonados por Europa y relegados a intentar resistir por nuestros propios recursos que, por desgracia, son pocos y, sin duda, insuficientes. O así es como veo, señores, este incierto porvenir.

Miguel Massanet Bosch

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