- El Gobierno está preocupado por la gran oposición a un proyecto clave de Rajoy
- La reforma educativa ha cosechado críticas de los barones populares
Francesco Manetto / Carlos E. Cué Madrid (Publicado en El País, aquí)

Manifestación, en Madrid, contra la reforma
educativa y los recortes. / Luis Sevillano
El Gobierno y el PP están muy preocupados. Un asunto centra desde hace varias
semanas reuniones de estrategia tanto del partido como del Ejecutivo: la pésima
acogida en distintos sectores, también cercanos al PP, de la nueva ley de
educación, la llamada ley Wert. La situación es tan delicada,
según admiten miembros del Gobierno y dirigentes del PP, que el partido se ha
puesto manos a la obra para organizar una campaña mediática y distintos actos
para intentar darle la vuelta a lo que consideran una muy mala venta de la
reforma. “Parece como si la ley solo fuera religión, colegios que separan a los
niños por sexo y castellano en Cataluña. Y es mucho más. Es sobre todo lo
demás”, resume con cierta desesperación un dirigente.
A falta de concretar algunos detalles, la campaña que prepara el PP incluirá
anuncios en prensa escrita, cuñas de radio, publicidad en medios digitales y
acciones constantes en las redes sociales, siguiendo el modelo utilizado hace un
año, cuando el partido llegó a utilizar la etiqueta #laverdad en Twitter para
vender la primera oleada de recortes. Fuentes populares apuntan que se centrará
en Internet, por lo que aseguran que su coste no será elevado.
Cuando está a punto de comenzar la tramitación parlamentaria de la
norma, Soraya Sáenz de Santamaría y la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, reúnen hoy a los presidentes
provinciales de la formación para trasladarles, entre otros, un mensaje
concreto. Esto es, que todos los cargos territoriales deben extremar la
colaboración con el Gobierno, hacer un esfuerzo para explicar la ley y preparar
el terreno para minimizar el desgaste ante una de las reformas más
impopulares.
La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, que expresó ayer el apoyo del
Gobierno al ministro José Ignacio Wert, muy cuestionado internamente y
hundido en las encuestas,
vino a decir tras el Consejo de Ministros: “El sistema no funciona, hay que
cambiarlo. Comprendo que cada uno defienda sus intereses. Queremos ver si damos
con la tecla desde un punto de vista no ideológico. Luego se habla de otros
temas que están ahí”, dijo en referencia a la polémica por la Religión y otras
cuestiones, “pero lo importante, el núcleo de esa reforma, es la calidad de la
enseñanza”, remató. Ese es el mensaje que está intentando trasladar el Ejecutivo
y el PP: que el corazón de la ley no se ha analizado bien.
El proyecto de Ley de Mejora de Calidad de la Educación (Lomce) ha levantado
polémica por algunos de sus puntos más sustantivos (recupera la reválida,
fomenta la competencia entre escuelas, adelanta las vías hacia la FP),
pero quizá mucha más por otros, tal vez de menor calado educativo, pero más
ideológicos: apoyo a la asignatura de Religión a la vez que se elimina
Ciudadanía, respaldo a la escuela concertada o a la posibilidad de subvencionar
a los centros que separan por sexo.
Para darle la vuelta a un debate público que en este momento ven muy perdido,
el PP lleva más de un mes preparando una campaña para vender la ley a los
ciudadanos y convencer incluso a los sectores del partido más reacios a la
reforma. El ministro de Educación se ha enfrentado a un entorno hostil unánime
en la oposición, pero lo que más ha inquietado a los populares han sido las resistencias internas que proceden, sobre todo, de los barones
autonómicos.
De hecho, el Ejecutivo y el PP se resisten incluso a llamarla con el nombre
del ministro. “Yo no conozco ninguna ley Wert”, llegó a decir la semana
pasada el ministro de Exteriores, Juan Manuel García Margallo,
preguntado sobre la reforma. En el PP ha generado mucho malestar la estrategia
del ministro, una persona muy cercana a Rajoy y durante muchos años asesor del
presidente en asuntos de análisis de encuestas. Aseguran diversos dirigentes y
miembros del Gobierno que la norma se ha cocido entera en el ministerio, sobre
todo, capitaneada por la secretaria de Estado, Montserrat Gomendio, y apenas se
ha contado con el PP y los expertos habituales en educación del partido y su
entorno.
Resulta llamativa la ausencia de José Ignacio Wert, máximo responsable de la
reforma, en el acto convocado hoy en Génova, 13, aunque dirigentes populares le
restan importancia. El ministro de Educación, que ayer recibió al Consejo de
Estudiantes Universitarios del Estado y que fue criticado por abandonar la
reunión a los diez minutos, participará el próximo sábado en Oviedo en un foro
del PP sobre la futura ley junto a Cospedal. Se tratará de un “debate abierto”
en el que, en principio, podrán intervenir también profesionales del sector. En
otros foros ha habido voces críticas, aunque con la ley de educación la
preocupación es máxima y el intento de control, también.