Desde que el pasearse en porretas por las calles dejó de ser un delito en el CP, como no implique un delito de exhibicionismo o cause alteración del orden público ( en todo caso se reduciría a una simple infracción administrativa si en las ordenanzas municipales estuviera prohibido, en todo caso sancionable con una multa, sin otras consecuencias adicionales) parece que, cada vez más, su utilización se va generalizando entre aquellos que están convencidos de que, exponiendo sus cuerpos a la vista de los transeúntes, pueden conseguir sus objetivos, o sea, llamar la atención sobre una determinada cuestión, sea esta a favor de una aspiración personal o sea para apoyar una reivindicación política o social que, con otros medios menos impactantes se considera que va a ser más difícil hacer que se les escuche. Claro que, también existen aquellos narcisistas o salidos, que recurren a esta práctica nudista como una forma de dar satisfacción a su sexualidad, mediante la impúdica exhibición de sus órganos genitales.
Lo que ocurre es que, como en tantas otras cosas, el abuso, la proliferación incontrolada, el deseo de notoriedad, la intención de hacerse con un dinero o ambiciones políticas han convertido las calles de muchas ciudades españolas y del mundo entero en un escenario improvisado donde lo que, en tiempos pasados, sólo se conseguía pagando una entrada en cualquier cabaret o sala especializada, ahora nos lo sirven de gratis en cualquier lugar público, en plena luz del día o bajo los focos de las farolas; con la particularidad de que, estos espectáculos nudistas no son plato de gusto para muchos ciudadanos, cuya libertad de circular sin ser sometidos a tales espectáculos, queda perturbada y quebrantada, por el abuso que hacen de sus libertades aquellos que pretenden herir las sensibilidades del resto (incluidos menores que carecen de la formación y las defensas morales de los adultos, en quienes, sin duda, existe el peligro de causar un impacto psicológico en sus mentes, carentes de la debida formación es, inevitablemente, mayor), con el objeto de conseguir sus propósitos, por muy laudables que pudieran ser.
En cualquier caso, eso de dejar el pudor como algo arcaico y obsoleto; el convertir el cuerpo en un escaparate, mediante el cual se pretende vender algo, sean ideas, sean protestas, sean propuestas o sean reivindicaciones, hoy en día es el pan nuestro de cada día, en la mayoría de nuestras ciudades. Ya no queremos hablar de aquellos que consideran las ropas como una pesada carga de la que, a la menor ocasión que se les presenta, se despojan para darse el gusto de exhibir su desnudez siguiendo la tradición de aquellos ancestros, de los primeros primates que anduvieron desnudos por la Tierra, aunque, si queremos ser justos con ellos, no fue por gusto, sino por ignorancia; hasta que alguien descubrió que cubriéndose con la piel se sus cazas se estaba mucho más confortable. En este caso, mientras usen los lugares habilitados para reunirse sin que, sus desnudeces, ofendan a otras personas, no tenemos nada que objetar.
Claro que podríamos decir que, en la mayoría de casos, aunque algunos no quieran admitirlo, lo que sucede es que, quien más quien menos, de estos individuos está convencido de que en su físico hay cosas dignas de ser descubiertas para que el resto las contemple con admiración. En este caso, cualquier excusa es válida para dar suelta a sus ensoñaciones exhibicionistas. Vean, por ejemplo, el caso clásico de los famosos calendarios eróticos. En España llegaron con el "destape", en la segunda década de los años 70 del pasado siglo. Fue en el año 1978 cuando se atrevieron con los primeros calendarios "subidos de tono" pero, como si se hubiera abierto la veda del desnudo, vinieron las sugerentes "camisetas mojadas ", el "escandaloso" e impactante desnudo integral de Victoria Vera, en el año 1979, y la invasión de revistas eróticas y pornos que dieron ocasión a que las editoriales hicieran "su agosto" a costa de los españoles salidos que nunca habían encontrado tantas facilidades para saciar su morbo sexual.
Hoy en día unas "modosas" y "sensatas" señoras, amas de casa, que se consideran "muy responsables"; para pagar el trasporte escolar de sus hijos no tienen inconveniente en enseñar sus "encantos" en un calendario y, como parece que les salió bien, ya están dispuestas a hacer otros del mismo estilo, claro que, siempre ¡para el bien de sus pequeños, faltaría más! Hasta los "castellers" catalanes; los bomberos, las artistas en contra de la matanza de animales para usar sus pieles y, todos aquellos o aquellas que tienen algo que reclamar, aunque sea dentro de una iglesia; no tienen más que despojarse de su ropa y ¡Ala!,ahí van michelines, dobleces abdominales, piel de naranja, pechos desprendidos y demás imperfecciones que, un exceso de auto estima y falta de auto crítica de la gente, en ocasiones, transforman en una verdadera tortura para la vista y la sensibilidad de quienes se ven obligados a presenciar el espectáculo.
Lo curioso es que no hemos visto protestar contra este mercadeo de carne a estas feministas, que tan duras e intransigente se muestran en la reclamación de más derechos para las mujeres y que, sin embargo, no parece que les moleste que algunas de ellas recurran a la exhibición de sus cuerpos como un medio de llamar la atención; algo que llevamos siglos viéndolo en aquellas prostitutas que, para ganarse la vida, lo hacen en todas las calles donde la autoridad municipal les permite hacerlo. ¿No es un tipo de humillación y degradación el tener que recurrir a enseñar las vergüenzas en público?
En otro artículo me referí, en parecidos términos, a estos grupos de homosexuales que desprestigian al resto de quienes sienten esta tendencias, pero que se abstienen de hacer ostentación de ello, limitándose a vivir su vida sin dar tres cuartos al pregonero. ¿Qué necesidad hay de un día "del orgullo gay" o de una bandera arco iris, para defender una tendencia o recurrir a las desnudeces, los disfraces provocativos, las pintarrajeadas, las palabras soeces o los insultos hacia los heterosexuales, para defender su especial sexualidad?
Es posible que estas féminas, a las que tanto les pone el dejar al descubierto sus cuerpos, se crean que están "muy realizadas" que, con ello, demuestras que hacen uso de "sus libertades" o que, de esta forma, están luchando contra un establishmente, al
que, en su fanatismo e ignorancia, considera arcaico y limitador de sus potenciales cualidades para transformar al Mundo; algo que sólo se cura con la reflexión, la experiencia y el conocimiento, aspectos que, sólo el tiempo y el esfuerzo, pueden proporcionarles. Lo que ocurre es que el afán de notoriedad; la aspiración de sobresalir sobre el resto de ciudadanos y el inconsciente deseo de suplir la ignorancia, la falta de conocimientos o de talento, es tan fuerte en determinados sectores de la sociedad, que convierten a muchos descerebrados en aspirantes al título de "tonto útil" en manos de aquellos profesionales de la agitación, la lucha por el poder y el levantamiento de masas, en arcilla maleable que les ayuda a llevar a cabo aquellas acciones que se les ordenan o se les imbuyen, haciéndoles creer que, con ello, van a conseguir cambiar a la sociedad.
Lo malo es que existen circunstancias que, por si mismas, favorecen la proliferación de estas manifestaciones de rebeldía y descontento. Con 6'2 millones de parados y casi dos millones de gente que no recibe subsidio alguno, la posibilidad de que este populismo insensato se extienda cada día más, son muchas. O así es, señores, como lo veo.
Miguel Massanet Bosch