"El nacionalista cree que el lugar donde nació es el mejor lugar del mundo; y eso no es cierto. El patriota cree que el lugar donde nació se merece todo el amor del mundo; y eso sí es cierto." Camilo José Cela
Si lo que esta sucediendo en esta España del SigloXXI tuviera lugar bajo un gobierno del PSOE, conociendo lo que aconteció durante los 7 años en los que tuvieron bajo su mando la gobernanza del país, seguramente lo encontraría normal y de acuerdo con la línea de actuación del Partido Socialista, tan "flexible" a la hora de ser permisivo con aquellos que le apoyan y ayudan para mantenerse en el poder y, tan condescendiente con aquellas conductas que, aunque atenten contra las normas constitucionales, sean lesivas para la nación, ofendan a la mayoría de los españoles y favorezcan la desintegración del país, siempre que, de todo ello, saquen provecho para sus fines partidistas.
No siendo esta la circunstancia y estando, en esta ocasión, dirigida nuestra nación por un partido de derechas –aunque a los del PP les gusta decir que son de centro-derecha, como si esto de calificarse de solo derechas les pareciera demasiado "arriesgado" o pasarse de "conservadores", cuando en otros países no hay esta clase de ñoñerías y a nadie le importa, en Inglaterra, que le conozcan como un "Tori" o, en los EE.-UU, ser designado como del partido Republicano, ambos tan conservadores como la derecha española.–, resulta llamativo que, una y otra vez, tengan lugar en Cataluña hechos tan significativos y demostrativos de cual es el ambiente en dicha comunidad, como el ocurrido el día de la inauguración de los mundiales de natación en el que, por enésima vez y en presencia de todas las autoridades catalanas, se volvió a injuriar a la patria con una sonada pitada en el momento en el que se tocaba, por la orquesta, el himno Nacional. Español.
Pues sí, señores, sin que parezca que a nadie le haya molestado en absoluto, que se haya tomado ninguna medida para responsabilizar a los instigadores de tan deleznable actitud; sin que ninguna autoridad de las presentes y de las ausentes, hiciera la menor mención del hecho y mostrara su repulsa por lo acontecido y sin que, por supuesto, la fiscalía General de la nación haya hecho el menor gesto en orden a iniciar un expediente para averiguar quienes eran los culpables de tamaño desafuero, creemos que por miedo de descubrirlo y, después, verse obligada a volver la vista hacia otro lugar ante la amenaza de que la jauría separatista se les echara encima por reprimir tan "genuinas", "espontáneas", "patrióticas" y "democráticas" muestras de incivilicidad, falta de respeto por las normas constitucionales, evidentes deseos de ofender al resto de españoles y a sus instituciones, descortesía, mala educación y desafío a España y al resto de españoles.
Y en estas, nuestros ministro de Asuntos Exteriores, señor García Margallo, un señor que parece que se ha convertido en el "disculpador" oficial del Reino de España, al que se le ha atribuido la misión, ruin y vergonzosa misión, de disculparse con todos los reyezuelos y dictadores suramericanos, el último el señor Evo Morales. ¿ Han visto ustedes que en el RU saliera el Foreing Secretary a pedir disculpas por saltarse las leyes internacionales convirtiendo el Peñón de Gibraltar en un refugio de traficantes de drogas? O que la propia señora Merkel, culpable en parte de que Europa se haya pasado en sus extremas medidas de austeridad, ¿haya hecho lo propio por su falta de previsión? En fin, vayamos al grano: el señor Margallo se ha unido a la procesión de los ministros a los que, el señor Rajoy, ha obligado a desdecirse de sus rotundas afirmaciones de seriedad, de intransigencia, de imparcialidad en lo que hacia referencia a cumplir las rígidas medidas de austeridad referentes a las autonomías, ante el hecho de que, como ha ocurrido en Catalunya, se han venido pitorreando del Gobierno, de sus leyes y de sus intentos de hacer que abandonara su deriva independentista, para reincorporarse al redil español. Montoro, Werd y ahora Margallo han, sucesivamente, bajado la cola sumisos a los deseos del todopoderoso señor Mas.
En efecto, la reacción de Margallo ante una frase poco afortunada del señor Juan Carlos Gafo, producto de su indignación por la ignominiosa pitada en la inauguración de los mundiales de natación, ha sido su destitución fulminante. Sí señores, el señor Gafo, un directivo de la Marca España, en un arrebato de españolidad tuvo la imprudencia de decir: "catalanes de mierda" a los culpables de la ofensa al Himno nacional. El señor Gafo aceptó la dimisión y se disculpó, afirmando que sus palabras no iban dirigidas contra todos los catalanes. Yo, que soy mallorquín de nacimiento y catalán por vivir en Catalunya, puedo decirle a don Juan Carlos que no sólo no me ha ofendido, sino que ha demostrado tener sangre española en las venas algo que, por lo visto, no es muy corriente en este país de cobardes, a quienes la patria les importa un bledo y sólo piensan en su propio interés y satisfacción.
Pero los españoles de a pie esperábamos algo más del señor Margallo, deseábamos escuchar de él palabras de condena, indignación, advertencias de castigo y amenazas de intervención hacia aquellos que se atreven a atentar, insultar y ofender a España. Estábamos impacientes para oírle a la señora Vicepresidenta, Sáenz de Santamaría, tan parca y comedida en palabras, asegurarnos a los españoles,(que ya empezamos a estar hartos de tantas "deferencias", tantas "cesiones", tantas humillaciones y tantas provocaciones venidas desde Catalunya), que esto se iba a acabar, que no habría más tolerancia con aquellos que intentan separar a Catalunya de España y que se pondría, inmediatamente, en funcionamiento los mecanismos legales para impedir que ello pudiera repetirse.
¿Ustedes han visto que este Gobierno, que nos prometió a los españoles poner en cintura a los catalanes ( que no son todos) que intentan por medios ilegales, coactivos, chantajistas y contrarios a los principios constitucionales, hacer algo para cortar por lo sano las actuaciones de esta pléyade de politicastros, en muchos casos, interesados únicamente en los beneficios que pueden sacar de ello; simplemente utilizando aquellos artículos de la Constitución que permiten al Gobierno intervenir en casos tan flagrantes de desobediencia a las normas estatales y a las propias sentencias de los altos tribunales de la nación? Es posible que, en el resto de España, no sepan que sobre Barcelona no puede cruzar ningún avión militar, porque se considera una provocación a la independencia catalana. Nadie se atreve a poner una bandera española en un balcón por temor a ser proscrito por sus vecinos. Sin embargo, pueden ustedes ver en todas las calles de las ciudades catalanas miles de banderas, no las de la comunidad catalana, que también, sino las llamadas "esteladas" que llevan en un triángulo azul, la estrella marca del comunismo soviético que, aquí, se identifica con el independentismo catalán.
Empezamos, los españoles, a sentir sobre nosotros el peso de nuestra responsabilidad; creemos que hemos permanecido demasiado tiempo inactivos y que, a la vista está, la actualidad de nuestra patria, sólo nos muestra el limo asqueroso que rezuman aquellos que no quieren a España, que no la respetan, que pretenden hundirla para hacerse con sus despojos. Puede que sea preciso una gran catarsis depurativa para enviar a quienes se empeñan en arrastrarnos al abismo, al sitio que se merecen como traidores al resto de españoles y depredadores de las libertades y derechos del pueblo honrado. O así es, señores, como veo, con gran preocupación, el desmoronamiento de España.
Miguel Massanet Bosch